Si la producción de insumos biológicos es una de las fronteras más promisorias de la ciencia y tecnología agrícola, su aplicación eficiente impulsó el desarrollo de una innovación que va un paso más allá. La clave es la biomatrix, una “cápsula” sólida y biológica que permite transportar, proteger y nutrir microorganismos benéficos para los cultivos hasta el lugar y el momento en el que pueden desplegar su mayor potencial de acción.
Biomatrix, nueva frontera de los productos biológicos
Por Álvaro Torriglia
AgriGlobal, una empresa familiar de base científica con sede y planta de producción en Balcarce, encontró la fórmula para que el trichoderma harzianum, un hongo que estimula el desarrollo radicular de la planta llegue pleno al destino, sin pérdidas y con menor costo de aplicación.
El vehículo es la tecnología biomatrix, un granulado hecho a base a polímeros de cereales, que transporta, protege y nutre al microorganismo hasta que crece y logra la interacción necesaria con el cultivo. Al “enterrarlo” junto a la semilla, junto con el proceso de siembra o fertilización, le da mayor “viabilidad” a la población aplicada, evitando las pérdidas que habitualmente se producen con la aplicación líquida.
Fase superior Este desarrollo único a nivel global es una suerte de “fase superior” de la producción de biológicos. La selección y utilización de microorganismos del suelo para mejorar o proteger los cultivos está en el centro de una ola que involucra a compañías globales y locales. Es un mercado que supera los u$s 5 mil millones y cuyo crecimiento impacta a la industria de los insumos, movilizando inversiones, adquisiciones y creación de nuevas empresas.
Pero una limitación de estos productos está asociada a la estabilidad que presentan cuando se los aplica en el campo. No todos los organismos sobreviven y esta restricción deriva en buena medida de su formulación y aplicación.
“Todas las empresas que producen biológicos lo hacen con formulaciones líquidas, cuya aplicación no es del todo eficiente, por eso nosotros, como especialistas en productos granulados, decidimos acercar esta tecnología”, explicó José Luis Tau, director de AgriGlobal.
Familia de ciencia Tau es ingeniero agrónomo y desarrolló su carrera en el Inta. Hace 28 años decidió volcar su experiencia en un emprendimiento y fundó una compañía dedicada al control de plagas (bichos bolitas, babosas, entre otros) a través de cebos granulados.
Con sede y planta en Balcarce, la firma abastece al 50% del mercado local de estos productos y exporta a Brasil, Uruguay, Colombia, Bolivia y otros destinos más distantes como Nueva Zelanda. Cuenta con 25 empleados directos y 40 vinculados, la mayoría de perfil científico y tecnológico.
Hace unos cinco años, contó Tau, decidieron hacer pie en el terreno de los insumos biológicos. Y, aun con las dificultades de la pandemia de por medio, construyeron una nueva planta de producción en el parque industrial de la localidad que vio nacer a Juan Manuel Fangio. Fue importante la intervención de la banca pública de fomento, el Bice, que financió parte del emprendimiento con créditos a tasas promocionales.
Inversión
AgriGlobal invirtió u$s 7,6 millones para levantar el complejo que, en la práctica, alberga dos procesos: el “clásico” en la producción de biológicos, que involucra la selección, mejoramiento y multiplicación del microorganismo seleccionado; y el “innovador”, que permite la combinación de los hongos con la matriz sólida que les servirá de protección y alimento una vez que se “siembren” junto a las semilla.
Laboratorios, máquinas fermentadoras, granuladoras, extrusadoras y secadoras conforman una biofábrica capaz de elaborar 3,6 millones de kilogramos anuales de Gradix, el producto que saldrá a la venta en los próximos días y estará disponible para la nueva campaña de trigo.
Este potenciador de crecimiento mejora el desarrollo radicular de la plante y le permite captar más agua y nutrientes. También otorga mayor protección contra patógenos y aumenta la disponibilidad de fósforo en el suelo Los ensayos realizados en los últimos años mostraron que los cultivos tratados con este producto mejoran su rendimiento promedio en no menos del 8%. Al cabo, este es “el objetivo final de este desarrollo”, señaló Tau.
El próximo paso será llegar con la formulación para la campaña de maíz, hacia el último cuarto del año. La idea es expandirlo también a la soja y otros cultivos, tanto extensivos como intensivos.
Una ventaja de Gradix es que, en casos como los del maíz y el girasol, cuyas semillas ya vienen con tratamientos desde los semilleros, se puede incorporar el agente biológico de manera independiente.
También es amplia la paleta de microorganismos con los que la empresa apuesta a trabajar. El origen fue una variedad de trichoderma. Los científicos de AgriGlobal trabajaron con el Inta Castelar en el aislamiento y selección de las cepas.
El segundo paso, la granulación, captó la atención del Empraba, el “Inta brasileño”, interesado en combinar sus microorganismos con la biomatrix desarrollada en Balcarce.
En Brasil hay más de 200 productos con trichoderma, pero, por razones de clima, las pérdidas por la aplicación líquida superan en algunos casos el 70%, explicaron en la empresa.
Nuevos destinos
Esta colaboración también les abre las puertas del gigantesco mercado sudamericano. En rigor, Federico Tau, gerente general de AgriGoblal, está convencido de que la demanda global será exponencial ya que “esta innovación es única en el mundo y no hay competidor actualmente”.
En simultáneo, la empresa trabaja en otros proyectos de combinación de la tecnología biomatrix con distintos activos biológicos. Entre ellos, un producto para control de babosas y un hormiguicida, con el Inta Castelar, y otro para control de bichos bolita, con la Universidad