Los gobierno de Argentina y Brasil anunciaron su decisión de impulsar una moneda común e invitaron a los países sudamericanos a formar parte del proyecto. Más allá de la apuesta a una estrategia de muy largo plazo, el objetivo es la meta de una decisión más urgente relacionada con relanzar el proceso de integración regional.
Brasil y Argentina estrechan lazos energéticos y productivo
Gustavo Garello
En el marco de la primera visita presidencial de Lula al país, el ministro de Economía, Sergio Massa, y su par brasileño, Fernando Haddad, presidieron un encuentro de empresarios de ambos países. Allí, el titular de la cartera económica local destacó tres elementos que integran los ejes del gran acuerdo de integración que firmaron las dos naciones: la moneda común, que tendrá su capítulo más próximo en la ampliación del sistema de compensación; la integración energética, que apuesta a desarrollar las obras de infraestructura para proveer gas a Brasil; y el financiamiento del BNDES brasileño para proyectos en Argentina.
“La decisión de Argentina y Brasil es empezar a trabajar para lograr una moneda común de ambos países y con invitación a otros países de la región, para encontrar un instrumento económico y comercial que habilite a profundizar el sistema de comercio entre ambos países y dentro de la región y el Mercosur”, dijo Massa. Sostuvo que “ese instrumento debe tener el reflejo del PBI de cada uno de los países, en términos de participación, que tenga el reflejo de cada una de las monedas de los países y que no significa resignar las monedas de cada uno de los países, sino encontrar un elemento denominador común comercial que refleje la potencia del producto bruto de la región”.
El jefe del Palacio de Hacienda puntualizó que “esta es una región que en el último año ha exportado más de 600.000 millones de dólares que ha tenido resultado positivo por más de 80.000 millones de dólares, y eso reflejado en un instrumento monetario de comercio nos puede dar la libertad a nuestras empresas en términos de comercio bilateral y fortaleza a la hora de negociar con otros bloques económicos”.
Y señaló que el tercer desafío es el de la integración energética. “Nuestra región, Argentina y Brasil, hoy encuentran un límite al crecimiento industrial y al abastecimiento de nuestras poblaciones producto del declino que viene sufriendo la cuenca de Bolivia. Entendemos que infraestructuras regionales para el desarrollo apalancadas por el BID, la CAF, como es el caso de la obra del Gasoducto, pero también apalancadas por acuerdos bilaterales, tienen la centralidad de permitirnos procesos o proyectos que tengan ganancia para ambos países”, dijo. El desafío, explicó, es que Vaca Muerta llegue a Brasil.
El relanzamiento de la relación bilateral entre las dos economías más grandes de sudamérica encarna una doble necesidad: la de Argentina de conseguir dólares o al menos dejar de perderlos, y la de Brasil de recuperar su perfil industrial exportando en el subcontinente. Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, Y Argentina es el numero tres de Brasil, sólo superada por China y los Estados Unidos. Estos niveles de asociación implican que ambas economías sudamericanas se encuentran profundamente vinculadas. Cada vez que Brasil crece, Argentina lo hace. El vecino país se llevó, en el último año, el 14% de las exportaciones argentinas por un total de u$s 12.000 millones. Las compras a ese país representaron el 20% de las importaciones nacionales, por aproximadamente u$s 15.000 millones, ubicándose en el segundo lugar después de China. Para Brasil, Argentina constituye el 7% de su comercio exterior.