La bioeconomía se expande como sistema. El agregado de valor y lograr una economía sostenible son los desafíos. Así, mientras avanza el mundo, la bioeconomía es más circular, es decir que aumenta la base del carbono y no sólo es biomasa sino también desechos, residuos y CO2. Todo gracias a nuevos procesos y tecnologías. La región está empapada de bioeconomía, pero falta mucho camino por recorrer para capitalizar su máximo potencial.
Bioeconomía: una red de valor que se expande en el mundo
Por Patricia Martino
Los especialistas Jochen Dürr, de la Universidad de Bonn en Alemania, y Eduardo Trigo, mentor de la bioeconomía en Argentina, consultor y asesor en organismos internacionales como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), junto al moderador Marcelo Regunaga (GPS), hablaron en el Congreso de Aapresid “C: elemento de vida” sobre las tendencias en torno a la bioeconomía a nivel global y en América latina.
Dürr explicó qué es la bioeconomía. “Se trata de la producción, utilización y conservación de recursos biológicos, incluyendo el conocimiento, la ciencia, la tecnología, la información y la innovación de productos, procesos y servicios en todos los sectores económicos con el propósito de avanzar hacia una economía sustentable”, apuntó al tiempo que señaló que el desarrollo de la bioeconomía requiere innovación no sólo desde la tecnología, sino también en la parte institucional y social.
Sobre las tendencias en investigación y desarrollo dijo que vienen por el lado de los avances biotecnológicos a través de la creación de startups, nuevos procesos y nuevas materias primas para nuevos productos, en el contexto de una bioeconomía más circular.
En este sentido, Dürr remarcó que sigue siendo importante el impulso de las cadenas de valor, que se vuelven cada vez más complejas haciendo la economía más circular. De esta manera, la biomasa de “desecho” puede ser considerada insumo de otras industrias, como de la alimentación, industria de biopolímeros, biofertilizantes, energía, etc. “Varios sectores se entrelazan, intercambian. Es una red de valor”, subrayó.
Sobre el papel de los agricultores en la bioeconomía señaló que deben convertirse en productores de biomasa, pero también en compradores de biomasa, transportadores y productores de energía. Por ejemplo, con una planta de biogás en la explotación alimentada por biomasa dentro y fuera de la explotación.
En rigor, dijo que también es importante el rol como consumidores de productos a base de biomasa. Por ejemplo, utilizar biocombustibles para la maquinaria agrícola. Y sobre el rol de recicladores, dijo, los agricultores deben utilizar residuos de transformación de biomasa para fertilizar sus cultivos.
Uno de los mayores desafíos en el futuro próximo -planteó- es la descarbonización de la energía y transporte, sumado a un aumento de producción de materiales y químicos basado en la captación de carbono y el reciclaje.
Como ejemplo, mencionó materiales biorenovables a través de cáscaras de plátanos y nueces para hacer elásticos y otros productos con polímeros libres de plásticos. “Se pueden valorizar los desechos para alimentación humana o animal, bioproductos, usos industriales, desde bactericidas hasta biopolímeros, y por supuesto energía y biofertilizantes. Los desechos son una fuente muy importante”, señaló.
Sin embargo, Dürr, comentó que para la expansión de la bioeconomía todavía hay que resolver conflictos en las bases de los objetivos, como la disputa entre recursos para alimentación y energía. Otro punto que retrasa su despegue es el aún lento crecimiento del mercado de carbono y, en muchos casos, falta de financiamientos.
“Muchos países tienen estrategias y políticas nacionales, principalmente en Europa, pero también en otros países del mundo. Las estrategias difieren según la capacidad tecnológica, los recursos naturales y la ventaja comparativa”, resaltó y señaló que en África el foco es en bioenergía, en América latina más en alta tecnología, en Asia ligado a la alta tecnología y también I+D y en Europa es muy holístico.
Dürr habló de que hay un gran esfuerzo por estudiar la ciencia bioeconómica y dijo que las tendencias en I+D es sobre los avances biotecnológicos a través de una colaboración internacional y eso derivó en la creación de muchas startups y nuevos procesos, con nuevas materias primas que llevan a una amplia gama de nuevos productos. Además, “ahora se ve la bioeconomía más circular, es decir que aumenta la base del carbono, no sólo es biomasa, son desechos, residuos y CO2”. Todo gracias a nuevos procesos y tecnologías.
El especialista, planteó que en el escenario para 2050 hay que “claramente descarbonizar en energía y transporte fuertemente, pero la biomasa no va a ser suficiente, por lo menos la mitad tiene que venir de captación del CO2”.
Sobre el papel de la bieconomía en Alemania, relató que sigue enfocada en la bioeconomía tradicional de la industria alimenticia y agricultura. “Los nuevos sectores químicos, bioenergía, no han crecido tanto. No hay un cambio tan fuerte como se esperaba. Hay que pensar las causas”, indicó y recordó la polémica que se generaron sobre el uso del maíz, por ejemplo, para producir bioenergía y por eso además de la biomasa el punto es utilizar carbono y reciclaje.
Como parte del problema a resolver dijo que en el mercado aún no hay un gran despliegue de los productos bioeconómicos y consideró que tal vez la causa sea que “los productos fósiles aún son baratos y los consumidores que no conocen los productos”.
“Hay que pensar qué hacer. Educar a los consumidores y a las empresas, hablar sobre los beneficios de los bioproductos”, resaltó y se preguntó si Alemania fracasó en el camino de la bioeconomía, ya que invirtió mil millones de euros en I+D en la última década, hay tres estrategias nacionales, pero la base biogénica no cambió mucho.
Biodiversidad y mercados
Trigo, asesor de la Dirección del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, compartió su mirada sobre la bioeconomía en América latina, con algunas referencias a la Argentina. Comenzó aclarando que la bieconomía son recursos biológicos y conocimiento para hacer frente a los desafíos de esta época. “En ambos aspectos nuestra región está bastante bien”, resaltó.
Dijo que en lo que hace a recursos, la región cuenta con gran biodiversidad, potencial agrícola, y casi un tercio del agua dulce del mundo. Por el lado de los conocimientos, dijo, la región tiene una razonable base científica, invierte poco definitivamente, pero existen grandes plataformas para construir desde el punto de vista científico y tecnológico. Sin embargo, para ponerlos en el mercado, se requieren actitudes empresariales innovadoras, para dar el salto a la bioeconomía, que no están disponible fácilmente.
“El sur es un ejemplo concreto, la transición es posible. El potencial del modelo está, podemos imaginar senderos que nos lleven a donde queremos estar”, indicó y agregó que la región ha evolucionado hacia la bioeconomía, hacia la bioenergía y la biotecnología, que es adoptante muy temprana y también en estrategias carbono eficientes.
Puntualmente, en bioenergía la región es líder en bioetanol y biodiesel. No solamente de soja, maíz y caña de azúcar, sino de una gran variedad. Tanto de cultivos templados como tropicales, apuntó. “La importancia de la bioenergía sirve de plataforma para la química verde y otros desarrollos de productos asociados a la bioenergía, pero también marcos regulatorios que avanzan a estos nuevos mercados”, reseñó.
Trigo señaló que donde el impacto fue mayor es en la biotecnología. Su uso permitió importantes desarrollos a nivel local y las regulaciones en esta área son de punta. Como tecnología del futuro en la bioeconomía, se refirió a la edición génica. Una base que permite pensar que la bioeconomía está encaminada en la región.
“El próximo salto es hacia cambiar la base del carbono, que será un commoditie para el nuevo mercado. El gran desafío es cambiar para ser carbono eficientes y agregar valor a ese paso”, indicó el especialista.
También comentó que queda discutir la nueva institucionalidad que hace falta para aprovechar el futuro. En términos de gobernanza, aún falta adquirir la visión de desarrollo y llevarlo a un discurso político consistente. La bioeconomía dentro de un marco de políticas institucionales acordes pueden conducirnos a un nuevo desarrollo más sustentable, consideró Trigo.
“La bieconomía es una visión del desarrollo coherente, hacia donde va el mundo. Se ha avanzado mucho en la región, pero falta que el concepto sea adoptado como visión del desarrollo. Si bien la competitividad de América latina está en su base de recursos biológicos, la cuestión de conocimientos no se puede ignorar, y ahí se presentan brechas muy grandes, aún los que más inviernes están lejos de los líderes mundiales”, reseñó y citó que la relación entre Argentina y Estados Unidos es 1/10.