La sequía y eventos previos, ponen de manifiesto la necesidad de una construcción de políticas federales en la gestión y el manejo del agua, independientemente de por dónde pase, sea superficial o subterránea. El Instituto Nacional del Agua (INA) que opera dentro de la Secretaría de Infraestructura y Políticas Hídricas dependiente del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, se trabaja para alcanzar acuerdos y promover obras, en un marco de integración de municipios, regiones y países.
"El manejo del agua debe ser una política de Estado"
Por Lizi Domínguez
“Todo lo que sea hídrico, tiene que estar pensado en el contexto de la cuenca. Esta es la unidad de planificación por excelencia. Uno tiene que ver de dónde viene y hacia dónde va el agua. Es algo así como un consorcio de un edificio: hay partes privadas pero también comunes. En este caso es una cuenca compartida por cinco países, pero no podemos decir que tenemos que trabajar mejor con otros países, si nosotros no trabajamos mejor internamente”, reflexionó el titular del INA, Juan Carlos Bertoni.
El ingeniero explicó que a partir de la Constitución del ‘94, “Argentina es absolutamente federal en el tema de agua, lo cual nos complica muchísimo, porque cada provincia tiene el dominio de sus recursos naturales. Esto quiere decir las provincias por donde pasa un río son dueñas de cada pedazo de la cuenca”.
La misión de una gestión federal e integrada “es complicada, porque no hay una conciencia del trabajo. Sin embargo, se ha creado el Consejo Hídrico Federal (Coife) con el que estamos mano a mano obrando cada vez mejor en las cuencas interjurisdiccionales que son los ámbitos naturales del INA. Cuando hay algún problema entre las provincias, ahí estamos nosotros tratando de dar una mirada un poco más objetiva”, señaló Bertoni.
Además, “tenemos apoyo para establecer al agua dentro de la agenda presidencial, para que sea y tenga una política de Estado, no simplemente de un gobierno, donde las soluciones tengan que ver con la infraestructura, con las obras, pero también con las ‘no obras’: la legislación, manejo, planificación, los sistemas de alerta”, detalló.
Asimismo, “estamos trabajando continuamente con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), con los satélites, y estamos haciendo una interrelación con los 17 organismos de ciencia y técnica de la Argentina”, añadió, en el marco del XVI Encuentro Argentino de Transporte Fluvial, organizado por el Consejo Federal de Inversiones y celebrado días atrás, en la Bolsa de Comercio de Rosario. Allí, precisamente, Bertoni compartió un panel con especialistas del SMN sobre el cambio climático y estiaje en la Cuenca del Plata.
Al respecto, concluyeron que los pronósticos tanto del clima como del estado del río Paraná son moderados, teniendo en cuenta que se esperan precipitaciones de milimetrajes inferiores a los normales, y que se sospecha de el advenimiento de una nueva Niña, consecutiva a las dos anteriores, algo poco usual pero no imposible.
Estiaje
Sobre los avatares del estiaje, Bertoni comentó que desde el INA y los organismos involucrados en la gestión de la cuenca “tuvimos que trabajar mucho. Hubo un conjunto de impactos como el abastecimiento de agua potable, de cota, de niveles, hubo que bajar bombas, el gobierno nacional destinó una partida de $ 1.500 millones para trabajar con los municipios de las siete provincias litoraleñas”.
En materia energética el impacto fue muy importante: “Se produjo un tercio de la hidroenergía que normalmente produce Argentina, es decir, la bajante del Paraná ha sido tremendamente importante y se asoció con la bajante en Comahue. Hemos estado complicados también con la navegación, el deslizamiento de barrancas, incendios de islas”, destacó el ingeniero, entre otras consecuencias.
Bertoni comentó que a nivel mundial las sequías están menos estudiadas que las inundaciones o crecidas. “Una bajante como la que estamos atravesando y de la que estamos saliendo no la veíamos desde 1944. Pero existe lo que se llama variabilidad y elasticidad hidrológica. La cuenta traduce lo ocurrido con el clima, la lluvia y el caudal. Tenemos que ver el tamaño, períodos tremendamente secos por falta de lluvias por mucho tiempo y no sólo hay que mirar si va a llover o no, sino qué hemos hecho en la cuenca. Y en los últimos años algunas cosas hemos hecho bien y otras no tanto”, dijo, en alusión a la desforestación y acciones que hacen al aumento del escurrimiento del agua, por las que “después en las bajantes no tenemos suficiente caudal”.
De allí que una cuestión fundamental de la cuenca, particularmente en la parte superior del río Paraná son las represas de Brasil. “Comúnmente se escucha que las bajantes se producen porque Brasil hizo represas, pero eso es un error: una represa es como tener el tanque de una casa. Desde los 70’ se comenzaron a hacer y hay más de 150 represas, de las cuales 54 son de porte, de acumulación”, dijo.
“Gracias a eso, desde los ‘70 nuestras bajantes se han enmascarado, porque las represas han aumentado los caudales menores, los mínimos, artificialmente. Entonces nos olvidamos de que existían las bajantes”, agregó.
Gestión intergubernamental
En cuanto a la relación entre Argentina y el resto de los países que integran la hidrovía Paraná-Paraguay, el presidente del INA comentó que existe un Comité Intergubernamental Coordinador (CIC) de los 5 países de la Cuenca del Plata (Paraguay, Uruguay, Brasil, Bolivia y Argentina) con el que “estamos trabajando muy bien. Esta bajante trae una parte positiva y es que se ha avanzado muchisimo. Justamente la semana pasada tuvimos un encuentro en la sede del INA con especialistas de los 5 países, las 5 cancillerías y en poco tiempo vamos a tener un producto que se llama SSTD: Sistema de Soporte a la Toma de Decisión, desarrollado en conjunto y por licitación de la consultora holandesa Deltares, una garantía”. Así, “vamos a estar a primer nivel mundial”.