Los principales referentes de la cadena de la soja buscarán retomar las negociaciones con China para poder abrir el mercado de harina de soja y recuperar un flujo comercial de aceite que fue perdido en el año 2007 e intentarán sortear el efecto de la guerra comercial entre ese país y Estados Unidos.
La cadena oleaginosa busca alternativas ante la guerra comercial
"Tenemos una gran oportunidad de sustituir parcialmente el abastecimiento de Estados Unidos, por lo tanto hay que seguir trabajando a nivel público y privado para lograr este objetivo en los próximos meses", anticipó el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentinia (Ciara), Gustavo Idígoras, al referirse a los desafíos de los mercados para la agroindustria oleaginosa.
El también consultor internacional de agronegocios remarcó que se presenta muy atractivo para la Argentina el mercado de India. "Es muy importante ya que el 50 por ciento de todo el aceite de soja que se produce en Argentina se consume en India y consideramos que las discusiones futuras pasarán por bajar los derechos de importación que se encuentran en un 45 por ciento", agregó.
En este sentido, resaltó que en noviembre habrá una negociación entre el Mercosur y este país asiático para tratar de lograr beneficios arancelarios. "Otras oportunidades comerciales se presentan en las negociaciones del sector con la Unión Europea y el Mercosur. Son temas vigentes que podrían cerrarse sobre fin de año", aseguró.
Por otra parte y según el especialista, el biodiesel argentino tiene posibilidades de retomar las negociaciones con Estados Unidos a partir de la visita del presidente Donald Trump a la Argentina. "Estamos evaluando una nueva chance de recuperar ese mercado a partir del año 2019", dijo el ejecutivo.
MEJORAR. Durante las próximas décadas, la Argentina deberá enfrentar grandes desafíos productivos. Uno de ellos pasa por incrementar la producción de la oleaginosa sin ampliar la zona de producción. Todo, a través de tecnologías que mejoren el rendimiento y generen respuesta a las problemáticas fitosanitarias actuales como la resistencia a malezas, la proliferación de hongos e insectos.
Idígoras considera que en este sentido la propiedad intelectual es una herramienta fundamental para obtener esta trilogía.
Al mismo tiempo, estima que la ley de semillas precisa una urgente modificación y actualización. "Se remonta al año 1973, cuando casi no existía el cultivo de soja en el país. Es importante consagrar un marco regulatorio que le permita al desarrollador local e internacional poder lanzar tecnologías y cobrar regalías", subrayó agregando que actualmente el Inta está cobrando estos derechos únicamente en Bolivia y Brasil.
"Nos preocupa la proteína, porque en términos comparativos con los demás países proveedores de soja, Argentina se encuentra por debajo los estándares internacionales, a diferencia de la harina que nos coloca en una mejor posición por su buena composición en materia de fibra. De esa manera se puede sustituir y equilibrar el mercado ante la falta en proteica", expresó Idígoras.
Todo apunta a una mejora, más allá que la industria de la molienda de Argentina tenga una capacidad de procesamiento para soportar cerca de 66 millones de toneladas. Para muchos, significa la necesidad de crecer más de un 20 por ciento para dar respuesta a la capacidad de crushing, industrialización y exportación del país.
"Existen tecnologías, si se respeta la propiedad intelectual, para lograr este avance productivo. En Estados Unidos, ya se pudieron mejorar los rendimientos y los costos de producción y se achicaron los gastos en el uso de insecticidas, agroquímicos o productos para atenuar la resistencia de las malezas. Se puede alcanzar una mejora de rendimientos que implicarían directamente en ese mayor porcentual de producción que estamos buscando", detalló el especialista.