¿Hacia dónde debemos pensar nuestra agricultura? ¿Estamos en el camino correcto? ¿Cómo compatibilizar demandas crecientes de alimentos y bioinsumos con los problemas de cambio climático, contaminación y otros? ¿Como será la agricultura 2040?, fueron algunas de las preguntas que intentó responder el ingeniero agrónomo Patricio Grassini, doctorado en agronomía y ciencias de cultivos de la Universidad de Nebraska en Estados Unidos, durante su presentación en el Simposio Fertilidad 2023 que realizó Fertilizar Asociación Civil en el Centro de Convenciones Metropolitano de Rosario.
La intensificación sustentable es el camino de la agricultura
Por Patricia Martino
Con más de 100 publicaciones de artículos internacionales y 10 años como profesor agronomía en la Universidad de Nebraska, Grassini hoy también es líder del proyecto “Atlas de brechas de rendimiento a nivel global” y compartió con el auditorio de Fertilidad 2023 las bases pensar el rumbo de la agricultura y apuntó hacia la “intensificación sustentable de los sistemas de producción”.
“El futuro es desafiante: hay que incrementar los rindes y no hay que esperar el aporte de las nuevas tecnologías, pero si del uso del agua y del nitrógeno”, resaltó.
Antes de la charla magistral de Grassini estuvo la apertura del encuentro, que reunió a más de 2.000 asistentes. Unas 1.200 personas estuvieron presente en el presenciales el Centro de Convenciones Metropolitano de Rosario y otro tanto siguieron el evento vía streaming- estuvo a cargo de la gerente ejecutiva de Fertilizar AC, María Fernanda González Sanjuan. La directiva planteó que el eje del simposio es “formarnos para lograr la mejor agronomía posible” y resaltó: “Es parte de nuestra responsabilidad como administradores de un recurso natural”.
Por su parte, el director académico del Simposio, Fernando García, destacó el concepto mundial de que “una salud” comienza con la sanidad del suelo y que culmina en la salud humana y del ambiente, en donde “los nutrientes juegan un rol muy significativo” para mejorar la cantidad y calidad de los alimentos. En ese sentido, advirtió que en el caso del suelo “hemos fallado en el cuidado y tenemos que trabajar desde el punto de vista del manejo del mismo”.
“Cayó el nivel de fósforo en los suelos para agricultura, hemos fallado. Hay impactos negativos, estamos globalmente en deuda. Hay diferencias en las regiones pero debemos mejorar en nutrición”, señaló al tiempo que resaltó que existe una paradoja, ya que mientras “acá falta, en otros lados sobra” y por eso apuntó a centrarse en el manejo de la agricultura.
Previo a dar paso a la conferencia inaugural, García planteó 4 pilares de manejo para cuidar y proteger el suelo: la rotación de cultivos, la siembra directa, la realización de cultivos de cobertura y la nutrición balanceada. También planteó que no hay que olvidar “que los escenarios son móviles” y mientras hoy el eje está en la sequía, “hace dos años era la seguridad alimentaria y hace cuatro el precio de los fertilizantes” pero en realidad “siempre la campaña que viene es muy desafiante y todo es mucho más complejo”.
Intensificación sustentable
Tras la apertura llegó el turno de la presentación de Grassini. Este ingeniero agrónomo graduado en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), que vive y trabaja hace 15 años en Nebraska, arrancó su presentación con la afirmación de que, en la actualidad la brecha de rendimientos -el resultado de cosecha versus el potencial-, “está menos limitada por el aporte de agua que por el manejo” que realiza el productor. Hizo la salvedad de que no hablaba del reciente caso de Argentina, que padeció una de las mayores sequías de su historia agrícola.
“Debemos poner el foco en qué podemos hacer en agronomía para aumentar nuestros rendimientos, como forma de aumentar nuestras ganancias” y hacerlo de una manera sustentable, subrayó.
En este sentido afirmó que “hay una brecha de rendimientos muy grande para explorar a través de la intensificación de los sistemas de producción” evitando de esta forma “la expansión de cultivos a expensas de sistemas que debemos preservar”. Y enfatizó que “hay un doble desafío de producir más en las tierras ya cultivadas, pero justificando las prácticas de manejo”.
“El nivel de brecha de rendimiento, la prognosis de aumento de la demanda global de alimentos y un sector agropecuario competitivo, ponen a la Argentina en una posición envidiable para intensificar la producción de cultivos de cara a los próximos 30 años”, resaltó ante el atento auditorio.
El ingeniero agrónomo enumeró como “lista de metas”: alcanzar rindes promedio de 80% respecto del potencial; mejorar en eficiencia de agua, nitrógeno y energía; reducir los Gases de Efecto de Invernadero (GEI); la rentabilidad; incrementar la productividad; mantener el incremento de los stocks de carbono y nutrientes; el manejo integrado de plagas; y tener objetivos de biodiversidad.
Grassini alertó que “los sistemas de producción están bien por debajo de alcanzar el 80% del potencial de rindes por falta de nutrientes, manejo inadecuado, impacto de las malezas, insectos y enfermedades”, situación que alcanza específicamente a la Argentina, que es uno de los países que menos nutrientes repone tal cual figura en el Atlas Global de Brechas que elabora la Universidad de Nebraska relevando 70 países.
Además, relató que desde el 2000 en adelante cambió el uso de la tierra y se aumentan unos 13 millones de hectáreas por año a nivel global pero aún así “no estamos produciendo suficientes alimentos, aceite, fibra en la tierra cultivada”. En ese sentido, señaló: “Estamos expandiendo nuestra área agrícola más que en toda historia de la humanidad y muchas veces eso ocurre a expensas de sistemas que debemos preservar, lo podemos ver en la expansión de palma en Indonesia, puede ser en Brasil o nuestro patio de atrás. Esto pasa en todo el mundo, se avanza en zonas donde en realidad no debería haber agricultura”.
La propuesta de Grassini: “Satisfacer la demanda futura de alimentos sin expansión masiva del área cultivada va a requerir de una intensificación sustentable de los sistemas de producción de cultivos de tal manera que cada hectárea de tierra cultivada produzca cerca de su potencial, minimizando el impacto ambiental y preservando el recurso base, suelo y agua”.
Casos
Expuso luego tres ejemplos de oportunidades para cerrar las brechas de rindes. Citó el caso de los maíces bajo riego por pivots que empezaron a realizar los productores de Nebraska con los cuales alcanzan producciones anuales estables de 14 toneladas, y que completan además con cambios en el manejo del cultivo, como un aumento en la densidad de plantas, aumentos en los aportes de nitrógeno y aplicación de fungicidas.
El segundo caso fue el de análisis de lotes de producción de soja en el Corn Belt (el cinturón maicero estadounidense) que permitió una mejora global en los resultados de los productores.
Y el tercer caso de oportunidad de reducción de brechas es el de Argentina, donde la diferencia entre los resultados y el potencial es del doble en el caso de los cereales y de un tercio en la soja. “En dosis promedio de fertilizantes, Argentina es la que menos aplica. El país tiene un rinde alcanzable en maíz de 11 toneladas, igual que el de Estados Unidos, pero Argentina aplica una tercera parte. Se aplica menos nitrógeno que en África”, acusó.
“El futuro es desafiante: hay que incrementar los rindes y no hay que esperar el aporte de las nuevas tecnologías, pero si del uso del agua y del nitrógeno”, insistió.
Sobre el final Grassini dejó propuso que los desafíos pasan por aumentar los rindes y reducir el impacto ambiental negativo de la agricultura actual; apuntar a obtener rendimientos del 80% del potencial, priorizar opciones que contribuyan a las metas de intensificación sustentable y el análisis de datos de los productores.
“Las opciones para cerrar la brecha no pasan por las tecnologías de insumos, sino por el conocimiento y la creatividad”, subrayó.