La innovación láctea o la utilización de herramientas innovativas para el desarrollo de la ganadería, sigue teniendo una nutrida agenda pendiente en la Argentina. El dato, es parte de un comparativo entre lo de dejó el Congreso Internacional de Innovación Láctea y la visión de muchos tamberos de las principales cuencas del país.
Los tambos pujan entre la innovación y la crisis
En este marco, impulsado por la Bolsa de Comercio de Rosario, Adecoagro, el Banco de Alimentos de Rosario y el grupo lácteo Chiavassa, se habló de la necesidad encontrar una mayor escala y eficiencia para la permanencia en el negocio.
También, se mostraron las herramientas más referentes para adaptarse a las nuevas realidades del sector. “Argentina tiene empresas con mucha innovación y por otro lado te sorprendes al ver que el promedio de las salas de ordeñe o las máquinas que cosechan la leche ronde los 20 años. Esto deja a las claras las deficiencias tecnológicas por falta de inversiones”, resaltó Cristian Chiavassa, director de la compañía ubicada en la localidad de Carlos Pellegrini (Santa Fe).
Este referente, pidió que se discuta si esto sucede porque el negocio es muy malo en Argentina, no es rentable, porque no hay créditos para el sector o en definitiva porque seguimos siendo el país que le paga al productor la leche más barata del mundo.
“Es simplemente la realidad. No se puede sortear, y estamos frente a un impulso hacia una mejora muy grande, junto a la paradoja de otras situaciones con muchos productores que desarrollan la lechería como una actividad complementaria dentro de su planteo mixto, como si fuera una caja chica”.
Chiavassa, reconoce que el cambio está avanzando desde los tambos que generan con la leche el 80% de su facturación mensual; aunque a su vez remarca que existe una permanente falta de financiación para innovaciones tecnológicas.
Por otra parte, destaca la posición dominante de la industria frente a una producción perecedera y asiente la necesidad futura de transparentar las operaciones lácteas; como ha sucedido con otros mercados, a través de las bolsas de comercio y los precios de referencia.
El congreso, recorrió las últimas tecnologías del mundo, mostró el desarrollo de soluciones tecnológicas con la utilización de todos los procesos de intensificación hasta la robotización de los sistemas.
Se habló mucho de la sustentabilidad con el manejo efluentes, transformación, reciclado, aprovechamiento de pasturas, y bienestar animal.
Sobre nuestro país, se hizo énfasis en buscar una actualización de salas de ordeñe, así como también, la infraestructura básica general.
“Necesitamos más corrales de espera, con media sombra y duchas para controlar el estrés calórico durante el verano. Es ahí, donde tenemos un registro de pérdidas productivas muy grandes”, subrayó Chiavassa.
Otra mirada
“Aún nos impulsa la esperanza”, sentenció Fabio Schneider, un tambero de Crespo (Entre Ríos), resaltando que por encima del incremento en la producción a 11.500 millones de litros anuales, el registro no hace mucho a la diferencia ya que 10 mil millones de litros se vienen produciendo desde hace 20 años.
Este productor, habla de un retraso en producción, exportación y un pago distorsionado hacia el mercado interno. “Estamos cobrando lo mismo que hace 1 año atrás, en el marco de una inflación constante. Es decir, hace 12 meses, con 1000 litros de leche comprábamos 2 cubiertas para las pick up o los vehículos que se movilizan por el campo, Hoy, necesitamos 2.400 litros –a valor de $ 18,50.-para poder hacerlo”, remató Schneider agregando que esta ecuación también se puede llevar a los granos.
Según este productor lácteo, en el 2019 con 1 litro de leche se compraban 2 kilos de alimentos balanceados para la hacienda. Ahora, con la misma unidad en litros, compran solo 1 kilogramo.
“Todas las estadísticas son tan tractivas como la tecnificación del tambo, pero creemos necesario que a todo esto hay que ponerle un rostro humano. En Entre Ríos, hace 40 años había 5000 productores tamberos y hoy solo quedan 80. Algo pasó en el camino y el tiempo”.
Por ahora, para muchos productores, la conclusión más allá de la falta de rentabilidad, es la ausencia de oportunidad para la escala chica. Y en ese brete, ha vuelto a tomar escena de discusión, entender si el recorrido del desarrollo lechero debe ser netamente industrial o por el contrario, una fórmula de conjugación entre esta alternativa y la de algunos tamberos que pujan por una lechería genuina y con arraigo.