A mediados de junio, las multinacionales agroindustriales Bunge y Viterra anunciaron una operación de fusión por u$s 8.200 millones. En rigor, se trata de una compra por parte de la primera a la segunda compañía para crear a un verdadero gigante del negocio agrícola mundial. El economista Sergio Arelovich, coordinador de Mate y asesor de la federación nacional de trabajadores del complejo oleaginoso, trazó un primer análisis de esta movida, tanto en el plano internacional como local.
Granos: cambios en los grandes jugadores
“Por lo que se conoce a través de la prensa, se trata de una operación de fusión por absorción, es decir que Bunge se queda con Viterra pero esta no se queda sin nada”, explicó durante una entrevista con el programa radial La Banda Cambiaria.
Y señaló que el volumen de la operación sería e u$s 8.200 millones, de los cuales u$s 2.000 millones serían en efectivo y el resto en acciones. Viterra pasaría a ser una asociada de la nueva compañía fusionada, que sería Bunge. “Una cosa interesante es que entre las dos compañías declararon una facturación de u$s 121 mil millones en 2022; en 2021 habían facturado u$s 99 mil millones y en 2020 u$s 69 mil millones, hay un ritmo de crecimiento muy importante por parte de Viterra”, completó.
La nueva compañía sería muy grande y es probable que termine desplazando a Cargill. “Uno puede entender esta fusión como parte del movimiento que hay en el terreno de los grandes jugadores de cereales y oleaginosa; y se puede leer en parte como consecuencia de las novedades en el funcionamiento societario que aportaron en los últimos tiempos otras multinacionales, como Cofco y Dreyfus”, describió.
Citó, en ese sentido, que “Cofco tiene una capacidad de financiamiento a los productores que no tienen el resto de los competidores y, para poder acercarse a eso, la familia Dreyfus en marzo del año pasado decidió vender el 43% a un fondo de inversión árabe”.
En la misma línea, para Arelovich, la fusión de Bunge y Viterra obedece a “una necesidad de consolidación de capacidad de financiamiento en términos de su actividad central”, que es la de originadores. “La acumulación de excedente es consecuencia del lugar privilegiado que ocupan por la alta concentración de la explotación de los productos del suelo pero también está metido el negocio financiero, la autonomización de esta parte del negocio influye sobre la producción, lo cual puede tener su impacto sobre el empleo y la actividad”, señaló.
En Argentina, es probable que se sienta el impacto. “Tanto Bunge como Viterra tienen ya instalaciones muy importantes de procesamiento de embarque de granos, esto puede puede generar alguna perspectiva inquietante para lo que es la industria aceitera”, advirtió.