El trigo es un componente clave dentro del sistema de producción agrícola actual, pero para que el cereal exprese su máximo potencial es esencial un buen manejo en cuanto a fecha de siembra y una correcta elección del genotipo atendiendo no sólo a su rendimiento, sino además su comportamiento frente a los fitosanitarios.
Trigo: consejos técnicos para sacarle más jugo al rinde
Por Lizi Domínguez
Estos planteos fueron parte de la grilla de consejos que presentó la ingeniera Amalia Manlla, de Inta Oliveros durante una jornada a campo que organizó la estación experimental con el objetivo de mostrar las distintas líneas de investigación que allí se viene haciendo, con especial énfasis en el trigo.
Manlla presentó las variedades del cereal que integran la red de cultivares de la estación, haciendo hincapié en principio en el buen manejo en cuanto a la fecha de siembra, elección del cultivo, del genotipo que se va a utilizar “teniendo en cuenta no solamente el potencial de rendimiento y la estabilidad, sino también el comportamiento fitosanitario que pueda tener”, dijo la especialista.
En la experimental se trabajó con distintas fechas de siembra en el año pandémico acomodando los ciclos intermedios y los ciclos en una fecha y los ciclos cortos en otra, a fines de junio, en una campaña muy afectada por la sequía en gran parte del país y agravada por las “heladas negras” (de baja humedad) que no sólo fueron más frecuentes sino de mayor intensidad.
“En todo el ciclo del cultivo hemos recibido 190 milímetros de agua, no es ni la mitad de lo que en un año casi normal se suele recibir. Esto ha hecho que las plantas queden con poca biomasa y obviamente ello se traduce en una menor generación de número de granos y afecta al rendimiento en forma directa”, explicó Manlla.
Esos factores adicionales entre sequías y heladas ha hecho que el cultivo sufra doblemente las adversidades y las variedades no han podido expresar al 100% su potencial. De igual manera, los ciclos largos al ser sembrados temprano pudieron sortear mejor las dos cosas gracias a unas lluvias en septiembre. Pero después la seguidilla de bajas temperaturas cercanas al cero que se dieron a mediados de ese mes terminaron de afectar a las variedades, y en forma severa en los ciclos largos, justo en el período crítico de antesis.
En cambio, las bajas temperaturas se dieron cuando los ciclos cortos no habían entrado aún en el período crítico, por lo que presentan un mejor aspecto.
Para los ciclos largos se utilizó la variedad Buck Resplandor, que “funcionó muy bien, tiene un gran potencial pero no logró cubrir el entresurco. Por las heladas no generó mucha biomasa y hay disparidad, deformidad en cuanto a la maduración de las espigas que quedaron de distintos tamaños. La Buck Meteoro, en tanto, se sembró en forma temprana el 29 de mayo y “ha logrado un buen desarrollo frente al resto. Sequía y heladas lo afectaron, no tanto como otros cultivares, y se puede estimar un rendimiento de 50%”, observó Manlla.
La variedad Don Mario Ñandubay (ciclo intermedio a corto) tiene un muy buen rendimiento potencial pero este año entre sequía y las heladas la afectaron bastante con una disparidad en cuanto a la maduración, daño en las hojas.
Pensando en la campaña 2021 “recomiendo que tengan en cuenta la elección del cultivar, que es un factor decisivo para comenzar a planificar la campaña. Ajusten bien la densidad acorde a la fecha de siembra, vayan manteniéndose al tanto de cómo va a ser el año en cuanto los pronósticos que estén en el medio y sobre todo el tema humedad del suelo, para lograr una buena implantación de cultivo y tener éxito a cosecha”, remató Manlla.
Enfermedades
En los cultivos experimentales de Oliveros de la campaña 2020 se presentaron enfermedades “pero de manera leve porque las condiciones ambientales no cerraban el triángulo que necesita la enfermedad para manifestarse. También tuvimos una fuerte presencia de trips, que es un insecto que causa muchos daño y tuvimos que aplicar un piretroide para bajar la población”, acotó Manlla.
En cuanto al panorama de enfermedades en el sur de Santa Fe, la especialista María Elena Lago comentó que dadas las condiciones que presentó 2020 respecto de sequía y heladas, se registraron puntas quemadas con sectores más afectados en las partes más bajas de los cultivos, además de un bandeado clorótico en forma transversal en las hojas.
También por las mismas condiciones se dio un lento desarrollo de los cultivos que presentaron una baja cobertura foliar, más aireados, lo cual no favoreció al desarrollo de las royas, cuyo desarrollo fue de escaso a nulo.
Es así que en las etapas tempranas del cultivo se observó la presencia de mancha amarilla aunque con baja incidencia y severidad. Este síntoma fue más intenso en aquellos lotes que provenían de trigo el año anterior.
“Ante la inminente llegada de la campaña 2021 debe considerarse la siembra de materiales de buen comportamiento a royas para su manejo y también el monitoreo temprano y sistemático de la presencia de trigos guachos, y también en los cultivos de cobertura que podrían actuar como reservorios de inóculo que permitirían, en caso de que las condiciones ambientales sean favorables, infectar tempranamente a los cultivos para granos”, advirtió Lago.
Por su parte, el ingeniero Juan Carlos Papa recordó las buenas prácticas a la hora de controlar malezas, y la necesidad de derribar el viejo mito de que el glifosato, sumado a algún coadyuvante, puede controlar un amplio espectro de enemigos del cultivo.
“Hoy sabemos que los herbicidas son herramientas muy útiles, imprescindibles para llevar adelante el proceso productivo y herramientas necesarias pero también sabemos que no son suficientes. Si queremos comenzar a revertir los graves problemas de malezas que estamos viviendo o morigerar en alguna medida esta problemática, es importante que combinemos la técnica química con métodos no químicos para el manejo de las malezas”, señaló el especialista.
Dentro de estos métodos “podemos citar desde lo más básico como las labranzas hasta métodos culturales, que son el herbicida más barato, natural y ecológico, de menor impacto ambiental y sobre la salud”, dijo, en alusión a la rotación, el uso de cultivos de cobertura, espaciamientos estrechos y elección de variedades competitivas, entre otros métodos.
Nutrición vegetal
“Para el manejo nutricional tenemos que pensar primero cuál es el papel que tiene el trigo en la rotación. Tengo que tratar de nutrirlo. El análisis de suelo es la herramienta fundamental para la toma de decisiones, no solamente para mejorar la productividad del cereal sino decidir qué cantidad de fertilizante voy a usar”, señaló el ingeniero Fernando Salvagiotti.
En ese sentido, “recomendamos hacer un muestreo de nitratos hasta los 60 centímetros y los otros nutrientes a 20 centímetros, así podemos planificar cómo vamos a manejar la fertilización”, recomendó.
Finalmente, Salvagiotti recordó que, el trigo, que es un cultivo de invierno, “no viene solo sino que viene acompañado de una soja de segunda o de un maíz de segunda, entonces cuando planificamos las dosis de fósforo o las de azufre, tenemos que planificar las dosis a aplicar de los dos cultivos al comienzo de la siembra del trigo, para poder sostener la demanda del doble cultivo”.