Tras recorrer un largo camino, el trigo tolerante a la sequía desarrollado en tierras santafesinas llegó a uno de los destinos más deseados. Estados Unidos otorgó la autorización total para producir y comercializar la variedad HB4, propiedad de la biotecnológica local Bioceres, sumándose así a Argentina, Brasil y Paraguay.
El trigo tolerante a la sequía cumplió el sueño americano
Estados Unidos autorizó en ese país la siembra y comercialización del HB4 de Bioceres, una tecnología desarrollada por científicos locales
Por Álvaro Torriglia
La decisión representa el aval de la principal potencia global, que no sólo es el principal productor de granos del mundo sino también el país que tiene uno de los sistemas científico-tecnológicos más importantes del planeta. Estados Unidos produce unas 45 millones de toneladas de trigo anuales.
El Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales (Aphis) evaluó al trigo HB4, un desarrollo transgénico que transfiere la tolerancia a sequía del girasol a otros cultivos, y determinó que no presenta un riesgo en comparación con el trigo convencional. “Esta decisión se basó en una revisión detallada que incluyó el análisis del fenotipo de este trigo genéticamente modificado, su posible impacto en el ambiente y sus características”, detalló Bioceres en un comunicado.
La Aphis concluyó que este trigo no representa en sí mismo ni contribuye con plagas vegetales y, por lo tanto, no está sujeto a la regulación descripta bajo el 7 CFR parte 340. De esta forma, así como cualquier progenie derivada de él, puede ser cultivado en Estados Unidos sin restricciones. Esta autorización también se aplica a cualquier cruza con plantas no modificadas o con otras plantas modificadas que no estén sujetas a estas regulaciones.
Dos años atrás, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) de Estados Unidos había aprobado este trigo para consumo. Ahora, ese mercado se convirtió en el cuarto que otorga la autorización total para producirlo y comercializarlo. Este desarrollo también se está sometiendo actualmente a pruebas de campo en Australia, otro de los grandes productores de trigo del planeta.
El HB4 ya fue aprobado para consumo humano y animal en otros siete países: Australia, Colombia, Indonesia, Nueva Zelanda, Nigeria, Sudáfrica y Tailandia. También se presentaron solicitudes en Bolivia, Filipinas, Uruguay y Vietnam (para consumo humano y animal, y cultivo).
El trigo resistente a sequía fue desarrollado en la Argentina por Raquel Chan y su equipo del Conicet, junto a un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral y Bioceres.
Su historia es el contraejemplo del plan oficial de demolición que hoy se abate sobre el sistema científico argentino, y se constituye en un emblema del peso que la economía del conocimiento adquirió en la economía nacional.
Durante quince años, Chan y su equipo se propusieron estudiar cómo las plantas se adaptan al medio ambiente. El primer descubrimiento, en 2001, fue un gen del girasol que confiere tolerancia al estrés por sequía. Lo colocaron en una planta de Arabidopsis thaliana, que usaron como modelo de laboratorio, y obtuvieron buenos resultados. En 2004 el Conicet y la UNL patentaron esa construcción genética que contenía el gen de girasol Hahb-4 y lo licenciaron a Bioceres, conformando una alianza pública privada exitosa. En 2012 el equipo de investigación oficial logró repercusión internacional al desarrollar la tecnología HB4, la primera transgénica desarrollada íntegramente en Argentina.
En situaciones de restricción hídrica, este gen se activa manteniendo la fotosíntesis y generando antioxidantes y osmoprotectores para que la planta siga produciendo. De esta manera, retrasa la senescencia y reduce los efectos del etileno.
En el caso del trigo, en ensayos realizados desde 2009 hasta 2016 se registraron incrementos de rendimiento promedio de 20 por ciento en situaciones de estrés hídrico moderado. En la campaña 2022/23, más de 20 ensayos realizados en las principales zonas productivas del país, mostraron un rendimiento hasta 40% superior respecto al cereal tradicional o convencional.
Chan, el cerebro detrás de este desarrollo, es una eminencia en el ámbito científico. Multipremiada, fue señalada por la BBC como una de las diez personalidades de la ciencia más destacadas de América latina. Estudió en la escuela superior de comercio Carlos Pellegrini, se formó como Bioquímica en la Universidad Hebrea de Jerusalén, obtuvo un doctorado en la Universidad Nacional de Rosario y realizó su posdoctorado en el Instituto de Biología Molecular de las Plantas de la Universidad Louis Pasteur, en Francia.
La potenciación con Bioceres
Su gran aliada en esta aventura es Bioceres, la firma creada en el convulsionado diciembre de 2001 por un grupo de productores que decidió apostar a la inversión en ciencia y tecnología. De sus 23 socios fundadores saltó a los 400 actuales. Hoy es un grupo global, Bioceres Crop Solutions, que cotiza en el Nasdaq. Precisamente, esta semana sus acciones mostraron una fuerte suba.
El convenio de vinculación que permitió introducir el evento aislado por Chan en trigo y soja fue la plataforma de arranque y emblema reputacional de la compañía, que hoy cuenta con una cartera de productos y servicios enormemente diversificada, siempre en el ámbito de las llamadas ciencias de la vida. En su recorrido, fue tejiendo asociaciones con empresas de todo el mundo, adquiriendo firmas en el país y en el exterior, y desarrollando un abanico de spin off que piden pista para convertirse en nuevos unicornios. Su plataforma de innovación, el Instituto de Agrobiotecnología de Rosario (Indear), es el principal polo de investigación de América latina en ese rubro. En 2021, la compañía firmó un convenio con el gobierno provincial para crear del SF 500, un fondo para apoyar a emprendedores de base científico tecnológica.
“Así como la soja transgénica y la biotecnología permitieron un salto en un momento, ahora hay que buscar otro salto, la transición de la agricultura granaria a la posgranaria es el mayor impacto que podemos imaginar en el corto plazo, Bioceres está identificando las oportunidades y trabajando en plantas de baja escala que permitan industrializar biomasa”, señaló Federico Trucco, CEO de Bioceres, durante una entrevista con Agroclave en 2019.
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De hecho, el mismo programa Generación HB4 va más allá del desarrollo del trigo resistente a sequía. Ofrece un portafolio de productos biológicos enmarcados en la promoción de la agricultura regenerativa, que buscan reemplazar el uso de productos químicos. Todo con trazabilidad, midiendo lo que hace el productor y la huella de carbono.
Roberto Bisang, economista, docente e investigador de las universidades nacionales de Buenos Aires y Tres de Febrero, acuñó el concepto de biodesarrollismo para explicar cómo la bioeconomía puede convertirse en el modelo el desarrollo económico de la Argentina.
Es una tarea, indudablemente, que requiere de la asociación público privada, y que demanda la preservación del recurso científico. “Si seguimos entendiendo al gasto en ciencia y tecnología como gasto no tenemos futuro. Si en cambio lo vemos como una inversión y empezamos a ver que sea pertinente y genere un impacto en el mundo real, vamos a ver que es lo que más efecto multiplicador tiene”, señaló Trucco en aquella entrevista.
Un poco más acá en el tiempo, la propia Chan señaló: “No solo hace falta capacidad técnica y humana para alcanzar este tipo de innovaciones. Ni siquiera son suficientes los recursos económicos. Es importante, también, contar con un factor ambiental que posibilite experimentar. Pero, principalmente, apoyarse en un acuerdo público-privado”.