La siembra de los maíces más tempranos está en línea de largada, dando comienzo a una campaña gruesa que arrastra fantasmas de ciclos anteriores. Uno de ellos es el impacto devastador de la chicharrita en la última cosecha, que a su vez estuvo fuertemente condicionado por el estrés climático que la precedió. En ese contexto, el Inta Oliveros organizó un conversatorio virtual en el que especialistas del organismo tecnológico expusieron los resultados de la red de monitoreo sobre el Dalbulus maidis y las enseñanzas adquiridas en las tareas de control. También hicieron algunas recomendaciones para esta nueva etapa.
El fantasma de los ciclos pasados acecha al maíz
Entre la sequía y la chicharrita, la forrajera viene de años complejos. El arranque temprano reduciría el riesgo
Federico Massoni, investigador del Inta Rafaela, explicó que la población de chicharrita en la región central, donde habitualmente la presencia del vector no es endémica sino estacional, se disparó durante la campaña 2023/24 por el escalonamiento de siembras debido a la falta de disponibilidad de agua y las altas temperaturas en la primavera, la presencia de maíz guacho ocasionado por las pérdidas de cosecha asociadas al impacto que tuvo La Niña en 2022/23 y a un invierno 2023 en el que hubo muy pocas heladas.
Facundo Ferraguti, investigador del Inta Oliveros, coincidió: “El escenario que preparó todo este lío empezó en la campaña 2022/23 cuando tuvimos muy malos rendimientos de maíces de primera y la gente fue escalonando la fecha de siembra en todo el verano”.
La expansión de la chicharrita, que transmite el spiroplasma causante el achaparramiento del cultivo, costó 11 millones de toneladas en la última campaña, al arrasar con buena parte del maíz tardío. El ataque fue impactante y, de inmediato, se creó una red nacional articulada por el Inta destinada al monitoreo, el control y desarrollo de estrategias preventivas para las próximas campañas. Los especialistas que participaron del conversatorio resaltaron, en ese punto, la “extraordinaria reacción del organismo y el esfuerzo cooperativo a nivel nacional para enfrentar la emergencia”.
Como parte de ese trabajo, que incluye 450 puntos de monitoreo en cinco regiones agroecológicas, se confeccionó un mapa dinámico sobre el que se publican informes cada quince días. En base a este trabajo de control se pudo registrar que, hasta el momento, el panorama en relación a la chicharrita es muy distinto al del año pasado. Entre otras cosas, por un factor fundamental, que es la mayor cantidad de heladas.
“En nuestra región esta especie se desarrolla en verano y sobrevive en invierno si hay pocas heladas; el año pasado hubo 13 pero este año entre mayo y junio se detectaron 31”, describió Massoni. Desde mayo, en esa estación experimental se realizan monitoreos en cultivos invernales. La pesquisa se realiza sobre sustratos verdes porque el vector “no está en los rastrojos sino que busca refugio en el sustrato vegetal”. El especialista señaló que la densidad poblacional del insecto tuvo un pico en junio y luego comenzó a bajar. “En el último monitoreo dio cero”, señaló.
Ferraguti mostró un panorama similar para el sur de Santa Fe y la región núcleo. Durante la última campaña, la presión del vector fue “altísima” y en todo el ciclo de maíz tardío se vieron “plantas moradas, achaparradas, con bajas espigas, desarrollo anormal de raíces y con muerte prematura”. En algunos casos también se detectó más presencia de micotoxinas. En cambio, no hubo ningún problema ni afectación para el maíz de primera.
Este año, con un invierno muy crudo, la densidad poblacional de Dalbulus maidis bajó. Entre otras cosas, por el “tremendo vacío sanitario”.
La implementación de un “vacío sanitario” durante el período de barbecho entre cultivos, que consiste en la ausencia de maíz a nivel regional, es una de las estrategias preventivas. Debe ser de 90 días o más, debido a que el vector puede sobrevivir aproximadamente ese periodo de tiempo sin alimentarse. Además, luego de la cosecha del maíz, las plantas voluntarias o guachas deben ser eliminadas para que estas no sean fuente de alimento y permitan la supervivencia del vector de la enfermedad.
El vacío sanitario y el control del maíz guacho figuran al tope de las recomendaciones de los especialistas del Inta para prevenir la propagación del insector. También usar semilla con insecticidas, evitar el escalonamiento, no retrasar la fecha de siembra, rotar, nutrir al maíz, usar egrmoplasma tolerante, evitar sembrar en lotes próximos a los que tengan síntomas, monitorear, aplicar insecticidas en forma temprana y rotar principios activos.
La estrategia de manejo es fundamental. Y la fecha de siembra es clave. “Las fechas tempranas fueron las que más escaparon del insecto”, señaló Massoni, para quien arrancar “entre el 15 de septiembre y la primera semana de octubre” permitiría largar con menos densidades de chicharrita. Además permite escapar en este año Niña a la posibilidad de que la floración coincida con golpes de calor.
Si la densidad población de la chicharrita fue inédita para la región en la última campaña, también lo fue su incidencia. Germán Schlie, investigador en Protección Vegetal del Inta Rafaela, recordó que en maíces sembrados antes del 15 de noviembre pasado ya se veían plantas aisladas con achaparramiento. “Con el correr de la campaña se comenzó a ver más, sobre todo a partir de diciembre, las fechas tardías no tuvieron escape”, indicó.
Achaparramiento, enanismos estrías, poca fijación y llenado de granos comenzaron a poblar el paisaje del cultivo. El especialista explicó que no todos los híbridos se comportaron igual y que la diferencia de rendimiento estuvo asociada a la fijación de granos. “Aquellos con espigas que generaron más granos se diferenciaron en medio de rendimientos bajos”, describió.
Ferraguti, del Inta Oliveros, coincidió en apuntar que las escalas de espiga fueron las que más “aportaron” en cuanto a rendimiento y tolerancia al patógeno. “Es importante que la evaluación de los híbridos se enfoque a la incidencia y severidad en espigas”, indicó.
Según indicó la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, los datos de las actualizaciones más recientes de los organismos internacionales muestran un significativo corrimiento en el tiempo de los valores más bajos de enfriamiento en el Pacífico. “Esto cambiaría el impacto de La Niña sobre la campaña gruesa 2024/25”, advierten. Se plantea un mejor escenario para el maíz temprano y más riesgo para la soja de primera en Argentina.
Pero según la GEA, sigue sin reactivarse la venta de insumos para implantar el cereal. La caída interanual sería de un 30% para la región núcleo y un 21% a nivel nacional. “Entre varios factores negativos, aparte de la chicharrita que impone la necesidad de sembrar en forma temprana, está el miedo a la falta de agua durante la implantación”, señalan.
Ultimas noticias de la campaña
Las lluvias recientes no fueron suficientes en la región núcleo para revertir la tendencia a la baja en la intención de siembra de maíz. Según la GEA, agosto cerró con lluvias muy heterogéneas: 50 mm en el este y 2 mm en el oeste. “Santa Rosa” dejó 30 a 50 mm pero concentradas en el sudeste, donde septiembre arranca con excesos hídricos, contra la sequía que campea en el oeste.
Para sumar maíz tendrían que llover 50 mm y no hay pronósticos de lluvias para la primera quincena del mes. “Ya se no habla de aumentar la superficie sembrada sino de contener el recorte”, dijeron los especialistas del servicio de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Aunque la siembra de maíz suele empezar en la región después del 10 e incluso después del 15 de setiembre, en algunas regiones ya se largó, por miedo a que falte en el mes. En Carlos Pellegrini (Santa Fe), las sembradoras ya están en marcha y en Cañada de Gómez algunas máquinas ya están en el campo. La mayoría de la siembra arrancará la próxima semana.