El ingeniero agrónomo Carlos Fabián Piccinetti es investigador en el Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del Inta y toda su vida se dedicó a los biológicos. Durante el encuentro que se llevó a cabo en la escuela agrotécnica salesiana de Venado Tuerto, compartió datos concretos sobre el uso de bioinsumos en cultivos extensivos.
El complejo y benéfico camino de la inoculación
Por Patricia Martino
Piccinetti es investigador del Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del Inta.
Sebastián Suarez Meccia
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Sus líneas de investigación están orientadas a la microbiología aplicada, en la interacción Rizobio-Leguminosa, en el desarrollo de bioinsumos microbianos y en emisiones de óxido nitroso de cultivos. Además, es responsable de servicios especializados relacionados con el análisis de calidad de bioinoculantes comerciales y experimentales bajo criterios microbiológicos y validación agronómica.
“Toda mi vida trabajé en biológicos, al principio empecé a hacerlo con bacillus turingesing para biocontrol y después con rizobio en soja. Nos enfocábamos en aplicar microorganismos en soja y ver los efectos de la inoculación, ahora le llamamos aplicaciones porque engloba la inoculación también y se incluyen las aplicaciones foliares. Básicamente tengo experiencia en inoculación de semilla de soja y algunas otras leguminosas”, relató el ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional de Luján en 1996, doctor en ciencias aplicadas y actualmente profesionalmente en el IMyZA ubicado en el predio del Inta Castelar.
Explicó que “dentro de los efectos de inoculación vemos que si uno hace un buen manejo de la misma espera tener un perfil de nódulos, que es un órgano nuevo que se forma, y ese perfil tiene que tener determinadas características como estar cerca del cuello en el caso de la soja, mediana cantidad de nódulos, unos 15 o 20, no más, de gran tamaño”, dijo.
Detalló que “el rizobio se transforma y es capaz de desdoblar la molécula de nitrógeno del aire, la transforma en un nutriente esencial y ese es el índice de eficiencia más alto que hay, porque todo lo que fija lo envía a la planta” y después “la planta hace lo que quiere, la envía a la hoja o al tallo”.
Piccinetti indicó que dentro de los efectos de la inoculación que primero observan está el perfil de nodulación, cómo se implanta el cultivo. “La expresión que vemos es la biomasa total producida y cuánto aporta la simbiosis. Utilizamos técnicas isotópicas para poder determinar los campos y después el rendimiento”, dijo.
“Como el rendimiento es uno de los factores más importantes, lo que hace a la economía lo vemos desde el punto de vista de la sustentabilidad”, dijo. Es decir, a mayor eficiencia simbiótica, mayor aporte de nitrógeno biológico que deja de sacar o se puede aspirar a potenciales de rendimiento.
En ese sentido, mencionó que si en una soja de alto rendimiento, que rinde 6 mil kg/ha, un suelo provee 150 o 200, “el resto viene de la simbiosis”. En suma, aclaró: “La simbiosis es lo que nos da la naturaleza, lo que hacemos en la investigación es agregarle valor, seleccionamos a las cepas más eficientes”. Luego, “colocamos el inoculante, que es el carrier que transforma los beneficios al sistema productivo” y por eso con una buena práctica de inoculación “tenemos la posibilidad de que todo lo que demande la planta gran parte provenga del aire”.
Detallo que el horizonte u objetivo central es que el índice de cosecha de nitrógeno del cultivo esté compensado con la fijación”.
Motor de crecimiento
Piccinetti mencionó que dentro de lo que hay disponible en el mercado están claros los fijadores simbióticos, pero tanto la función que cumple PGPR (inoculación con bacterias promotoras de crecimiento vegetal), un motor de crecimiento. “Aunque parezca una trivialidad el promotor de crecimiento al ponerse en la semilla hace que el cultivo se implante bien, genera un buen sistema radical y que esté más verde al principio. Esa implantación es clave para enfrentar el ciclo del cultivo. Ese es el efecto principal de los promotores. Esa condición inicial que partís es mejor que otros”, relató.
El ingeniero agrónomo dijo a modo de ejemplo que en un trigo se genera un macollo más por cada planta, lo cual en el rendimiento entre el 70 y 80% de los casos va a dar un efecto positivo significativo respecto de la producción.
El investigador en el Instituto de Investigación Microbiología y Zoología Agrícola subrayó que el camino para promover el uso de bioinsumos es “tener datos” y por eso compartió algunas claves a tener en cuenta. “En soja hace más de 60 años que se está cultivando y seguimos aprendiendo. Los mecanismos de la trichoderma son de biocontrol, antibiosis, y otros. Lo que hay que entender es que el químico actúa si lo pones en la semilla 15 días, pero 30 días desaparece”, aseguró.
La trichoderma se asocia a la planta y está durante todo el ciclo. “Hay que darse cuenta de que es un organismo vivo y lo tenemos que tener vivo fisiológicamente”, alertó, para que cumpla la función para la que fue desarrollado.
Ese punto que parece sencillo no lo es tanto. “Entender que es un organismo vivo, que respira, no habla pero se comunica, que se tiene que instalar en el suelo, en la rizosfera, son atributos que tenemos que explotar al máximo y dar a conocer, difundir”, subrayó sobre los insumos microbianos.