Un proyecto rural que integra al menos cinco instituciones y que lleva más de una década de implementado, demuestra no sólo que es posible, a través de métodos sencillos, hacer agricultura sustentable, sino que el trabajo articulado, sostenido y la buena voluntad rinden sus frutos.
Trampas de luz: las polillas al descubierto
Por Lizi Domínguez
La iniciativa, denominada “Caiga quien caiga” e ideada en 2009 por un ingeniero agrónomo de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Crea), se lleva a cabo en un pequeño campo en la zona periurbana de Las Rosas donde está instalada una “trampa de luz” que captura polillas, las cuales son analizadas por estudiantes de secundaria de la localidad, bajo la coordinación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), que a partir de los datos recolectados emite informes semanales de plagas, de suma utilidad para los productores y profesionales de la zona.
La idea pertenece al ingeniero agrónomo Mauro Gagliardo, integrante del grupo Crea La Calandria, quien en 2009 propuso a Felisa Hurtado, docente de Biología de la Escuela Dante Alighieri de Las Rosas, realizar el reconocimiento y conteo de insectos colectados por una trampa de luz, con la colaboración de los alumnos de 1° y 2° año del nivel medio. Al año siguiente llevaron la propuesta a la ingeniera agrónoma Marianela De Emilio de Inta Las Rosas, para solicitar colaboración técnica en el reconocimiento y seguimiento de la trampa.
El objetivo de actuar en conjunto con la escuela secundaria fue generar una toma de conciencia en los alumnos respecto a la importancia de hacer aplicaciones responsables de fitosanitarios, dado el perfil ambientalista de la escuela. A partir de 2019 se unió al proyecto la Escuela de Educación Media Domingo Faustino Sarmiento Nº 217, también de Las Rosas, que desde 2018 había incorporado el perfil de ciencias naturales a su formación y comenzó a participar en forma activa de proyectos de la agencia de extensión local del instituto. Y desde este año se sumó la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento, como lugar físico para los recuentos de plagas.
Vale aclarar que la trampa de luz es una de las herramientas utilizadas para identificar plagas de interés agrícola, en sus estadíos adultos (polillas), que son atraídas por un tubo de luz y vuelan hacia una celda donde quedan atrapadas, para su posterior reconocimiento y contabilización.
Estos reconocimientos y conteos, aportan un dato de referencia sobre la evolución de las plagas durante el ciclo productivo de los cultivos, a fin de guiar a los productores a un seguimiento de lotes, evitar hacer controles innecesarios cuando la presencia es baja, y hacer aplicaciones de oportunidad, con un uso racional de agroquímicos, cuando la presencia se encuentre en un nivel de daño económico.
El artefacto está colocado en el campo de la familia Giampieri, se activa dos veces por semana, y las muestras son colectadas en las primeras horas de la mañana por la señora Isabel Fontana, quien las coloca en principio en un freezer y luego son trasladas al lugar de clasificación. Los alumnos de 1º a 3º año de las escuelas se presentan en la biblioteca una vez a la semana (generalmente los jueves por la tarde, fuera del horario escolar), entre la primavera y el otoño siguiente (incluso en época de vacaciones), para realizar los reconocimientos y conteos de polillas, bajo el asesoramiento de De Emilio.
Luego los mismos alumnos bajan la información sobre una planilla, donde a su vez indican las condiciones meteorológicas bajo las que fue activada la trampa (temperatura máxima y mínima, humedad relativa, velocidad y dirección del viento, precipitaciones), a su vez señaladas por una estación meteorológica que la familia Giampieri tiene en su campo.
Los datos obtenidos a través de la trampa de luz son utilizados, junto a la información relevada por técnicos del grupo Crea que recorren y monitorean lotes, para la elaboración de un informe semanal junto a los datos climáticos de la zona, desarrollados por el ingeniero agrónomo Guillermo Martin, técnico asesor del organismo de La Calandria.
La última etapa del proceso es la difusión del informe, que es realizada vía correo electrónico por los integrantes del equipo coordinador del proyecto, y a nivel local a través de las radios y canal de cable local.
Buena práctica
Dado su alcance, de unos 50 kilómetros a la redonda, el informe del proyecto “Caiga quien caiga” sirve para productores y profesionales de Las Rosas y localidades vecinas. “El objetivo es dar información actualizada semana a semana durante el avance de la campaña de la evolución de plagas insectiles de interés agrícola, donde se indica cómo van evolucionando. Entonces ellos, que ya normalmente durante el ciclo reproductivo van monitoreando los lotes, verificando si hay orugas o chinches, cuentan con esta información complementaria para poder establecer un sistema de alarma, anticiparse a la invasión de distintas plagas que comen distintos cultivos”, explicó De Emilio.
La profesional señaló que las polillas ponen los huevos en los cultivos. Son los padres de las orugas que los atacan y se comen hojas, tallos y/o granos. “Cuando avanza el recuento de la plaga en forma adulta (momento en que no hace daño), es muy probable que en unos días, aproximadamente una semana, tengamos una gran población de orugas a campo, tiene que ver con el ciclo biológico”, dijo. Entonces “con ese monitoreo tenemos la posibilidad de anticiparnos. Por ejemplo, el año pasado que hubo sequía, la bolillera empezó muy temprano a crecer: en diciembre ya teníamos muchos adultos y la gente estaba pendiente de la información que brindábamos”, agregó.
En la trampa de Las Rosas, donde predominan los cultivos de trigo, maíz y soja, “generalmente encontramos plagas muy específicas, salvo algunas desfoliadoras”, dijo la ingeniera y explicó que las polillas están bastante identificadas. “En total hay un conjunto de unas 15 distintas que son las más frecuentes”, comentó.
“Lo importante es no hacer aplicaciones innecesarias. Y las trampas de luz son una herramienta más para ajuste las aplicaciones en momento, tiempo y forma y no necesariamente por protocolo”, señaló. Por eso “este método está dentro de las buenas prácticas agrícolas, porque permite disminuir el impacto ambiental”, destacó.
De Emilio comentó que los informes del programa de Las Rosas se comparten con ingenieros de Córdoba, que a su vez elaboran un informe quincenal y mensual con información regional, según lo requiera cada campaña, en base a los datos de una red conformada por numerosas trampas de la vecina provincia y también de Entre Ríos.
Logros
“Desde 2009 hasta hoy el proyecto ha tenido continuidad y se ha ido perfeccionando la forma de trabajo, con un compromiso cada vez mayor de parte de todos los integrantes de este equipo, y por sobre todo, lo destacado de esta metodología es la participación voluntaria y responsable de los alumnos de las escuelas, que aún fuera de su currícula escolar, y teniendo que participar en los meses de verano, siguen adelante y cada vez más entusiasmados con este proyecto. Estamos hablando de adolescentes de 13, 14 y 15 años”, remarcó De Emilio.
Semillero
En este sentido, también observó que la labor y el intercambio de los estudiantes con las organizaciones rurales y ese mismo entusiasmo obra a manera de “semillero”, haciendo que varios tomen la decisión, una vez egresados de la secundaria, de estudiar carreras vinculadas al rubro agropecuario. Además, “desde Inta creemos que la difusión de conciencia ambiental junto a trabajos concretos que aporten a la sustentabilidad, es una herramienta eficaz en la llegada del mensaje tanto a estos adolescentes, como a sus padres y a toda la comunidad”, añadió la ingeniera.
No todo es conteo y clasificación de polillas para estos alumnos. A fin de motivarlos en la tarea voluntaria y a modo de gratificación, cada año se generan actividades extra con ellos, como visitas al campo del ingeniero Mauro Gagliardo y Dario Brajcovich, donde observan el sistema productivo in situ, identificando plagas a campo, y conociendo más de cerca la importancia del proyecto, además de compartir un asado y un tiempo de recreación merecido entre los chicos. También recientemente se realizó un reconocimiento a los alumnos de 3º año que completaron la tarea desde primer año, cubriendo dos campañas en total.
Asimismo, han visitado el campo de la familia Giampieri, donde pudieron ver la trampa de luz y la estación meteorológica con la que esta familia cuenta, además de conocer más de cerca el vínculo histórico de esta familia con el Inta.
También se los ha llevado a recorrer la estación experimental del instituto en Oliveros, donde los estudiantes pudieron escuchar a los diferentes profesionales de esta institución acerca del desarrollo de sus actividades en el mismo lugar en que la desempeñan, incluyendo desarrollo de granja y huertas, plagas y cultivos extensivos y biotecnología y mejoramiento vegetal.
"Otra visita, que sólo se realizó en 2019, fue al puerto ACA San Lorenzo, donde los alumnos pudieron conocer de cerca la realidad exportadora del agro
Además de De Emilio, actualmente colaboran con este proyecto los ingenieros agrónomos Mauro Gagliardo y Guillermo Martin, del grupo Crea La Calandria; la profesora Carolina Herrera de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento Nº 217; Isabel Giampieri y familia. La financiación se obtiene por intermedio del grupo Crea La Calandria, de las empresas Nutrien, D´Aser y Syngenta, que aportan para el mantenimiento y la continuidad de este proyecto.
Quienes estén interesados en recibir el informe semanal “Caiga quien Caiga”, pueden ponerse en contacto con Inta Las Rosas a los teléfonos: 03471-451040; 03471-15556108, o por correo electrónico a [email protected].