El desarrollo foresto ganadero es posible y brinda múltiples beneficios. La experiencia que se lleva adelante el Centro Operativo Experimental Tacuarendí, en el departamento de General Obligado, confirma las ventajas del sistema silvopastoril y cómo esta alternativa productiva puede posicionarse en diferentes regiones de la provincia y de todo el país. La sustentabilidad gana terreno.
Los beneficios de los sistemas foresto ganaderos
Por Patricia Martino
La ganadería quedo en el ojo de la tormenta como contaminante atmosférico producto de las emisiones de dióxido de carbono CO2 y metano CH4. Sin embargo, los animales en pasturas y, más aún, en contextos silvopastoriles, pueden equilibrar emisiones y capturas, incluso ser carbono positivos.
El modelo de producción foresto-ganadero consiste en integrar en un mismo espacio la producción de carne y madera. Se plantan árboles en la zona destinada al pastoreo, sin desplazar a la ganadería. Con este sistema, el carbono que secuestra el componente arbóreo durante su crecimiento compensa las emisiones de metano del ganado. Se trata de un modelo de producción ya probado en algunas regiones de Argentina y el objetivo es extenderlo a otras áreas. La oportunidad pasa por certificar la producción como “carne carbono neutral”, una demanda que cada día tiene más peso a nivel global.
El ingeniero agrónomo Mario Monti explicó cómo la adopción de sistemas foresto ganaderos aumentan la rentabilidad de la producción agropecuaria e instó a los profesionales a capacitarse en esta área para fomentar su adopción.
Es que su implementación en establecimientos agropecuarios aumenta la rentabilidad de la producción, además de quedar demostrado que existen efectos positivos en el bienestar animal.
Los sistemas silvopastoriles son tendencia a nivel internacional. Países como Canadá, Estados Unidos, Colombia, Brasil y Australia están apostado fuertemente a la adopción de los sistemas agroforestales. En Argentina existen medidas de promoción que constan de reintegros económicos, beneficios fiscales y exención del impuesto para la superficie afectada.
“Hay incentivos. Lleva un tiempo desde la plantación hasta que el árbol ya tiene las características adecuadas, se estima un período de tres años, pero el productor entra en un esquema de baja de gases de efecto invernadero y también podrá obtener bonos de carbono”, precisó Monti en Agrovisión Profesional, la revista del colegio de ingenieros agrónomos de Santa Fe.
Consideró que las oportunidades laborales para los ingenieros agrónomos son muy importantes ya que la demanda internacional de carne carbono neutral cada día crece más. En algunos países el valor de la carne puede ascender hasta el doble solamente por tener certificación carbono neutro.
En el Centro Operativo Experimental Tacuarendí transformaron las plantaciones de caña de azúcar -tradicional en la zona- en alimentación animal, para pastoreo en forma directa o picado. En la cuenca cañera por excelencia muta la producción y por eso se apuesta al sistema silvopastoril. “Es un trabajo muy fuerte a nivel local que tiene un gran desarrollo social en la región, lo que se hace en el Centro Operativo Experimental Tacuarendí”, resaltó Monti en el marco del conversatorio “Camino al desarrollo foresto-ganadero santafesino” organizado por Ciasfe 4 que contó con la participación del médico veterinario Duilio Santana y los ingenieros agrónomos Elbio Lovisa, Carlos María Espíndola y Milvana Yaccuzzi.
Respecto de los animales por hectárea que se puede tener para compensar el carbono, según algunos estudios, se estimó que se podrían tener 20,62 cab/ha de cría y 13,12 cab/ha de invernada. Y actualmente hay medición de carbono en suelo. El resultado en 2 ha de Eucalyptus arrojó una absorción de 41,75 tn de CO2 x ha, emisiones de carbono en cría 2 tn CO2 eq. y emisiones en invernada 3,2 tn CO2 eq. La fijación de carbono se puede monetizar.
Si bien el modelo silvopastoril puede demandar una inversión de entre 700 a 1.000 dólares la hectárea, se trata de un proyecto a largo plazo con gran perspectiva de futuro. El desarrollo foresto ganadero genera un diferencial interesante. Para dejar en claro los beneficios del sistema Monti subrayó que “la ganadería es la caja chica, la forestación es la caja de ahorro”.
Ecobosques ganaderos
Los cambios en el consumo de alimentos están movilizados por el cambio climático, la huella ambiental y social. En respuesta a esas demandas, emergen iniciativas como la de la Chacra Aapresid de Agregado de Valor en Origen (AVO), conformada por empresas del agro interesadas en desarrollar alternativas de negocio con “triple impacto” (social, económico y ambiental), buscando diversificar riesgos, mejorar los resultados y agregar valor a través de la bioeconomía.
Ecobosques Ganaderos es uno de los proyectos estrella de la Chacra y se trata de un bionegocio que promueve la integración foresto-ganadera para lograr carne ecológica certificada y con balance neutro de C, madera de calidad y biomasa energética. El mismo busca desarrollarse en el norte santafesino, donde además de abundar los campos de aptitud ganadera y forestal, existe un polo de servicios e industrias relacionadas a la madera de amplio desarrollo.
Los sistemas silvopastoriles son una herramienta valiosa para el mejoramiento de los servicios ecosistémicos y la rehabilitación ambiental de paisajes ganaderos. “Por el lado del balance de C, estos sistemas perennes pueden no sólo ser C neutro - al compensar emisiones a partir del secuestro “fotosintético” de CO2 de las plantas -, sino C positivos, es decir, capaces de aportar a la “descarbonización” de la atmósfera”, dijo Jorge Gamabale, uno de los productores socios.
Estas virtudes están medidas por ensayos locales realizados por la Chacra, que ajustan modelos existentes para calcular el balance de C en sistemas argentinos. “Hablamos de capturas de 35 tn CO2eq/ha/año”, precisó Gambale.
“Para lograrlo, es indispensable desde lo técnico no solo un minucioso diseño del sistema sino extremar cuidados en sus dos primeros años”, agregó. El rodal inicia con una densidad de 600 árboles/ha (que más adelante se reduce), que deja lugar a callejones de pasturas de 10 m cada 2 pares de líneas de árboles. Allí las intervenciones oportunas de poda y raleo son cruciales para el correcto crecimiento de herbáceas y árboles. La especie elegida es inicialmente Eucalyptus spp., cuya madera tendrá como destino el aserradero.
En cuanto a la ganadería, “las pasturas elegidas son de Gramma rhodes+melilotus y serán manejadas con pastoreo regenerativo para sostener una invernada liviana (300 kg) y al mismo tiempo maximizar la captura de C del sistema”, comentó. La idea es ingresar con terneros (Brangus - Braford) de 160-180 kg a partir del 2º año de la forestación.
En vistas de diferenciar y posicionar esa carne C neutro, existen certificaciones específicas como el sello brasilero Meat Neutral Carbon (CCN) de Embrapa, que ya opera con empresas argentinas. “En otros países el valor de la carne puede ascender hasta el doble solamente por tener certificación C neutro”, precisó Mayco Mansilla, líder técnico del proyecto.
También barajan la posibilidad de ingresar al mercado de bonos de carbono, que si bien es incipiente en el país, “mundialmente crece a ritmo exponencial”. Para costear la fuerte inversión inicial que implica el proyecto, la Chacra apuesta al asociativismo para escalar en volumen y competitividad. Durante los primeros años, donde gran parte del capital está inmovilizado, buscan a obtener ingresos a partir de la venta de biomasa “energética” extraída de podas y raleos de los árboles y la venta de animales, que funcionan como “caja chica”.
Al ser una actividad intensiva demanda arraigo, personal fijo y mano de obra especializada e involucra a otros sectores como aserraderos, frigoríficos, fábricas de muebles. “Ahí está el impacto sobre el desarrollo económico local”, subrayaron.