Con el otoño llega la temporada de implantación de cultivos de cobertura y pasturas que, con la integración con la ganadería, preparan el terreno para la próxima temporada de siembra de granos y cereales. Para ayudar al productor a la toma de decisiones en cuanto a qué es más conveniente sembrar por estos días en función de las necesidades de los lotes, el Inta Roldán organizó, tal como lo viene haciendo desde 2016 para esta época, una jornada _en este caso virtual_ con una serie de recomendaciones y estretegias para generar un ingreso extra, precisamente a través de la implementación de sistemas mixtos.
Cultivos de cobertura: un socio clave en los sistemas mixtos
En principio, el pronóstico climático para abril y mayo de este año anuncia para la región pampeana precipitaciones que serían entre normales o inferiores a las normales, por lo que las temperaturas de la región serían normales o superiores a las normales.
Juan Ibarlucea, del Inta Roldán, presentó el panorama climático para la toma de decisiones en cuanto a pasturas y coberturas. Señaló que las precipitaciones entre abril y mayo las precipitaciones región pampeana serían entre normales o inferiores o sea que seguiremos con milimetraje inferior.
Agregó que la región enfrenta tres grandes problemas: la degradación física de suelos (compactación, pérdida de porosidad y de infiltración, de materia orgánica), la química (pérdida de nutrientes especialmente fósforo y azufre) y la biológica (falta de actividad) por agricultura continua .
La expansión de los cultivos de cobertura viene de la mano del problema de las malezas persistentes y de las restricciones ambientales que existen para producir en los periurbanos.
En el marco de la disertación organizada por el Inta Oliveros, se explicó que los objetivos del organismo son: ayudar a planificar la implantación cultivos de pasturas y coberturas perennes, fomentar la integración de la agricultura y la ganadería con rotaciones, y apostar a la capitalización de recrías como una alternativa para el ingreso de la ganadería a lotes o campos agrícolas mediante el aprovechamiento de cultivos de cobertura de invierno.
Ibarlucea explicó que las experiencias realizadas en el Inta Oliveros con la recepción de vaquillonas permitieron aprovechar muy bien esta alternativa. “El gran desafío de los cultivos de cobertura es no comprometer el rendimiento del cultivo posterior, por lo que hay que ser muy cuidadoso con estos aprovechamientos”, señaló.
Ezequiel Pacente, master en Producción Animal de la UBA y coordinador del área de Producción Animal del Inta Pergamino, reseñó el trabajo que se realiza en esa estación experimental en cultivos de cobertura bajo pastoreo en rotaciones agrícolas. Los mismos mejoraron la fertilidad física y química del suelo a través de una mayor agregación de los coloides del suelo. “Esto se debe a una mayor actividad de las raíces, mayor segregación de exudados, que mejoran la actividad microbiana del suelo”, dijo.
Todas estas actividades y del sistema radicular mejoran también la porosidad del suelo cuando se empiezan a descomponer las raíces y raicillas. De ese modo, disminuye su compactación y mejora la capacidad portante.
Los cultivos de cobertura pueden ser puros o mixtos, y cada especie aporta un servicio distinto ecosistémico al suelo. Las gramíneas aportan carbono, por el alto volumen de producción aérea que generan y por su sistema radicular; las leguminosas aportan nitrógeno, porque forman una simbiosis con bacterias del género rhizobium que fijan nitrógeno atmosférico que se fija en los tejidos y cuando éstos se descomponen, son apuntados al suelo.
“Si estamos con problemas de compactación, debemos pensar en crucíferas (tubérculo y luego el tallo engrosado), señaló Pacente. Es una planta forrajera de un diámetro de 4 y 5 centímetros y el largo puede llegar a 15 centímetros. Cuando se descompone, lo hace desde adentro hacia afuera, “dejando esa especie de cañerías en el suelo permitiendo mayor infiltración del agua y oxigenación del suelo, favoreciendo todos los procesos de las actividades microbianas y microfaunas”.
En el Inta Pergamino se asegura la fijación biológica de nitrógeno a través de las leguminosas, tanto de cultivo de cobertura como de soja. Luego, a través del pastoreo en los cultivos de cobertura, se reciclan nutrientes con orina y con el bosteo. “Finalmente hacemos fertilizaciones minerales puntuales con superfosfato simple de calcio”, señaló.
Las mezclas de cultivos de cobertura que usan son raigras anual tetraploide, vicia villosa, trébol persa y nabo forrajero.
Pacente señaló que las variables a medir en este planteo son: ganancia diaria de peso vivo individual, producción de carne por hectárea, biomasa aérea de los cultivos de cobertura, rendimiento de soja y maíz, fracciones orgánicas, la estabilidad de los agregados y la densidad aparente.
En las conclusiones preliminares, la producción de carne por el aporte de forraje del cultivo de cobertura representa un ingreso extra que permitiría cubrir parte o todo el costo del cultivo de cobertura. “Permite integrar sistemas agrícolas ganaderos diversificando riesgos económicos”, dijo. De todos modos, consideró necesario “continuar las evaluaciones para considerar la variabilidad climática y su impacto en el mediano plazo sobre el suelo”.
Tips para la alfalfa
Desde el Inta Manfredi, Silvia Olivo, del área de Producción Animal, y Fernando Scaramuzza, especialista en agricultura de precisión Inta Manfredi, presentaron tips para la implantación exitosa de alfalfa, una pastura que tiene en la Argentina su segunda área de implantación en el continente, luego de EEUU.
“En el cultivo de alfalfa existen puntos de control y uno de ellos es la siembra”, enfatizaron. En la implantación se define el número de plantas que va a acompañar a lo largo de los ciclos productivos. “Luego hay un momento en el que se debe realizar un primer corte y después un manejo particular para los rebrotes”, indicó Olivo.
La planificación arranca por el costo de siembra por hectárea. Los especialistas recordaron que el 44% se lo lleva la semilla, un 16% la aplicación de herbicidas, otro 16% la siembra directa y un 14% y 10% la fertilización y pulverización. Hoy son alrededor de los u$s 400 por hectárea.
La siembra de este cultivo presenta limitantes. Es una semilla pequeña, tiene un escaso nivel de reservas, debe ser sembrada a escasa profundidad y en el país no hay maquinarias para este tipo de siembra de pasturas. “Existe un distanciamiento muy variable en lo que respecta a los cuerpos de siembra, lo que lleva a una baja eficiencia de implantación que ronda entre 40 y 50% para este tipo de cultivos”, dijo Olivo.
De allí que “una correcta calibración de la sembradora va a ayudar a sumar al éxito de una buena siembra e implantación”, agregó, para que a los 90 ó 120 días se pueda contar en el lote con 250 a 350 plantas por metro cuadrado.
“Hay que tener en cuenta que durante la siembra se define el 70% de las producciones”, indicó.
La fecha de siembra óptima de siembra es el otoño en la mayor parte de la región pampeana. Conviene considerar qué cultivo antecesor sería para usar: el mejor sería una moha para rollos, girasol, trigo, soja de ciclo corto maíz para silaje.
La densidad de siembra y la elección por cultivar está traducida en kilos por semillas y puede ir del rango de 16 a 20 kilos. En cuanto a la elección del cultivar, desde el Inta Manfredi se lleva adelante desde hace más de 30 años se lleva adelante una red nacional de evaluación, con ensayos en diferentes partes del país.
En siembra directa o convencional, dependiendo de las situaciones, Olivo recomendó una profundidad de entre 1 y 1,5 centímetro. También señaló que existe una distancia óptima que optimiza la producción y es en líneas paralelas de 15 a 17,5 cm.
“La calidad de siembra para la alfalfa va a estar dada por la profundidad de siembra ( no ubicar las semillas a más de 1 a 1,5 cm de profundidad), la dosificación (que la semilla esté distribuida homogéneamente) y el contacto entre suelo y semilla (que ésta quede en contacto íntimo con el suelo para facilitar el embebido)”, dijo.
En el Inta se desarrolló una aplicación que se llama Campera, que permite calcular la densidad de siembra, con parámetros de labor, control de siembra y fertilización. Se puede descargar de forma gratuita.
Por su parte, Scaramuzza enfatizó la necesidad de enfocarse en la calibración de las sembradoras. “Una buena siembra comienza con una buena cosecha y esto es así porque más allá de estar cosechando granos, estamos cosechando información”, indicó.
Aclaró que no existe en el mercado una sembradora específica. por lo que “hay que pedirle a las disponibles que hagan varias acciones para lograr mayor eficiencia”.
“En la de siembra directa arrancamos con el corte de rastrojos, y la microlabranza a través de determinado tipo de cuchillas (generalmente onduladas tangenciales) que ingresan perpendicularmente en el suelo, a una profundidad de un centímetro por debajo”, indicó. Y agregó: “Una vez que salimos del cajón de pasturas vamos a recorrer por los caños de bajadas bien estirados y vamos a llegar a ubicar las semillas para llevarlas hasta el fondo del surco y luego contactar y cerrar el surco”.