El consumo de fertilizantes en Argentina completó cinco años de crecimiento ininterrumpido y superó las cinco millones de toneladas en 2020. Así lo recordó Jorge Bassi en la apertura del Simposio Fertilidad 2021, organizado en forma virtual por Fertilizar.
Fertilizantes: el consumo completó cinco años seguidos de crecimiento
La reposición de nutrientes es un factor crítico para el aumento sustentable de la producción de granos en el país. Bassi, miembro de la comisión directiva de la entidad organizadora, explicó que la expansión del último lustro viene de la mano de un crecimiento importante del cultivo de gramíneas desde la campaña 2013/14.
“En la región núcleo, la superficie implantada con gramíneas aumentó 86% desde el 2014, mientras que la de oleaginosas cayó 28%”, describió Bassi, y aseguró que, aunque todavía resta un trecho para alcanzar una relación de uno en el mix de cultivos, “el actual ratio va tener un impacto en el mejor aporte de carbono”.
Por eso, enfatizó que el objetivo de aumentar la producción debe ir acompañado del objetivo de mejorar la salud del suelo.
Martín Díaz Zorita, investigador de la Universidad de La Pampa, explicó que el aumento lineal de la producción de granos en las últimas décadas incrementó la extracción de nutrientes. Y aclaró que si bien esta tendencia fue acompañada por un aumento en el uso de nitrógeno, fósforo y azufre, disminuyó en cambio su concentración.
“Los cultivos se maximizan con la mayor eficiencia del nutriente que se aplica”, indicó. Y en ese punto aparece una tensión entre “la cantidad de nutrientes a aplicar y la búsqueda de concentraciones de equilibrio”. Para evitar su dilución en el aumento del rendimiento, es clave “la administración efectiva de los fertilizantes, con aplicaciones específicas.
Puso como ejemplo la sociedad entre la aplicación nitrógeno y la producción de proteína. ”La posibilidad de mejorar la concentración de proteína está asociada a la aplicación de dosis de nitrógeno, teniendo en cuenta que esta mayor concentración cae con la mayor productividad”, dijo.
“Nuestro gran reservorio de producción son los nutrientes, que están en el suelo”, enfatizó Andrés Grasso, miembro de Fertilizar, quien explicó que como consecuencia de la caída en los niveles de elementos como el fósforo, “es más frecuente hoy encontrarnos con condiciones restrictivas a la posibilidad de manejo del cultivo”.
El especialista mostró los resultados de ensayos que realiza Fertilizar hace cinco años en distintas regiones del país. Surge de ese trabajo que “lo que hace actualmente el producto le permite alcanzar el 84% del rendimiento máximo en trigo”. En maíz y soja el gap es de 15%.
Grasso explicó que, en general, a la hora de fertilizar el productor piensa en dos nutrientes: nitrógeno y fósforo. Pero señaló que no hay que olvidarse del azufre y el zinc. Y en ese punto advirtió que las decisiones de manejo deben pasar del manejo del lote como si fuera todo lo mismo al reconocimiento de ambientes y la identificación de los lugares restrictivos.
Juan Pablo Monzón, investigador del Conicet, la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce y la Universidad de Nebraska, describió los resultados del Atlas Global sobre Brechas de Rendimiento que se realiza por iniciativa de esa casa de estudios norteamericana y de la holandesa Wageningen. Ese mapa indica que mientras en Estados Unidos la distancia entre el rendimiento promedio y el de alta producción en maíz es del 30%, en Argentina es del 41%, una situación considerada “intermedia”.
“¿Se puede achicar la brecha de rendimientos en forma sustentable?”, se preguntó. Y se respondió que sí, pero aclaró que habrá que aumentar sustancialmente la cantidad de nutrientes. En maíz, ese adicional debe ser de 119 kilos por hectárea de nitrógeno, 12 de fósforo y 10 de azufre. En trigo, de 79, 3 y 6, respectivamente.