Nicolás Ríos Centeno es socio de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y responsable del área de Producción Agrícola en SER Beef S.A. desde hace casi 20 años. En un artículo publicado por Aapresid, compartió su experiencia en la producción de maíz dulce para agroindustria, y con ello la vinculación entre los alimentos que salen del campo y que, con mayor o menor procesamiento, llegan a la mesa de los consumidores.
Del campo a la mesa, la historia detrás de una lata de choclo
El desafío de cultivar maíz dulce
SER Beef S.A. es una empresa agrícola-ganadera radicada en San Luis, con campos próximos a la Estación Granville, a 742 km de Buenos Aires. Dentro de la faceta bovina, se dedican a la ganadería de ciclo completo. Partiendo de la cría extensiva en campo natural y pasturas, realizan la recría sobre verdeos bajo riego y la terminación de los animales a corral. Por otro lado, concentran la actividad agrícola en cultivos de grano, con riego y de secano.
Dentro del planteo agrícola, “es el sexto año que hacemos maíz dulce bajo riego para la planta industrial de Arcor en Villa Mercedes”, detalló el productor. Trabajan junto a una empresa mendocina asociada con este gigante agroindustrial, a la que alquilan tres lotes, que suman 320 hs, y proveen el servicio de riego y pulverizaciones terrestres y aéreas.
La diferencia con “un maíz normal”, radica en la genética que se utiliza, aclaró Nicolás. No se usan maíces transgénicos (ni Bt, ni RR), lo que hace que el manejo y monitoreo de adversidades bióticas, como isoca de la espiga y malezas sea más exhaustivo. Además, si fueran necesarias aplicaciones para su control, “existen limitaciones en el uso de fitosanitarios y herbicidas por parte de la industria, entonces, hay que tener mucho cuidado de que los químicos estén aprobados y registrados para el cultivo”, agregó.
Por otra parte, la cosecha también tiene sus particularidades, ya que se debe cortar el “choclo” completo en R3 (grano lechoso). “Hay pocos equipos en el país que puedan cosechar espiga, por ello, previamente se ajusta la distancia de siembra de manera de adecuar el entresurco a máquinas americanas que tienen el cabezal maicero a 70 cm”, precisó.
Planificación conjunta entre productor e industria
Nicolás comentó que “lo que hace el inquilino, en común acuerdo con Arcor, es planificar las fechas de siembra muy secuenciadas de modo que la cosecha pueda ir abasteciendo a la planta receptora del maíz continuamente durante una ventana larga de tiempo”. De esta manera, logran cubrir la necesidad de la industria de recibir camiones todos los días, desde fines de enero hasta principios de abril, con maíces en óptimo estado fenológico.
Para graficar el nivel de complejidad de esta estrategia escalonada de producción, remarcó que en esta campaña sembraron “casi diariamente o día por medio desde mediados de octubre hasta mediados de diciembre”. Casi 60 días de ventana de siembra para después ir cosechando “un poquito todos los días” durante unos 70 días, aproximadamente, .
Más allá de los pormenores de la actividad, el productor hizo énfasis en los beneficios de seguir apostando al negocio: “Nos permite diversificar los riesgos y asegurar una renta fija, en comparación al resto de la actividad agrícola donde tenemos mayor incertidumbre, riesgos de precio y climáticos”.