Cuando se seleccionó a Río de Janeiro sede de los Juegos Olímpicos de 2016, el zika aún no había llegado a Brasil. Hoy, después de invertirse miles de millones de dólares en la preparación, el estado de Río de Janeiro posee la segunda mayor cantidad de personas que se sospecha portan el virus. ¿Habría que posponer los Juegos Olímpicos o realizarlos en otro lugar?
¿Se puede ir a los Juegos Olímpicos en Río?
Se trata de una decisión difícil, y los hechos todavía no están del todo claros. Por esta razón, el mes pasado fui uno de los 223 científicos, especialistas en bioética y expertos en salud pública firmantes de la carta abierta a Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud, en la cual pedimos convocar a un grupo independiente que asesore a la OMS y al Comité Olímpico Internacional en un proceso transparente que pueda aportar la evidencia necesaria para evaluar si compensa alterar un gran evento deportivo mundial en aras de proteger la salud pública.
El virus del Zika no es nuevo, pero la cepa que entró a Brasil en 2013 es más peligrosa que alguna de sus variantes conocidas. Un estudio publicado el mes anterior en el New England Journal of Medicine confirmó que cuando la enfermedad afecta a una mujer embarazada, puede impedir el desarrollo cerebral del feto y causar un raro mal conocido como microcefalia. En los casos más graves es incompatible incluso con que el bebé llegue a tener una vida independiente.
El brote de Zika en Brasil se ha relacionado con una forma particularmente devastadora de microcefalia conocida como 'secuencia disruptiva del cerebro fetal'. Hasta que llegó a ese país, sólo se habían registrado unos pocos fetos con esa condición. Últimamente, un estudio de 35 fetos con microcefalia en dicha nación determinó que 11 de ellos la sufrían.
La investigación más reciente que confirma el vínculo entre zika y microcefalia se basa en un estudio, publicado dos meses antes, de mujeres embarazadas en Río de Janeiro con síntomas característicos de la infección por zika. De entre las futuras madres cuyo contagio se confirmó, el 29 por ciento llevaba fetos con una anormalidad grave. Ninguna de aquellas en quienes no se confirmó tenía en su vientre un feto anormal.
En los adultos, el virus del zika genera fiebre alta y sarpullidos, pero lo más sorprendente es que existiría una relación con el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno devastador y potencialmente letal que puede provocar parálisis por meses o incluso años. Aún no se conocen con exactitud los riesgos de que un adulto infectado con zika desarrolle tal síndrome.
La OMS declaró al zika una "emergencia de salud pública internacional" y aconseja a las gestantes no viajar a tierras brasileñas. ¿Pero qué ayuda es quedarse en casa si otras personas traen el virus desde Río? Se espera que 500.000 visitantes presencien los Juegos, y es probable que eso ocurra en varios países donde ya hay presencia del aedes aegypti, el mosquito transmisor.
Se plantearán dos argumentos contra esta razón para posponer o cambiar el lugar de las justas deportivas. El primero es que en invierno se reduce el riesgo, pues hay menos mosquitos y Brasil está recurriendo al ejército para fumigar las áreas donde se crían. Pero, tal como planteara hace poco Amir Attaran, profesor de derecho y salud de poblaciones en la Universidad de Ottawa, la transmisión del dengue, un virus relacionado con el zika y transmitido por la misma especie de mosquito, se reduce pero no llega a cero en el invierno carioca.
En cuanto a la fumigación, Attaran duda de su eficacia, porque en Río ha habido un agudo e inexplicable aumento del dengue este año. En los alrededores del parque olímpico, han aparecido más casos de dengue en el primer trimestre del 2016 que en todo el 2015.
La segunda respuesta es decir que de todos modos llegan a la ciudad millones de turistas todos los años, por lo cual es inevitable la propagación del zika a otros países donde esté presente el aedes aegypti, y que es poca la diferencia si los visitantes que lo hayan llevado presencien también los Juegos. Como resultado del brote brasileño se ha acelerado la investigación y es razonable esperar el desarrollo de una vacuna, un medicamento antiviral u otra forma de combatir la infección o su propagación.
De manera que tiene gran importancia conocer en qué momento se expanda la infección. Si los Juegos se realizan, llegarán a Brasil turistas de muchos más países que en caso contrario. Si llevan el zika a regiones con aedes aegypti y sistemas sanitarios inadecuados (por ejemplo, África occidental o sur de Asia), podrían ocurrir millones de contagios antes de que aparezcan medios eficaces de prevención o cura.
La OMS ha declarado que, de cancelarse los Juegos Olímpicos, "se pondría en riesgo la enorme inversión que los atletas y otros actores han hecho para preparar la que debería ser una ocasión fantástica". No hay duda de ello, pero lo adecuado es ponderarlo frente al riesgo de propagar un virus peligroso. La Carta Olímpica señala que la responsabilidad social y el respeto a los principios éticos fundamentales son elementos esenciales del movimiento olímpico.
Pasar por alto la amenaza que significa el virus del Zika para adultos y bebés no nacidos no es ético ni socialmente responsable. Quizás el peligro sea lo suficientemente bajo como para darle vía libre a los Juegos Olímpicos de Río (que en todo caso se podrían posponer en lugar de cancelar), pero también es posible que no sea así. El mundo debería mantenerse al margen hasta que expertos calificados pongan todos los hechos sobre la mesa.
Peter Singer (*)
El Tiempo (Colombia)(*) Profesor de bioética en la Universidad de Princeton y profesor laureado de la Universidad de Melbourne.