A pesar de que Argentina sufrió la peor sequía de los últimos 60 años, el girasol cerró la campaña 2022/23 con las cifras más altas de la década en producción, molienda y comercialización tanto local como internacional. El área sembrada creció 37% respecto de las últimas cinco campañas y alcanzó una producción de 4,7 millones de toneladas, la más alta registrada desde la campaña 1999/2000.
El girasol aterriza, tras plantar cara a la sequía
Un informe de las economistas de la Bolsa de Comercio Rosario Natalia Marín y Emilce Terré describió esa campaña girasolera que “desagió el peor año del agro argentino”. Esta expansión alcanzó también a la participación del cultivo en la molienda de la industria aceitera, que sufrió en 2023 un gran faltante de soja. Los volúmenes de crushing del girasol de la campaña 2022/23 alcanzaron 3,9 millones de toneladas, el más alto de la década y el segundo más alto en 20 años. Esto llevó a que en mayo pasado se batiera el récord de comercialización en seis años, con más de 3,6 millones de toneladas operadas entre contratos y fijaciones, un 35% más que lo comercializado en los últimos 3 años.
Las exportaciones del complejo alcanzaron 2,22 millones de toneladas, el mayor volumen registrado desde la campaña 2005/06. En valor, sin embargo cayeron un 26% respecto del año anterior, debido al desplome de los precios. “De todos modos, los u$s 1.488 millones de dólares exportados representan el segundo monto más alto de la década”.
Marín y Terré recordaron que, en 2022, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania había disparado las cotizaciones internacionales, siendo la región del Mar Negro la principal abastecedora global de este tipo de aceites. Sin embargo, “la caída de los ingresos mundiales, la menor actividad económica, la apreciación del dólar y la suba de la tasa corta de interés, propiciaron la sustitución de aceites caros por otros más baratos, sustituyendo al girasol y la canola por productos como la palma”. Además, el corredor seguro para la exportación desde la zona del conflicto menguó la incertidumbre global por las cadenas de suministro, sumando presión a la baja.
Nueva campaña
A diferencia de lo ocurrido en la campaña anterior, cuando el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania había disparado los precios del aceite de girasol e incentivado fuertemente a los productores a volcarse por la oleaginosa, el ciclo 2023/24 arrancó con precios considerablemente menores y con falta de humedad en los suelos en la región norte del país.
Un informe de Tomás Rodríguez Zurro y Emilce Terré explicó que, con estos condicionamiento, la siembra de girasol de la actual campaña cayó 25% respecto de la anterior, a 1,88 millón de hectáreas. “El recorte en el área se dio con más fuerza en el sector norte del país, aunque en general todas las zonas vieron caídas”, apuntaron.
En base a datos de Asagir, en el núcleo girasolero del NEA el área cayó casi 50%, con una superficie sembrada total de 230.000 hectáreas. La región Centro registró una merma de 40% interanual, con un total de 220.000 hectáreas. En San Luis, el área cayó 20% para arribar a 75.000 hectáreas, mientras que en Entre Ríos el recorte fue del 25%, con un total implantado de 15.000 hectáreas.
En el centro de Buenos Aires y el Oeste bonaerense, el área total se sostuvo estable, con 80.000 y 335.000 hectáreas, respectivamente. El sudeste y sudoeste bonaerense registran una caída de 20% cada una, para sumar un total de 300.000 y 360.000 hectáreas en el nuevo ciclo, respectivamente. En La Pampa prácticamente no hubo variaciones y se sembraron 270.000 hectáreas.
Las proyecciones de producción a nivel nacional son de 3,85 millones de toneladas, 20% menos que el año anterior, aunque hay estimaciones privadas que ven un ajuste mayor. Se estima que 3,6 millones de toneladas serán destinadas a la industria aceitera, un 8% menos que en la campaña anterior pero 11% por encima del promedio de los últimos cinco años. La exportación de semilla llegaría a 180.000 toneladas para todo el ciclo.
Mercados globales
Los mercados globales de aceites vegetales se perfilan alcistas de cara a la campaña 2023/24, según señalan Terré y el conomista Guido D’Angelo. Si bien los stocks iniciales de los cuatro principales aceites (palma, soja, colza y girasol) muestran fuertes subas, el nuevo año comercial tiene perspectivas más ajustadas que el último ciclo. Es que el consumo se expande a un ritmo superior al 4% y “la producción ambiciona subir, pero debajo del 3%”.
La producción de aceite de soja se lleva la mayor suba de producción interanual pero se espera el mismo volumen de comercio exterior de aceite de soja que el año pasado, fundamentalmente por el mayor uso para el corte con combustible fósil en Brasil. También en Indonesia y Malasia, abastecedores del 83% del aceite de palma del mundo, aumenta sostenidamente el uso interno de estos aceites para producir biodiesel. “Para la campaña 2023/24 se espera que se consuma internamente el 43% del aceite de palma que se produce en Indonesia y el 21% de Malasia, proporciones que hace apenas 10 años eran del 21% y 15%, respectivamente”, señalan los investigadores de la Bolsa de Comercio de Rosario.
El bloque europeo no para de apuntalar su producción y consumo de aceite de colza, mientras que el aceite de girasol proyecta una campaña con el consumo global creciendo muy por encima de la producción.
Para esta campaña, Rusia espera volver a romper su récord de producción de aceite de girasol, que en más de 63% destina al mercado externo. Ese volumen exportado representa, además, el 31% de las exportaciones globales de este aceite. Ucrania representa el 41% de las exportaciones mundiales.
De la mano de la sostenida baja de precios del aceite de girasol a lo largo del último año y medio, se observa un creciente interés comercial, de acuerdo con Oil World. “De hecho, en el último trimestre del 2023 la demanda de aceite de palma de los principales exportadores se vio recortada por la competencia del aceite de girasol”, indican.
“El recorte de los ingresos a nivel global, la apreciación del dólar estadounidense y la suba de tasas a nivel global son incentivos para la sustitución de aceites caros, como es el girasol, hacia aceites baratos como es el de palma. No obstante, el rol fundamental de Rusia como exportador de aceite de girasol a precios sustancialmente bajos emerge como el principal driver de la baja de precios”, agregan.
Explican que la necesidad de exportaciones del país eurasiático se explica en la sostenida prolongación de la invasión a Ucrania. “Paradójicamente, el factor que llevo los precios de los aceites a niveles altísimos es el mismo que los lleva a mínimos desde agosto del 2020. Sólo en el último año los precios del aceite de girasol cayeron un 30%”, subrayan desde la Bolsa.
Hacia adelante, Oil World proyecta un 2024 de mayor competencia de la palma y la soja para con el aceite de girasol. Sin embargo, los déficits productivos esperados hacen que proyecte subas de precios en el rango del 10-20% para los principales aceites hacia mayo de este año.