La alfalfa es el principal cultivo forrajero de Argentina, empleado como alimento del ganado para la producción de carne y de leche. Ahora, investigadores de nuestro país lograron crear unas plantas de esa leguminosa de mayor calidad nutricional.
Plantas de alfalfa con mayor calidad nutritiva
Con 3,2 millones de hectáreas, entre cultivo mixto y puro, la Argentina es uno de los principales productores de alfalfa. Pero dado que la mayor parte de este forraje se utiliza para el mercado interno, el país solo aporta el 0,7 por ciento del mercado mundial de heno de alfalfa valuado en 2.300 millones de dólares.
"Nuestro estudio no solo generó variedades de alfalfa de mayor calidad nutritiva y digestibilidad para el ganado, sino que, al retrasar su floración, facilita el diseño del programa de cortes que un productor tiene durante el año", afirmó el director del avance, Pablo Cerdán, jefe del Laboratorio de Biología Molecular de Plantas de la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigador independiente del Conicet.
La calidad forrajera de la alfalfa es alta cuando la planta se encuentra en estado vegetativo y cae de forma abrupta cuando florece. Si los agricultores la cortan temprano antes de cualquier atisbo de floración, la calidad será máxima, pero la biomasa será menor, de ese modo las plantas habrán acumulado pocas reservas y se perderá una fracción de ellas con cada procedimiento.
Para salir de ese dilema, el equipo de biólogos liderados por Cerdán logró retrasar la floración en plantas de alfalfa, de modo tal de aumentar la biomasa sin que se destruya la calidad nutricional. "Estas características pueden permitir a los agricultores cortar alfalfa de alto valor nutritivo más tarde sin comprometer la persistencia de los rodales", manifestó el primer autor del avance, Christian Lorenzo quien se desempeña como becario posdoctoral del Conicet en el laboratorio de Cerdán.
INVESTIGACIÓN ROSARINA. Trabajando de manera conjunta con la empresa de biotecnología agrícola Indear (Instituto de Agrobiotecnología de Rosario), integrante del grupo Bioceres, los investigadores de la FIL y del Conicet identificaron al gen MsFTa1 de alfalfa como un importante promotor de la floración. "Este gen se activa cuando las plantas están sometidas a fotoperíodos de días largos, como los de primavera y verano", puntualizó Pedro García Gagliardi, segundo autor del trabajo, estudiante de grado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e integrante del grupo de Cerdán.
En el nuevo trabajo, los investigadores desarrollaron plantas de alfalfa con el gen MsFTa1 inhibido o "apagado". De este modo, "logramos retrasar la floración sin impedir que las plantas sigan creciendo y acumulando más biomasa de calidad nutritiva, un producto que puede ser de alto interés tanto para el sector agro como para la producción animal", subrayó Cerdán, que también es profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
"Lo interesante es que las nuevas variedades de alfalfa tienen mayor digestibilidad, porque tienen menor contenido de lignina", agregó.
Debido a que las variedades generadas en este estudio son para uso de laboratorio, el siguiente paso es transferir estas estrategias a variedades comerciales de uso en Argentina. "Realizamos ensayos con las nuevas líneas de alfalfa en campos experimentales aprobados para este tipo de pruebas y hemos obtenido resultados promisorios", indicó Carlos Dezar, gerente de prospección de tecnología de Bioceres-Indear e investigador del Conicet.
A partir de los datos obtenidos, los investigadores planean avanzar con cruzamientos con variedades comerciales con el fin de validar la tecnología. "La alfalfa que se espera comercializar producirá una mejora en la calidad y cantidad de biomasa producida por área de cultivo, esto va a aumentar los rindes y la eficiencia en la obtención de litros de leche y kilos de carne", puntualizÓ Dezar.
El estudio fue publicado en "Plant Biotechnology Journal". Y también participaron Martín Vázquez y Gerónimo Watson, de Bioceres-Indear; Mariana Antonietti, Maximiliano Sánchez Lamas, Estefanía Mancini y Marcelo Yanovsky, de la FIL y del Conicet.