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Ruralidad y ficción: animarse a difundir lo local a través del cine

Eduardo Crespo, director, productor y director de fotografía, oriundo de la ciudad homónima, busca llevar a la pantalla grande su historia y costumbres
25 de marzo 2023 · 06:00hs

¿Te imaginas vivir en una ciudad del interior de Entre Ríos, pasar la infancia y adolescencia con familia y amigos, viajar a Buenos Aires para hacer cine y volver a tu localidad para filmar y producir películas, con actores y temáticas locales? Así comienza la historia del productor audiovisual Eduardo Crespo, quien a sus 39 años llevó bien alto a la ciudad de Crespo a través de sus películas que recorren festivales nacionales e internacionales.

“Mi carrera comenzó allá por 2001, gracias a unos cursos federales que brindaba el Instituto Nacional de Cine (INCAA) en la ciudad Paraná. Tuvimos la suerte de organizarnos con un grupo de amigos que no sabíamos qué hacer de nuestras vidas, y a partir de ahí empecé a conocer de qué se trataba la producción audiovisual. De la mano de estos amigos que también se dedicaron a la actividad, nos acompañamos y fuimos haciendo nuestras propias obras”, cuenta Eduardo y agrega: “Este fue el comienzo de todo: trabajar con directores con experiencia, participar de Festivales, mudarme a Buenos Aires para hacer cine y ver cinematografía de otros países, fueron una escuela para aprender a hacer películas. Cuando era más joven no pensaba que existía este trabajo o que se podía vivir de esto, y ahora lo puedo hacer”.

La capital de la avicultura

La ciudad de Crespo es la capital Nacional de la Avicultura desde la década del 60, ya que se trata de su actividad económica principal: la cría de aves de corral para la producción de carnes y de huevos. Esta temática atravesó una de las películas de Eduardo, que lleva el nombre de la ciudad: “La avicultura estaba vinculada directamente con mi padre, que era veterinario avícola. La película que había ideado hacer, en un principio tenía que ver con contar una historia del pueblo, entonces había pensado en armar la historia con mi padre -quien trabajaba en esta actividad productiva-, visitar la casa de los vecinos y que contaran historias sobre este lugar. En el proceso de este proyecto falleció mi padre, y tuve la necesidad de reformular la película y pensarla con la ausencia de él: el duelo”.

Esta situación que atravesó personalmente a Eduardo, transformó la idea inicial del film pero la actividad productiva de la ciudad estuvo presente en la película: “La avicultura fue como el marco de la película, como un límite del pueblo y de las conexiones que empiezan a aparecer: vivir en un pueblo que tiene dos gallos en la entrada principal como el monumento más llamativo de la ciudad, la relación con mi padre y la coincidencia del apellido con la localidad. De esta forma, la avicultura fue un escenario y me ayudó a moverme por ciertos lugares que yo quería filmar y que me permitían pensar mi identidad y mis raíces: el lugar donde nací y crecí. Utilicé la principal actividad productiva del pueblo, el crecimiento de los pollos, la fiesta de la avicultura y otras cosas que tienen que ver con la idiosincrasia del lugar y que de alguna manera están inmersos en mi identidad: la identidad colectiva que finalmente uno termina apropiándose para tener una identidad propia”, destaca Eduardo.

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Producción. La avicultura es parte de la identidad de la localidad entrerriana de Crespo.

Producción. La avicultura es parte de la identidad de la localidad entrerriana de Crespo.

La particularidad de las películas de este productor audiovisual es que tanto la locación como los actores son oriundos de su ciudad: “Hacer películas en Crespo y la región, utilizar esos lugares y sus personajes, tiene que ver con la confianza que uno tiene con estos espacios. También por la comodidad, porque el cine que empezamos a hacer en aquel momento se producía con poco presupuesto. Lo más importante era que veníamos de otro lugar y podíamos contar otras historias. Filmar en Crespo, contar historias de ahí y de los alrededores, empezó a llamar la atención y las películas se comenzaron a ver en diferentes partes del mundo. Narrar de donde uno viene, elegir esos lugares, es compartir mi conexión emocional de lo que viví en mi infancia y adolescencia. Es por eso que está tan presente en estas primeras películas la referencia a Crespo, tal vez con el paso del tiempo eso vaya cambiando”.

Asimismo, el director de cine contó acerca de la complejidad de producir películas en un entorno familiar y conocido, a causa de los vínculos emocionales que se tejen entre la ciudad que lo vio crecer y el contexto de la película narrada: “Es difícil trabajar con las personas reales, porque generalmente los actores -que no son profesionales- encarnan personajes que son parecidos a los que realizan en la vida real, excepto que estén enmarcados en una ficción. La dificultad de trabajar con actores que actúan de ellos mismos, reside en que uno maneja esa fragilidad encuadrada en lugares en donde la gente no está acostumbrada a que se graben películas. De todos modos, con el tiempo, la ciudad de Crespo se convirtió en un set de filmación, porque se hicieron muchas películas y creo que la gente entendió el mecanismo. Por eso volvemos a grabar en mi pueblo continuamente, porque la gente ya nos conoce, nos abren las puertas, ya existe cierto cariño y contención”.

Con respecto a las zonas rurales, Eduardo cuenta: “Aprovechamos los paisajes de Entre Ríos que aún no fueron muy narrados ni contados, y que son muy particulares. En las historias rurales hay muchas cosas que todavía hacen falta contar, que son muy ricas y es algo que se puede seguir indagando en profundidad. Al momento de hacer las películas, descubrimos que había mucho material ahí para seguir produciendo. Creo que esto resume la idea de por qué uno vuelve continuamente y sigue buscando en esa zona otras historias para contar”, desarrolló Crespo.

Lo rural, la educación y la adolescencia

¿Quién no ha escuchado alguna vez de las escuelas agrotécnicas, de los niños y adolescentes que crecen y conviven entre pares para aprender el “trabajo del campo”? ¿O del proceso de adaptación y del desarraigo? Las Delicias es el último proyecto audiovisual de Crespo, una película que narra la cotidianidad de estudiantes de secundaria en el internado agrotécnico homónimo de la localidad de Gobernador Etchevehere, departamento Paraná: “Esta película la hice en un momento en el que necesitaba replantearme ciertas cuestiones sobre cómo se hacen las películas en general, cómo se hace en el cine. Sentí que debía volver a un lugar que me cobije y me dé el espacio para poder reflexionar sobre qué estoy haciendo cuando hago películas, cómo filmo a las personas y cómo me acerco a la gente sin invadirla. Las Delicias siempre fue un lugar que me llamó la atención de niño, porque era una escuela con internado para chicos, era más riguroso y rígido. Pensé en este lugar como un retiro para crear una película desde cero, sin prejuicios, y de filmarla yo solo con la cámara. Cuando llegué, observé que la escuela había cambiado bastante -en relación a cómo la recordaba- y que las nuevas generaciones que estaban cursando eran diferentes y se respiraba otro clima, más amable, colectivo y colaborativo con respecto al crecimiento de esos chicos, que están solos, sin sus padres y madres, lejos de sus hogares y vínculos más cercanos. De repente me di cuenta de que era un lugar súper valioso, que acompañaba a los chicos en un proceso difícil, que es crecer en esa edad de entre los 11 y los 18 años. Finalmente, la película -al principio imaginé que la historia trataría sobre las travesuras de los niños en esos lugares- consistió en contar ese mundo nuevo que encontré: un lugar amable, donde los niños crecían y se acompañaban entre ellos”, cuenta Eduardo.

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Paisajes. El pueblo se convirtió en un set de filmación.

Paisajes. El pueblo se convirtió en un set de filmación.

Y sigue: “Pasé mucho tiempo compartiendo con los chicos en la escuela, días enteros deambulando con la cámara y buscando situaciones que me den algo de eso: el afecto y el acompañamiento. Me gustó ver cómo a partir de la película cambió mi visión del lugar, ya que muchas veces hay espacios que uno los tiene muy cerca pero en realidad no conoce demasiado. Descubrí a personas que con su trabajo dan mucho más de lo que tienen que dar o deberían hacer, y eso traté de contar y destacar en la película: el esfuerzo enorme que realizan los adultos que acompañan a estos chicos que no son sus hijos, pero que con voluntad y bondad logran contener y acompañar. Fue un aprendizaje muy grande de ir de cero y llevarme algo muy lindo: encontrar esa película, con ese lugar, esos chicos que compartieron conmigo algo de lo que hacían en su día a día”, expresó el crespense.

Hacer cine de autor

“A través de mis películas no intento transmitir mensajes sino que busco explorar ciertas zonas, reflexionar sobre cuestiones que me atraviesan en el presente. Mi reflexión va de la mano del cine, por eso lo exploro a través de imágenes y sonidos, y de contar estas historias. Hacer películas consiste en eso, en pensarnos y en poner cosas en juego: qué somos y qué queremos ser. Si tengo que ubicar dentro de una nomenclatura a mis películas, creo que está dentro de los que se denomina cine de autor, producciones que llevan la mirada de la persona que dirige la película, es algo subjetivo”, entiende Crespo.

Consultado sobre los amplios reconocimientos que obtuvieron sus producciones en todo el mundo, el director dijo: “Que mis películas hayan participado de diferentes festivales internacionales es algo que me pone muy contento porque es un reconocimiento a mi trabajo, y que lo difundan me llena de orgullo. Que distingan mi trabajo me abrió muchas puertas para realizar nuevas películas y proyectos. Es importante entender, sobre todo a nivel nacional, que este cine se produce en una provincia, en un pueblo, con actores y protagonistas del lugar porque colabora a federalizar el trabajo audiovisual”.

Con relación a esto, el director artístico del Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), comentó la situación de la producción audiovisual en la provincia: “En Entre Ríos hay mucha producción y es bueno que a las películas que se hacen acá les vaya bien, porque facilita ciertas luchas, como la Ley de Cine de Entre Ríos que ahora se está por reglamentar, o que tengamos un Festival de Cine, que impulsa a que se realicen más películas y proyectos en la provincia. Vamos ocupando lugares y tratamos de abrir el juego para que más gente pueda hacer películas, porque nosotros ya estamos dentro del circuito, y está bueno que las nuevas generaciones se interesen por realizar películas, y puedan lograr financiación. La producción audiovisual en la provincia está en auge y esta nueva ley permitirá que siga avanzando”, indicó Eduardo Crespo.

El desarraigo, un tópico que atraviesa fronteras

Lo rural, la familia, el empezar de cero en un nuevo lugar, son temas que siguen acompañando las producciones audiovisuales de Eduardo Crespo, solo que esta vez, tendrán nuevo escenario: “El próximo proyecto que tengo en mente es una película que realizaré el año que viene en Italia, y la voy a filmar con parte de mi familia que vive allá. La temática estará relacionada con el desarraigo, el proceso de vivir en otro país. Más allá de que voy a cambiar de locación, continuaré tocando los mismos temas; uno siempre vuelve al lugar que conoce, se rodea de vínculos amorosos, pero uno se mueve para seguir creciendo y aprendiendo. La película se va a llamar La gruta del viento y va a tratar sobre un hombre que es veterinario y su hija, quien comenzará a aprender sobre Espeleología (la ciencia que estudia las grutas y cavernas en la montaña)”.

“El tema se vincula con lo rural pero en un paisaje diferente. Hay muchas cosas que uno muestra en lo que hace, que tiene que ver con irse, con empezar una vida de cero en un lugar desconocido, formar familia. Tengo la teoría de que Entre Ríos es como una isla, porque está rodeado de ríos, lo que hace que uno quede como atado y vuelva a ese lugar todo el tiempo”, culminó el director de cine.

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