A manera de cierre y balance del año, el grupo de las cuatro cadenas argentinas de valor de los seis cultivos (4C) integrado por Acsoja, Maizar, Argentrigo y Asagir organizó un encuentro virtual encabezado por el consultor internacional Ivo Sarjanovic, para evaluar si 2020 es un año de excepción para el sector, o el comienzo de un nuevo ciclo.
El momento es ahora: cómo capturar nuevos negocios para el agro
Por Lizi Domínguez
En ese sentido, el profesional con gran experiencia en mercados agroindustriales destacó que se abre un ciclo de oportunidades en general para los países exportadores de alimentos, y en el caso de Argentina con un mercado más atractivo que el de la década pasada, que se sustenta en una mayor demanda por parte de China y los países asiáticos, además de un resurgir de los biocombustibles, entre otros factores que hacen prever precios atractivos para los próximos años.
Sin embargo, recalcó que para capturar estas oportunidades se necesitan políticas públicas adecuadas y canalizar recursos en la negociación con China, que importa 145 mil millones de dólares de alimentos por año. El 80% de las exportaciones de Argentina al gigante asiático son poroto de soja y carne de vaca, pero no compra los dos principales productos que el país exporta, que son harina de soja y maíz, cuya demanda por parte de ese país va a crecer fuertemente en los próximos años. Y advirtió que la oportunidad para capturar los mercados es ahora, de lo contrario las van aprovechar otros países, como Brasil.
Entre sus primeras observaciones, el especialista remarcó que “más allá de que parte de las compras que China viene haciendo pueden ser destinadas a reservas _porque hay que tener en cuenta que China no está comprando contra el dólar como para reabastecerse_, gran parte de la demanda de China es genuina”, consideró Sarjanovic, que es contador público graduado en la UNR, con estudios en las universidades de Harvard y Oxford.
Por otro lado, “tenemos tendencia de largo plazo, como una mayor población, mayores ingresos de urbanización. Algunas de estas tendencias se van a ver compensadas por mayor producción. También probablemente habrá menos desperdicios, teniendo en cuenta que más o menos un tercio de la comida que se produce en el mundo se desperdicia, y esa recuperación también va a compensar la mayor demanda”, añadió.
Así, “tenemos algunos ingredientes que nos hacen ver que en los próximos años la situación va a ser atractiva. Sumado al caso de China, yo no creo que los fondos estén para salirse de estos mercados, precisamente por las perspectivas que tenemos de mayor inflación en los países desarrollados, mientras que el clima es preocupante. Hay una mayor demanda que va a venir por lado de los biocombustibles, que de nuevo nos hace retrotraer a ese comienzo de siglo que fue tan promisorio desde ese punto de vista”.
Además, “Estados Unidos está promoviendo la producción de biodiesel renovable y esa demanda le puede agregar a los próximos cuatro o cinco años el equivalente de un 20%, más o menos, de la producción anual que hace del aceite de soja”.
En ese sentido, Sarjanovic señaló que hoy Estados Unidos tiene stock de aceite de soja equivalente a un mes de producción y “se materializa en todas estas plantas que se están proyectando y puede ser que le venda 3 meses de stock. O sea que ahí podemos llegar a tener un stock de demanda de aceites, sumado a todas las políticas de mandatos en aceite de palma en Indonesia y Malasia, que puede dar bastante efervescencia a los mercados de aceite y de esa forma más que nada a girasol, a la colza, y por implicancia también a la soja”.
“Después también nos encontramos con que Brasil, que es un gran productor, vendió gran parte de la producción 2021 fruto de la devaluación que tuvimos con el real, y vendió un poco también de la producción 2022”.
Lo paradójico es que “en Brasil ya se vendió a lomejor un 5% de la producción 2022, cuando en Argentina todavía no terminamos de vender la 2020. Pero el hecho de que ya se haya comercializado una gran parte de la 2021, también le va a quitar presión de oferta al mercado en los próximos meses”, analizó el especialista.
Entonces Argentina, “que también es un factor importante en todos estos input que estamos alineando, ha vendido muy poco y su ausencia de también genera impactos positivos en otros orígenes, porque tiene que reemplazar lo que Argentina básicamente no vende”.
O sea que las perspectivas son definitivamente promisorias para el sector, "ahora es cuestión de ver lo que Argentina puede capturar o no, de acuerdo a las políticas que aplique”.
Ascender en China
Más concretamente sobre la relación entre China y Argentina, Sarjanovic señaló que el gigante asiático “compra alrededor de 145 mil millones de dólares en alimentos por año. Y hay que tener en cuenta que vende 65 mil millones de dólares en alimentos también. Es un gran exportador de alimentos”.
“Hay diez países en el mundo que abastecen el 70% de esas necesidades: Estados Unidos y Brasil juntos son alrededor de un 50% del total de lo que China compra y va cambiando de acuerdo a cómo están las relaciones. Después le sigue Australia Nueva Zelanda, Tailandia, Canadá y en séptimo lugar viene Argentina. Para completar los primeros diez, siguen Indonesia, Francia y Rusia”.
Argentina le exporta a China 6.500 millones de dólares, “que es solamente el 10% del total de las exportaciones. Mi impresión es que es muy poco. El 70% a 80% de todo lo que Argentina le exporta a China son dos productos: poroto de soja y carne de vaca”.
“Respectivamente, el 80% del poroto de soja que exporta Argentina va para China y el 75% de las exportaciones de carne de vaca van a China. Pero china no nos compra los dos principales productos que Argentina exporta que son harina de soja y de maíz, por distintas cuestiones fitosanitarias y de política comercial que excluyen a Argentina de esos dos productos. Sería muy sano que en las próximas negociaciones entre Argentina y China estos productos se puedan incluir dentro del menú de cosas que Argentina puede exportarle a China”, consideró el experto.
Por otra parte, “se habla de que puede haber más importaciones de parte de China de carne de cerdo. Eso puede aportar cerca de dos mil millones de dólares adicionales. Argentina tiene 300 mil cerdas madres y se pueden incorporar otras 300 mil en los próximos 5 años. Para darse una idea en términos comparativos, Brasil tiene dos millones y medio de cerdas madre y Estados Unidos tiene entre 8 y 9 millones”, apuntó.
Si Argentina produjera esas 300 mil cerdas madres adicionales “podría exportar un millón de toneladas de carne y eso le permitiría consumir 1 millón de toneladas de maíz y 500 mil toneladas de harina de soja para criar esos cerdos”, aportó.
Puja con Brasil
Para Sarjanovic, en el vínculo con China “da la impresión de que hay lugar para mucho más. Eso para mí viene un poco dictado por la relación entre Brasil y China. Brasil exporta a China 65 mil millones de dólares, o sea 10 veces más que lo que exporta Argentina. De eso, 35 mil millones son alimentos, ya que son 6 veces más de lo que exporta la Argentina, cuando Brasil tiene un producto bruto que es más o menos 4 veces más grande que el de Argentina”.
“Mirando los números uno puede estimar la oportunidad perdida por Argentina en este siglo, comparándonos con Brasil. Si uno toma soja o maíz solamente, hoy el país vecino produce 3 veces más de lo que producía en el año 2000 y dos veces más que lo que producía en el año 2010. Argentina en soja y maíz sumados son dos veces más hoy que el año 2000, y solamente un 30% más que en el año 2010”.
De esta manera, “uno podría concluir que Argentina podría estar produciendo 40 a 50 millones de toneladas adicionales de soja y maíz si hubiera evolucionado al mismo ritmo que Brasil, por aplicar políticas más estables, por no tener impuestos a la exportación”.
Entonces, si Argentina hoy produjera 40 o 50 millones de toneladas más, podríamos tener una especie de efecto Laffer, que dice que uno puede recaudar lo mismo con alícuotas más bajas, e inclusive hoy por hoy Argentina podría estar recaudando lo mismo en derechos de exportación con un tercio menos de derechos de exportación, que serían compensados por esa mayor producción”.
Incertidumbres
Según Sarjanovic, “esta oportunidad que estamos escribiendo para el futuro de alguna forma tiene también algunos factores que dan un poco de incertidumbre, y que son diferentes a lo que fue esa movida de comienzos de siglo. En primer lugar, el tamaño de China que es desproporcionadamente más grande, entonces los riesgos que uno tiene comerciando con China son también más grandes”
“El surgimiento de China como potencia mundial es una muy buena noticia para Argentina. Acá creo que también está bueno hacer una analogía con lo que fue el fin del siglo XIX y principios del siglo XX cuando Argentina era un socio muy estrecho de Inglaterra, y la economía inglesa era muy complementaria con la economía Argentina. Después en la Segunda Guerra surge Estados Unidos como potencia y la economía americana en términos agrícolas es competitiva con Argentina, no complementaria”.
Ahora “da la impresión que empezamos un ciclo donde nuevamente va a ser una potencia mundial, una economía que es altamente complementaria con Argentina y que hay que aprovechar esa complementariedad incrementando las exportaciones y también teniendo cuidado acerca de los tipos de acuerdos comerciales que se hacen”, advirtió.
Otro tema que destacó el especialista es que a partir de la pandemia “muy probablemente vayamos a una economía quizás un poco menos globalizada que la que teníamos por algunas cuestiones relacionadas con el covid-19. Se promueven stocks de seguridad en algunos países, se puede llegar a volver un poco al proteccionismo. Se habla ahora de cadenas de valor resilientes en vez de cadenas de valor eficientes, y justo a tiempo sería reemplazado por que las cosas estén, independientemente de que sea la gestión más eficiente. O sea que hay algunas nubes pero yo creo que son compensadas por el buen momento que estamos viviendo”, concluyó.
Otro tema que trajo a colación Sarjanovic es la proliferación de las carnes alternativas, que a su entender “es algo que sin dudas llegó para quedarse. Algunas proyecciones indican que las carnes de origen vegetal podrían llegar a ocupar un 13% a 15% del total de la demanda”.
También un poco más a largo plazo se habla de carnes de laboratorio y “eso sin duda va a tener un impacto, porque pueden empezar a producir carne en destino, no hay que exportarla. Por eso hay que aprovechar el momento actual donde la demanda está, y no dilatar el acceso a estos mercados”, recomendó.
Por último, el consultor internacional hizo una breve reflexión sobre el mercado cambiario. “Todos estos vínculos entre Argentina y el resto del mundo se traducen necesariamente a través del tipo de cambio, y podemos debatir mucho tiempo acerca de cuál tiene que ser el nivel adecuado del tipo de cambio o no. Pero hay que tener en cuenta dos cosas: independientemente de cómo se financia, el nivel actual del gasto público en Argentina genera atraso cambiario”. Y enfatizó que de no solucionarse, ese tema se tornará una discusión eterna.
En segundo y último lugar, observó que en Argentina “hay una especie de equilibrio social donde se reclama un tipo de cambio atrasado, porque aumenta el salario real, porque abarata el precio de los alimentos, pero que no condice con el equilibrio macroeconómico. Entonces ahí tenemos algunos temas que a nivel opinión pública tenemos que solucionar para tener la señal adecuada para que Argentina pueda capturar, a nivel exportaciones, estas oportunidades”.