Se viene la siembra de trigo pero antes es momento del barbecho. El ingeniero agrónomo Juan Carlos Papa, del Inta Oliveros, explicó cómo se pueden realizar tratamientos previos al cultivo de invierno para eliminar la vegetación existente e impedir nuevas emergencia.
Trigo y malezas: la importancia del barbecho
El período de barbecho es el que transcurre entre la cosecha de un cultivo y la siembra del cultivo siguiente. Es una etapa importante ya que durante la misma se almacenan recursos necesarios para el desarrollo del cultivo posterior.
“Llegó la hora del trigo, pero antes hay que pensar en el cortísimo barbecho, ver qué malezas tenemos. Lo más frecuente encontrarse con rama negra, caapiquí, lamium. Estás son las situaciones más simple que generalmente se resuelven con combinaciones glifosato, algún homonal como 2,4D. Como residual podríamos citar al metsulfurón metil, si la cobertura verde no es muy grande y no más de 5 gramos”, relató Papa.
Un lote puede presentar la emergencia de diferentes especies. Entre ellas se pueden encontrar rama negra (Conyza spp.), caapiquí (Stellaria media), perejilillo (Bowlesia incana), crucíferas varias (Brasica spp. Coronopus spp. Capsella spp.) o gramíneas como raigrás (Lolium multiflorum). Ante esta situación, se plantea la necesidad de un barbecho corto que dependerá de las necesidades del lote. En aquellos casos en que las malezas sean jóvenes y pequeñas se puede utilizar la aplicación de un herbicida.
Según las condiciones que se dieron se puede controlar con un herbicida de acción total como glifosato, eventualmente combinado con un hormonal como 2,4 D o dicamba suele ser suficiente para eliminar las malezas de hoja ancha (latifoliadas) y gramíneas susceptibles a glifosato.
En cambio, si se necesita aportar residualidad, desde el Inta Oliveros recomendaron el metsulfurón metil ya que tuvo un buen desempeño, además de contribuir al control de post emergencia. No obstante, en este último caso es importante que la cobertura verde viva no supere el 25%, ya que de lo contrario la residualidad puede resultar comprometida.
Si el lote presenta raigrás resistente a glifosato, se puede reemplazar por paraquat o por glufosinato de amonio, teniendo en cuenta que se trata de dos herbicidas que tienen exigencias particulares.
“Si nos encontramos alguna situación atípica como nabos de alguna crucífera resistentes lo podemos zanjar puede ser algún PPO (enzima protoporfirinógeno oxidasa) quemante fuerte como un piraflufen, carfentrazone. Eventualmente podemos reeemplazar al glifosato con paraquat. También podemos encontrar ray grass y en este caso es importante resetar el lote primero y luego recurrir a algún residual como puede ser Flumyzin o pyroxasulfone o herbicidas de reciente registro como la terbutilazina”, señaló Papa.
Si se toma la decisión de emplear un graminicida selectivo post emergente (fop o dim) para controlar el raigrás resistente a glifosato, es importante tener en cuenta que estos herbicidas no son residuales en el sentido estricto. Pueden presentar persistencia biológicamente activa en el suelo durante un período de tiempo variable.
Desde el Inta señalaron que los herbicidas no son sustancias “mágicas”. Su buen desempeño “está fuertemente condicionado por numerosos factores, y el estado de la maleza es uno de los más trascendentes”, explicaron los profesionales.
Por su parte, el Inta aconsejó que la toma de decisiones respecto al manejo de malezas debe tener una argumentación en base a los principios activos seleccionados. Además, las recomendaciones técnicas emanadas de un profesional ingeniero agrónomo asesor, que participa in situ en el diagnóstico de los diferentes casos, es importante.
“Recordemos que los herbicidas solos no alcanzan, el cultivo tiene que poner su parte, la secuencia, en el caso de trigo la elección del cultivar, la fecha de siembra, el adecuado manejo ayuda a que compita con la maleza favorablemente”, resaltó Papa.
El aporte del gusano blanco
En tanto, en la previa a la siembra de trigo, la ingeniera agrónoma Evangelina Perotti, de Inta Oliveros, habló de las bondades del gusano blanco.
“El complejo de gusanos blancos proporciona numerosos beneficios. Mejora la capacidad de infiltración o sus características fisico químicas y biológicos a través de orificios y galerías como la descomposición de materia orgánica”, indicó.
Sin embargo, dijo que la pregunta es cuándo comienzan a ser una plaga. Para esto dijo que hay que tener en cuenta dos herramientas: el monitoreo y la identificación de las especias.
“El muestreo de suelo, como siempre recomendamos, de una superficie de 25x50 y para esta época de año también podemos contar montículos de tierra removida por el gusano blanco. Para esto nos podemos valer de una azada, raspando la superficie y contando los orificios. Tener cuidado de no confundir con otras especies, como grillo cuyas galerías son oblicuoas y orificios ovalados”, precisó la especialista.
Perotti dijo que la recomendación es hacer más de 10 muestreos por lote y al número de larvas que se obtiene por metro cuadrado compararlo con el umbral que para el caso de trigo es de 5 a 6 lavas.
Densidad
“Las especies las identificamos tomando la larva y observando la distribución de zetas o pelitos del último segmento abdominal. Además la especie que es plaga del cultivo de trigo presenta la cabeza prácticamente lisa, sin vellosidad. El gusano blanco no está solo en el agroecositema, enemigos naturales como aves, moscas, avispas, hongos contribuyen al control natural de esta plaga”, puntualizó y recomendó que frente a altas densidades invitan a los productores agropecuarios a acercarse al Inta o su profesional de confianza para ver la mejor recomendación para su lote.