El tren macrista marcha, consigue los objetivos que se fija, acelera, y piensa todo desde una matriz conceptual antagónica a la que dominó hasta el 10 de diciembre pasado. Y sólo aminora en los tramos precaucionados. Cuando el conflicto social y político amaga con desbordar. O cuando asoma el peligro de una posible derrota en el Congreso.
Casa Rosada: la tesis del remedio amargo para luego disfrutar de una buena salud
Por Rodolfo Montes
Sobre el colchón de un consistente apoyo popular, que al menos por ahora consigue mantener, la Casa Rosada juega en el límite, avanza o retrocede parcialmente, y convierte las fluctuaciones en virtud. A la vez que sin pausa cambia de raíz la organización del Estado. "Nosotros entendemos la política como negociación: escuchamos a todos, llegamos a acuerdos, modificamos cosas en los proyectos de ley", explicó en las últimas horas el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, a un puñado de periodistas —entre ellos el de LaCapital— en el Salón de los Escudos del primer piso de la Casa de Gobierno.
Además de la matriz ideológica, el gobierno nacional cambió el estilo; al menos en lo formal, el hermetismo de acero que practicaba el kirchnerismo se terminó. Ni antes ni ahora, desde ya, la suerte de los argentinos quedó, ni quedará, a merced de los estilos comunicacionales de los gobiernos.
La Casa Rosada le asigna gran importancia al vínculo con las provincias; sabe que parte de su suerte está atada allí. Santa Fe avanzó varios casilleros en el primer cuatrimestre del año en la "sociedad" con los nuevos titulares de Balcarce 50. Pero luego de la catástrofe hídrica y de las implacables consecuencias sociales y económicas de las políticas económica y tarifaria nacional, todo empezó a ponerse pantanoso. "La deuda de Santa Fe ya se está auditando, estamos trabajando. Queremos pagar pero ahora no podemos", se expresó Frigerio.
No se cumplió la aspiración de Miguel Lifschitz de llevarse de la Casa Rosada un plan de pagos "o de certezas" en relación a la deuda acumulada por coparticipación, que cuenta con un fallo favorable de la Corte Suprema de Justicia. Tampoco hubo (casi) ninguna solución al grave impacto del tarifazo eléctrico y de gas.
La relación de la Rosada con Santa Fe tiene, además, sus particularidades políticas. Ya nadie oculta en el partido de gobierno la intención de acelerar lo que preanuncian como la inevitable fractura de la UCR provincial. El horizonte político para el partido amarillo en la bota santafesina es fortalecer su alianza, a la vez que polarizar con el peronismo kirchnerista u otras fracciones asociadas que no trastabillen ante el encanto PRO de la etapa. En el macrismo se ilusionan con un socialismo —y algunos radicales que los acompañen— carbonizado en la caldera de una inevitable polarización que no los tendrá como protagonistas.
Para el gobierno nacional el aumento de tarifas fue una decisión "desagradable" pero inevitable. Ven valentía en el presidente Mauricio Macri porque "asume el costo político". "Antes se recaudaba el ocho por ciento del costo de la energía que se consume en el país, ahora pasaremos al 30", detalló Frigerio. Mientras tanto, la cuestión tarifas ya traspasó la problemática del consumidor malhumorado para adquirir dimensión de conflicto político profundo, y de indescifrable consecuencias. La Casa Rosada, mientras tanto, confía en convertir adversidad en fortaleza a mediano plazo.
Mientras tanto, el proyecto de ley ómnibus que busca reformatear el sistema jubilatorio, la coparticipación de las provincias y la propuesta de un nuevo blanqueo de capitales avanza en Diputados, a la vez que deja algunos gajos en el camino. "Estamos dispuestos a escuchar y a corregir", repite el ministro del Interior de un gobierno que al menos hasta la fecha no se le puede imputar autismo. Con mejores o peores artes, ha venido consiguiendo que cerca de la mitad de los argentinos lo acompañe.
El ya famoso segundo semestre no será el prometido. Igual en la Casa Rosada se habla de mejoría, con expectativas puestas en la ejecución de la obra pública y en la baja de la inflación. Un objetivo que se estaría consiguiendo con efectos colaterales —enfriamiento de la economía—, que de todos modos para el gobierno no constituyen un problema perdurable.
Con la aceleración que le está imprimiendo el macrismo al cambio estructural que ensaya desde la gestión, el final de la película sobre la transición política entre dos gobiernos antagónicos se acerca. Crece la expectativa, y se aceptan apuestas.