Por estos días, los pronósticos climáticos son más consumidos que las encuestas electorales. El retorno de las lluvias este fin de semana, luego de un agosto seco, es el evento más anunciado y esperado. Según los climatólogos, la distribución será dispar pero con un aliciente: se trataría de un cambio en el patrón regional que indicaría la llegada del Niño con precipitacones bajo el brazo. El momento es clave. Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA), 30 milímetros por estos días harán la diferencia para que las lluvias le den salida a los problemas financieros que enfrenta el sector. Ayudarían a que el trigo brinde la producción suficiente para pagar los alquileres y permitiría sembrar maíz en septiembre, para llegar a marzo con disponibilidad financiera.
Unas gotas de esperanza para las campañas de trigo y maíz
“Según los modelos numéricos predictivos, la distribución de las precipitaciones se mantendrá sobre la franja este durante la primera década de septiembre”, dice el consultor Alfredo Elorriaga en el último reporte de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) que depende de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Desde Aldao a Rosario, los técnicos consultados por ese servicio, explican lo que significa el regreso de las lluvias para el trigo: “30 milímetros le cambia la cara al cultivo, mantiene expectativas productivas. Pero por sobre todo, aseguraría media cosecha triguera y posible ingreso en diciembre”.
La otra línea que relaciona clima, agronomía y finanzas es la importancia que tiene concretar la intención de siembra de maíz durante setiembre. “Lo ideal sería contar con más de 50 mm a principios de setiembre para sembrar tranquilos. Pero si llueve 30 mm se va a sembrar, pensando en la mejora de lluvia que promete el Niño”, resumen los técnicos.
Los pronósticos indican que las tormentas que llegan inician un período de inestabilidad hasta el 8 de septiembre. Esto es fundamental en una región, como la núcleo, que despide agosto con muy poca agua. En todo el mes suele llover entre 10 mm en el sector oeste y 30 mm en el este. Sin embargo, el promedio acumulado mensual de toda la región es de 4 mm. Como se puede apreciar en el mapa, las localidades del NE bonaerense son las que se quedaron con la mayor carga de agua.
Hace dos semanas atrás, casi la mitad del cultivo se encontraba en muy buenas condiciones. Hoy 100.000 hectáreas se conservan en este estado, es decir solo el 10% de la siembra. La falta de agua que arrastra el cultivo llevó a los cuadros regulares de 15 a 22%.
Los productores vienen muy golpeados de la histórica sequía de la campaña pasada. El AgBarometer que realiza el centro de estudios de la Universidad Austral recogió en su encuesta trimestral que ocho de cada diez productores manifiesta tener problemas financieros, derivados de aquel desastre climático. Igualmente, mejoran las expectativas futuras, por cuestiones climáticas y políticas. De ese modo, el índice de confianza que mide esa casa de estudios se elevó 6% respecto de la medición anterior.
Lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, decía palabras más o menos un pensador que seguramente no tiene mucha prensa en la comunidad de agronegocios. Pero lo cierto es que mientras se mira al cielo para garantizar la campaña de la revancha, las consecuencias del desastre productivo del último ciclo se siguen sintiendo.
Esta semana se conoció que la empresa Vicentin paró las plantas industriales de San Lorenzo y Ricardone por no tener soja para procesar. La parálisis será por seis meses, durante los cuales los empleados alternarán vacaciones con tareas de mantenimiento. La cerealera que defaulteó por u$s 1.500 millones en 2020 tiene sus problemas propios pero la escasez de grano para moler golpea a toda la industria, que tiene una capacidad instalada anual superior a las 60 millones de toneladas, y se enfrenta a una producción de soja de 22 millones de toneladas en la última cosecha.
El gobierno nacional la incluyó en el paquete de anuncios que formuló el ministro de Economía, Sergio Massa. Les permitirá disponer libremente del 25% de las divisas liquidadas, lo que podría ser volcado a mejorar las ofertas por la oleaginosa.
El secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, también anunció un plan facilitar el acceso a fertilizantes para el nuevo ciclo, al tiempo que confirmó la eliminación de retenciones a la exportación para los productos procesados de economías regionales. Pese a este mar de fondo, las inversiones no se detienen en el sector.
Productores y técnicos de los alrededores de Rosario a Aldao, consultados por GEA, analizan que “si los recientes cambios son efectivos para que la soja tenga una mejora de valor que la lleve a los $ 150.000 por tonelada, va a haber una transferencia de granos a insumos o a achicar el descubierto bancario”.
A dos semanas de iniciar la siembra maicera 2023/24, la precampaña “sigue muy fría” . Quizás tenga que ver con que “todos los días cambian los precios, es imposible planificar”, advierten en María Susana. Conclusión: “Las ventas de insumos están paradas, sólo hay consultas por herbicidas preemergentes”, dicen en Carlos Pellegrini.
Y sin embargo, se mueve. La empresa Nova, de Cañada de Gómez, presentó esta semana en Rosario una nueva unidad de negocios, Fertinova, que invertirá u$s 15 millones en la construcción de una planta de producción de fertilizantes microgranulados, combinados con productos biológicos.