En el marco del último congreso de Aapresid, el especialista Guy Coleman aseguró que “la revolución en la aplicación dirigida en malezas viene de la mano de “Algoritmos de Aprendizaje Profundo”.
La Inteligencia Artificial en el control de las malezas
En el panel sobre detección de malezas con machine learning, disertaron junto a Coleman (Universidad de Sydney), Marcos Mammarella (DeepAgro) y Agustín Bilbao (productor Aapresid). El tema central fue sobre las nuevas tecnologías aplicadas al manejo de malezas.
La aplicación dirigida existe desde hace décadas. Inicialmente, para que las máquinas pudieran “ver” las malezas se le daba al sistema determinadas reglas, principalmente basadas en el color. De esta manera se realizaban aplicaciones dirigidas en barbecho, explicó Coleman.
Ahora, no se dan las reglas sino que, al ingresar una gran cantidad de imágenes y marcar las malezas manualmente en una primera etapa, el algoritmo busca todos los datos de cada capa que componen esa imagen y los analiza.
Mediante el “aprendizaje profundo” se establecen los patrones y con ellos se logra “predecir” cuál planta es maleza, incluso en lugares difíciles dentro del cultivo. También remarcó que esta innovación es liderada por productores en todo el mundo y puede ser adaptada para trabajar en diversos cultivos.
Parece magia pero en realidad se requieren miles de imágenes para entrenar al algoritmo. Por lo tanto, la recolección de datos regionalizados que reflejan la gran variedad de malezas presentes en la zona, e inclusive en sus distintos estadíos fenológicos, es una parte fundamental del proceso.
Por su parte, Mammarella remarcó que en Argentina, según informes de la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM), la superficie ocupada por malezas ronda sólo el 30%, por lo que estas herramientas de control selectivo resultan estratégicas. Esta ineficiencia, sumada al aumento de malezas resistentes en constante auge, lleva a la búsqueda de nuevas soluciones donde se destacan las aplicaciones selectivas, ahora inteligentes.
Esta tecnología con la que ahora se puede trabajar durante todo el año, ofrece beneficios relacionados con el menor uso de fitosanitarios, disminución de la fitotoxicidad en el cultivo, reducción del uso de agua, mayor autonomía, inclusive menor uso de bidones, aportando así a la sustentabilidad del sistema.
A su vez, estos ahorros en el uso de herbicidas permite acceder a otros principios activos más costosos que antes no se utilizaban, diversificando mecanismos de acción y retrasando el avance de resistencias.
Las posibilidades son inmensas, comentó Colleman. Puntualmente en el manejo de malezas, el próximo desafío será el control diferencial, basado en la identificación y el tamaño de la maleza, teniendo en cuenta el contexto del cultivo, por ejemplo diferenciar gramíneas en cultivos de cereal. Para esto, es imprescindible un enfoque multimodal, con muchísima información al mismo tiempo, como historia del lote, biomasa del cultivo e impacto en el rinde.
Bilbao, asesor de Agroestudio Viento Sur y socio Aapresid, comentó los beneficios de las tecnologías basadas en IA y cómo están revolucionando el control de malezas. Explicó que, anteriormente, se trabajaba con sensores de verde, “cuyo uso quedaba limitado a barbecho y dentro de los cultivos a casos muy puntuales, con malezas de gran desarrollo o muy densas y cultivos muy pequeños”.
Por el contrario, estas nuevas tecnologías, en base a cámaras y al desarrollo de IA, “permiten diferenciar malezas de cultivos y realizar aplicaciones dirigidas en distintos escenarios productivos, incluso dentro del cultivo”, dijo.
Aunque la tecnología aún no identifica malezas específicas, diferencia lo que es cultivo de lo que no lo es. Y eso ya es un gran avance, que en Argentina ya está disponible para maíz, soja y maní. Estos dispositivos se instalan en los botalones y van censando lo que hay en el terreno. Simultáneamente, gracias a la tecnología de programación, la IA va “aprendiendo” a tomar la decisión en tiempo real de abrir o no los picos de los pulverizadores. De esta manera, pasan de aplicar en todo el lote a activarse sólo donde se detecta la maleza.
Los beneficios
Aunque todavía falta sumar más experiencia para poder ponerle valor según zona, cultivo y maleza, se habla de ahorros hasta el 70% de los costos. “Algo así como entre 30 a 35 u$s/ha/año”, indicó.
Además, con la reducción en el uso de herbicidas se gan
a competitividad en lo que hace a sustentabilidad, al reducir el impacto ambiental y la huella de Carbono. “Usando el índice EIQ -que permite evaluar el impacto de una aplicación de fitosanitarios-, las proporciones medidas son similares a las del ahorro de costos”, detalla Bilbao.
“Por otra parte, si usamos herbicidas que tienen algún riesgo de carry over, al aplicar sólo en una pequeña parte de la superficie, este riesgo disminuye notablemente. De igual manera, se minimiza el apilamiento y la persistencia de los herbicidas en los suelos”, agregó.
Los puntos flojos en los que todavía falta optimizar esta tecnología es en canopeos muy cerrados, barbechos muy cortos, o frente a malezas inferiores a 3 cm. Para esto último, existen tecnologías “intermedias” para trabajar en modo dual, que aplican una dosis mínima en cobertura total más una dosis mayor cuando detecta las malezas grandes.