La "mochila" de la candidata presidencial peruana Keiko Fujimori es grande y pesada, pues no solo lleva su propia carga, sino la de su encarcelado padre, el ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), sentenciado a 25 años de prisión por delitos de corrupción y los derechos humanos. "Mi contrincante representa una amenaza letal para la democracia", advirtió el rival de Fujimori en el ballottage del domingo, Pedro Pablo Kuczynski.
Keiko Fujimori, candidatade la "mochila" pesada
La "China", como se le conoce popularmente, fue consciente del peso ajeno que debía cargar desde que aceptó la petición de su padre de liderar el fujimorismo. Para ella, los pedidos de un progenitor son "deberes y responsabilidades" que deben cumplirse, según afirmó. La carga ajena de la candidata incluye actos de corrupción, violaciones a los derechos humanos, el robo de 6.000 millones de dólares al Estado (según investigadores), relaciones con narcotraficantes, compra de medios de comunicación y censura de la prensa.
Fujimori, del partido de derecha radical Fuerza Popular (FP), empezó a equipar su propia "mochila" en 1994, cuando tenía 19 años y aceptó ser la primera dama en reemplazo de su madre, Susana Higuchi, quien se separó del presidente tras haber denunciado que fue torturada. Desde entonces, Fujimori siguió contribuyendo: hasta ahora no logra explicar cómo financió sus estudios en costosas universidades extranjeras y mucho menos convence el hecho de que nunca haya trabajado, más allá de sus 5 años como congresista, de los que pasó tres con licencias.
Durante la actual lucha electoral el peso se incrementó: surgieron varias denuncias contra ella, sus principales colaboradores y el sector fujimorista en general. Keiko es cuestionada por hacer pactos con mineros y transportistas ilegales y supuestos extorsionadores disfrazados de sindicalistas. Esta semana se reveló que una casa de campaña de la candidata figura como residencia legal de presuntos criminales.
Por otro lado, el congresista y ex secretario general de FP, Joaquín Ramírez, un ex guarda de colectivos y que ahora tiene una fortuna de al menos 18 millones de dólares, es el principal financista del FP y dueño de las dos casas que sirven de "cuartel" en la campaña, mientras es investigado por la oficina antidrogas de EEUU (DEA) y la Fiscalía peruana por presunto lavado de activos. Su candidato a vicepresidente, José Chlimper también está implicado en varios escándalos. Pero a pesar de los puntos oscuros de su pasado, hechos sin aclarar y denuncias en contra suya y su entorno, Fujimori lidera las últimas encuestas previas al lunes cuando quedó prohibida la divulgación de mediciones.
Para expertos, las acusaciones que surgieron en el proceso electoral son vistas por sectores de la población como parte de una "guerra sucia" impulsada por Kuczynski, versión que repitió Fujimori en distintos medios. A eso se le suma la dinámica campaña que la candidata hizo en el país. La "China" tiene un contacto permanente y directo con las clases populares, presenta propuestas populistas como la pena de muerte y el rechazo a derechos civiles para homosexuales, y utiliza los recuerdos positivos que dejó el gobierno de su padre.
"Sé mirar la historia y tengo muy claro qué capítulos no repetir y qué sí. Tengo la fuerza suficiente para trabajar por un país reconciliado", afirma, aunque sus detractores pongan en duda la veracidad de ese deslinde. Keiko Fujimori le debe la carrera política a su apellido. Para unos será la encargada de reivindicar el legado histórico del padre. Para otros, solo será el camino mediante el cual los fujimoristas volverán al poder como un decenio atrás.