La agricultura, la sostenibilidad económica y el cuidado del medio ambiente pueden ser parte de un mismo sistema y el sector agropecuario encontró en la agricultura regenerativa el nuevo camino a seguir. Producir alimentos de alta calidad mientras se preserva la tierra que se cultiva, la biodiversidad y los recursos naturales de incalculable valor, como el agua y el suelo, es el desafío. En ese marco, la innovación y las tecnologías están puestas al servicio de este nuevo horizonte global. En Argentina, los hermanos Carlos y Marcelo Testa integran la empresa familiar “Agrícola Testa” que desde hace una década hace agricultura sustentable en el campo que tienen en el corazón productivo de la Argentina, en el partido de Pergamino. Y desde 2017 “La Chacra” es uno de los establecimientos que integran la red Bayer Forward Farming, un programa que busca mostrar que la agricultura moderna y tecnificada pueden ir de la mano con la responsabilidad ambiental y social.
Agricultura regenerativa: el nuevo horizonte del agro
Por Patricia Martino
Pioneros. Agrícola Testa certificó buenas prácticas agrícolas y mide hace varios años la huella de carbono.
Durante una recorrida por su establecimiento Marcelo Testa contó como implementaron -y continúan sumando- las propuestas de agricultura regenerativa de Bayer. Prácticas como la agricultura pro carbono, la digitalización, la rotación de cultivos, el uso del phytobac son habituales para estos productores que también arriendan 1.000 hectáreas en la zona y trabajan como contratistas unas 13 mil hectáreas en diferentes campos agrícolas del país. La agricultura regenerativa está transformando el campo.
Bayer Forward Farming es una novedosa red en la que la compañía trabaja en equipo junto con asociados y productores independientes de distintos lugares del mundo para mostrar cómo, a través de herramientas digitales y prácticas modernas, los agricultores pueden administrar negocios exitosos que ayuden a producir alimentos de manera sustentable. En Argentina eligieron a la familia Testa para demostrar todo lo que es posible hacer.
“Nuestro objetivo es producir granos de la manera más eficiente con el medio ambiente y para ello es necesario adoptar prácticas y tecnologías que estén en línea con esa premisa. Bayer nos propuso mostrar procesos productivos intensificados y eso es lo que venimos haciendo con La Chacra”, dijo Marcelo Testa e hizo referencia a la adopción de cultivos de cobertura como vicia antecesora de maíz y otros como centeno, vicia y triticales como antecesor soja y el resto del campo sembrado con trigo. “La idea es que el suelo esté cubierto la mayor parte del año. El objetivo que nos propusimos también era menos uso de fitosanitarios y menos aplicaciones de fertilizante, venimos trabajando en eso”, explicó.
El manejo de sustentabilidad ambiental realizado en el establecimiento de 130 hectáreas _donde comenzó su abuelo, continuó su padre Luis, siguen Marcelo y Carlos y ya trabaja la cuarta generación, con Ignacio (hijo de Marcelo)_ es referencia a nivel mundial. “La Chacra” es uno de los 26 establecimientos que integran la Global Farmer Network (GFN), una red internacional cuyo objetivo es compartir con los productores prácticas agronómicas sustentables.
“Esto se inició en 2014, cuando certificamos buenas prácticas con el Iram y eso generó interés en Bayer, que nos invitó a sumarnos a la propuesta, ya que reuníamos todos los requisitos”, recordó.
Desde 2018 en adelante la historia de los Testa dio un giro. Con una rotación agrícola que incluye soja, maíz y trigo y una política “siempre verde”, con cultivos de cobertura, el establecimiento le suma corredores biológicos donde abunda la biodiversidad. Es un verdadero ecosistema de productividad y sustentabilidad.
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A modo de resumen Marcelo contó que “se usa el 17% menos de fitosanitarios en dosis respecto de cinco años atrás”. Y en cuanto a los resultados productivos, señaló que los 3 últimos años de sequía no permitieron alcanzar los números esperados. “En esta zona llueven 900 mm por año y hace tres que faltan 400 mm por año y el fracaso de algunos cultivos son por la falta de agua”, aseveró. “Uno usa nutrientes, suelo, tecnología, pero después si no llueve el partido es complicado”, dijo al explicar que en ese campo “es todo secano, no hay equipos de riego”. Aunque “sí pudimos observar dos cortes de muestra: uno en el lugar donde no hacemos cultivo cobertura donde se ve cómo se empieza a regenerar el suelo”. Dijo que ese es el foco que se le puso al proceso, mucho más que mirar si era muy rentable o no.
Los resultados del trabajo que llevan adelante los productores se perciben en la “actividad” que hay en los corredores biológicos que están en el establecimiento, próximos a los cultivos extensivos nutridos con fertilización variable. “Sembramos alfalfa, trébol blanco y nabo, tratando de demostrar que las buenas prácticas y la calidad permiten mantener esa biodiversidad”, contó y remarcó que desde hace tres años, en esos espacios viven abejas, cuyas colmenas ya producen miel.
Marcelo está convencido de que la agricultura sustentable aporta al medio ambiente y consideró que el éxito del modelo depende de la gente y su actitud: “Hacemos siempre las cosas de este modo; no solo cuando nos miran o nos auditan”.
Para poder llevar adelante estas prácticas los Testas también lograron acordar contratos de arrendamientos por 3 años para, en las más de 1.000 hectáreas que alquilan, llevar adelante agricultura regenerativa. “Tenemos mil hectáreas arrendadas como productores y el 20% de esa superficie está con cultivos de cobertura. Hace 7 u 8 años empezamos a hacer contratos para tres años para adelante para poder entrar en ese ciclo de renovación, sería imposible invertir y saber que al año se terminaba el contrato”, indicó.
Referencia mundial
El modelo de agricultura sustentable que realizan los Testa incluye tecnología y labores seguras, como por ejemplo, a través del programa “Yo aplico responsablemente”, que forma parte de la certificación Iram 14.130 de Buenas Prácticas Agrícolas. Además, miden desde hace varios años la huella de carbono, un trabajo que se vio fortalecido con la incorporación al programa “Pro carbono” de Bayer, y que busca reducir las emisiones de C02 en la actividad agrícola.
Además de productores, Marcelo y Carlos son contratistas rurales. Heredaron el oficio de su padre y ellos se encargaron de profesionalizarlo y expandir su modo de hacer agricultura. “Comenzamos trabajando 200 hectáreas que hacía mi padre en la zona de Manuel Ocampo. Hoy ya hacemos unas 13 mil hectáreas de siembra en varias provincia”, destacó Marcelo.
Sobre la inversión que requiere llevar adelante esta forma de trabajo, apuntó : “Si cierra o no depende mucho del concepto que uno tenga”, dijo. Contó que en 2014/2015 certificaron pero no había forma de cobrar ese servicio, aunque el formato era ese. “El negocio que toques tiene procesos, orden, pero el sector agropecuario no lo tenía en un principio. Al comienzo era un costo, pero en algún momento empezamos a ver que era una inversión. Lo mismo pensamos de lo regenerativo, digámoslo es caro, sí, pero en algún momento hay que hacerlo”, dijo.
Para Marcelo “en algún momento hay que tratar de empezar” ya que “va a ser una exigencia y no se tratará de si puedo o no puedo”, dijo. Por eso, “antes de que pongan exigencia es mejor tener un camino recorrido”, indicó y planteó que “es difícil convencer al grupo de productor pensando que el negocio no es solo económico”.
Sumar tecnologías
El estricto monitoreo de los lotes para seguir de cerca su sanidad es parte de las buenas prácticas que hacen falta para llegar oportunamente al momento de realizar las aplicaciones. Por eso, evitar que el agua que se utiliza para lavar la pulverizadora escurra por el campo fue un tema a resolver. Para ello instalaron en “La Chacra” la tecnología Phytobac, de Bayer. Se trata de una “cama biológica”.
La estructura, diseñada para 16 mil hectáreas de pulverización, cuenta con una plataforma de cemento de 40 metros de largo por unos 10 metros de ancho donde se ubica la pulverizadora para su lavado. La leve inclinación del piso hace que el agua de lavado de la máquina drene a una cámara, y por intermedio de una bomba llene un tanque de 6.000 litros, el cual riega por goteo 24 tambores de un metro cúbico, que contiene cada uno una cama de tierra y paja de trigo. Su función es degradar los fitosanitarios que están en el agua por intermedio de los microorganismos que genera la materia orgánica.
“La idea es que cuando la tierra no tenga presencia de fitosanitario se vuelque al campo”, dijo Testa, uno de los referentes del establecimiento familiar en el que hoy trabajan 27 personas.