La tercera edición del Programa de Incremento Exportador (PIE) rompió con el monopolio del complejo oleaginoso en la obtención del subsidio estatal y extendió el tipo de cambio diferencial a actividades tan disímiles como la olivícola y la forestal, producciones vinculadas con todo el entramado de las economías regionales.
De dónde vienen los productos que van al dólar agro, más allá de la soja
Por Facundo Budassi
De acuerdo a la resolución 147 publicada en el Boletín Oficial el 21 de abril de 2023, días previos al lanzamiento del tercer PIE, las economías regionales son cadenas de valor que cuentan con un precio por tonelada exportada que duplica el valor promedio de exportación del universo de productos que comercializa la Argentina al mundo, ejerciendo en muchos casos el liderazgo a nivel mundial.
Las mercaderías contempladas en el programa son todas las que derivan de las actividades vitivinícola, olivícola, apícola, pesquera, forestoindustrial, lanera, como también de la producción de legumbres, ajo, té, maní, tabaco, limón, frutas –tales como la cereza, la ciruela y el arándano– y productos especiales que se destinan al mercado externo casi con exclusividad como el maíz pisingallo.
Pero también se contempla la inclusión de productos derivados de las cadenas de manzana, pera, naranja, mandarina, pomelo, arroz, kiwi, cebolla, y otras producciones con mayor relevancia a nivel local, como aceites esenciales, quinoa, lino, coriandro, orégano, pimiento para pimentón, manzanilla y árboles, arbustos y matas, de frutas o de otros frutos comestibles, incluso injertados
El mapa productivo
A diferencia del complejo oleaginoso, las producciones regionales pertenecen a una matriz estructural conformada por pymes que componen un conjunto de más de 30 cadenas de valor, cada una de ellas produciendo una variedad de productos que luego se venden localmente y al exterior.
Su composición pyme convierte a las economías regionales en un sector de mayor generación de empleo, que según datos oficiales alcanza el millón de trabajadores en el marco de un entramado productivo distribuido en todo el territorio nacional.
Acaparando cerca del 20% de las ventas externas de la agroindustria, el dólar a 300 pesos al que acceden los productos de las cinco regiones productivas del país se vierte sobre producciones que el año pasado facturaron u$s 11,9 millones en sus despachos externos, lo que las convierte en actividades que adquieren un peso para nada desdeñable dentro del total del sector.
Aún así y de acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR),en los últimos cuatro años, se puede observar una tendencia decreciente de la participación de las economías regionales dentro de las exportaciones totales, pasando del 17,5% en 2020 al 13,1% en términos de valor para 2022, lo que demuestra la existencia de un potencial espacio para el crecimiento. Esta cuestión invita a pensar en que la necesidad de subsidiar estas exportaciones sea mucho más importante que hacerlo para el complejo oleaginoso.
En suma, para las producciones locales el dólar agro significó una fuerte ampliación de sus rentabilidades ya que permitió que los ingresos de las empresas regionales sean percibidos a un tipo de cambio muy superior que al que pagaron, y se pagan, sus costos. Estos, se encuentran anclados a la cotización oficial del dólar lo que permite estimar mejoras cercanas al 40% nivel de ganancias de las empresas exportadoras.
Un lugar en el complejo
Los datos de BCR permiten analizar la participación de cada una de las producciones alcanzadas por el tipo de cambio diferencial. La foto muestra que el sector de la “Pesca” es el que más ventas externas aportó al sector agroindustrial, concentrando el 15,7%.
Lo siguen de cerca los productos lácteos con un 13,6% de participación total dentro del complejo agroindustrial sumando a lo largo del 2022 u$s 1.675 millones en envíos al exterior.
Del total producido, de acuerdo a datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), el 26% se destina a los mercados externos.
Por otro lado, la cebada acumula un 10,4% de participación, respectivamente. Este último sector, además, concentra el 32% del tonelaje de exportación.
En cuarto lugar se encuentra la cadena de valor del maní donde la industria argentina de esta semilla posiciona al país como noveno exportador mundial.
Alrededor del 90% del maní se produce e industrializa en la provincia de Córdoba, lo que lo transforma en una economía regional sumamente importante para dicha jurisdicción.
En lo que respecta al complejo agroindustrial, el maní, cuenta del 6,5% en cantidades, mientras que aporta el 8,9% en términos de valor.
En los últimos años Argentina se ha consolidado como el primer exportador mundial de maní de calidad. El destino primordial del maní nacional es la industria de snacks y confituras. El consumo de maní y productos con maní es un hábito alimentario arraigado y tradicional en muchos países del mundo. A diferencia de China, India, Nigeria, Brasil, Senegal y otros orígenes, Argentina y los Estados Unidos compiten en el mercado del maní de alta calidad para consumo humano.
En quinto lugar se ubica la vitivinicultura, actividad que durante el año pasado exportó alrededor de u$s 998 millones. Evidentemente las principales producciones provienen de la región de Cuyo. Gracias a las elaboraciones cuyanas Argentina es el décimo exportador de vinos no espumosos y mosto, despachando el 19% del total que se produce.
Los principales destinos de exportación del vino argentino son Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Canadá y Países Bajos.
El resto de las exportaciones nacionales como el limón, el té y las legumbres poseen de una alta inserción internacional con amplias capacidades de aumentar sus colocaciones. En este sentido, el trabajo de las relaciones diplomáticas y la profundización de los lazos comerciales se vuelven un eje clave para impulsar la capacidad exportadora de las regiones del interior quienes poseen amplias capacidades de cooptar mercados externos.