El trigo mira atentamente al cielo. El cereal que arrancó con las mejores expectativas esta nueva campaña comienza a mostrar tensiones por la falta de agua, en el medio de un ciclo crítico marcado por la aparición de un Niña que amenaza con dar muchos dolores de cabeza. Por eso, quedaron atrás las expectativas de superar el rinde promedio de 45 quintales por hectárea (qq/ha) que marcó el cultivo en la región núcleo en la campaña 2017/18 y todos los ojos están puestos en las lluvias de principios de septiembre para evitar rifar más rindes.
El trigo mira al cielo y pide agua
Aún así, como dice el refrán, la sangre no llegó al río y aún queda mucho por andar para darle un cierre a la campaña que siempre aporta fondos frescos sobre fin de año al productor, que de todos modos, está muy entusiasmado por los resultados de la campaña gruesa, que si bien fue menor a la anterior, sigue robusta en materia de precios.
Esta semana se le puso punto final a la cosecha de maíz, que finalizó con una producción total de 50,5 millones de toneladas, lo que representó una caída de un millón de toneladas respecto al ciclo 2020/21, informó hoy la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). A pesar de este retroceso en el cotejo interanual, el dato relevante fue que la producción de la actual campaña se ubicó 8 millones de toneladas por encima del promedio productivo de los últimos cinco años.
En ese contexto el productor está mucho más entusiasmado que el año pasado. Los datos del Ag Barometer Austral que mide esa universidad sobre la confianza del empresario agropecuario mostró un fuerte repunte anual del 43,7% en el mes de julio respecto a igual mes del año pasado. El mes pasado mostró un valor de 69 frente a los 48 del quinto mes de 2020. Sin embargo, este número muestra una caída del 12,7% comparada con dos mese atrás cuando el número estaba en 79.
En ese estado de ánimo influyen cuestiones muy puntuales propias de un año electoral, pero también alguna incertidumbre por una caída de los precios de soja y maíz -respecto de lo esperado- y la intervención en el mercado de carnes.
Trigo expectante
Según los datos de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Rosario, septiembre comenzaría con lluvias, lo que sería una muy buena noticia para los productores. El próximo miércoles 1 de septiembre se prevé el avance de un sistema frontal frío que podría provocar lluvias y tormentas aisladas en la región. “Los modelos no son demasiado optimistas para lo que resta de agosto en cuanto a la presencia de lluvias sobre la franja central del país y las regiones del oeste”, comentó, José Luis Aiello, doctor en ciencias atmosféricas.
Desde la entidad local local explicaron que ante la demora de las lluvias, se esfuman las expectativas de superar el rinde promedio de 45 qq/ha que dejó el trigo en la región en 2017/18. “Se recrudece el temor por el abatimiento del cultivo que dejó la falta de agua en la campaña pasada.
En la región núcleo, el trigo 2020/21 obtuvo un promedio de 30 qq/ha, 9 quintales menos que la media de las ultimas 5 campañas anteriores. Esta vez, el cultivo se sostiene por las reservas de agua que dejó el otoño y los aportes de julio. Sin embargo, el cereal ingresa en una etapa más demandante, el 20% de los lotes se encuentran comenzando la encañazón. Se mantienen 200.000 ha en estado regular a la espera de lluvias para revertir su condición. Los pronósticos indican que agosto finalizará sin aportes pluviales. Las expectativas están puestas en las lluvias de principios de septiembre”, detallaron.
En el centro sur de Santa Fe y el sudeste cordobés las reservas de agua están entre regulares y escasas. El detenimiento del desarrollo del cultivo, la pérdida de hojas inferiores y la menor fertilización por la falta de agua ponen en jaque al rinde triguero, apuntaron desde la Bolsa rosarina. En el centro sur santafesino se necesitan entre 20 a 30 mm para detener la caída del potencial del rinde. Mientras que en el sudeste cordobés las necesidades ascienden a más de 100 mm para alcanzar buenos niveles de humedad.
Hacia el sur provincial y el norte bonaerense las reservas mejoran. En Bigand, solo aquellos lotes con peor manejo o lotes con menor calidad de suelo podrían manifestar reducciones de rinde por la falta de humedad. En Pergamino, las lluvias acompañaron al ciclo del cultivo y permitieron incorporar los nutrientes nitrogenados aplicados durante el macollaje. Con una lluvia de 20 mm en la primera semana de septiembre se auguran buenas expectativas de rendimiento.
Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires coincidieron con que las condiciones hídrica del trigo se están deteriorando. Según el Panorama Agrícola Semanal (PAS) el nivel de agua entre adecuada y óptima cayó 7,9 puntos porcentuales. “La falta de lluvias agrava la situación de déficit hídrico y provoca disminución del crecimiento del cultivo y demoras en el desarrollo, demorando la transición a estadíos reproductivos de los cuadros tardíos”, indicó el informe.
“Sumado a las condiciones restrictivas de humedad, la acción de los vientos y nuevos eventos de heladas han generado daños en las plantas, dando lugar a una caída de la condición del cultivo buena a excelente de 5,3 puntos porcentuales”, aseguró.
Tras registrar una nueva semana sin lluvias, los cuadros de cebada implantados sobre el centro del área agrícola informan demoras en su crecimiento mientras los más adelantados comienzan a transitar su encañazón. De no registrar nuevas precipitaciones, “el rinde potencial a cosecha podría verse afectado”.
Maíz viejo y nuevo
En tanto, a días de la siembra de maíz, se afirma la intención de cubrir 1,7 millones de hectáreas, precisó la Bolsa de Rosario. Las mayores probabilidades de la instalación de un evento Niña amenazan la posibilidad de materializar la intención de siembra de maíz en la región núcleo. Sin embargo, se afirma la intención de sembrar 1,7 M ha de maíz este año debido la buena performance que tuvo el cultivo ante la escasez de lluvias del año pasado. El margen bruto ajustado que dejaría la soja, en particular en campos alquilados, además del techo de rendimiento que tiene la oleaginosa afirman la intención de siembra del cereal. Además, los herbicidas específicos para ese cultivo aplicados en barbecho impiden cambiar a otro cultivo por riesgo a la fitotoxicidad.
Por su parte, toma fuerza el maíz tardío. Ante la falta de humedad para la siembra de maíz temprano y la mayor probabilidad de contar con un evento Niña este año, el maíz tardío comienza a tomar protagonismo en las planificaciones. En Pergamino afirman que puede haber un vuelco importante hacia las siembras más tardías, ya que en las últimas campañas han mostrado un comportamiento descollante. La inclinación hacia las siembras más tardías se vería consolidado por la espera de mayores temperaturas de suelo y algún aguacero que garanticen una mejor uniformidad en la emergencia. El alto riesgo de sembrar costosos híbridos en septiembre sin la humedad suficiente inclina la balanza hacia los maíces tardíos. Se suma el evento de La Niña con una probabilidad del 70% de ocurrencia para el periodo cálido 2021/22 como ingrediente a la decisión de diversificar las fechas de siembra, indicó la Bolsa rosarina.
A modo de cierre de la campaña maicera, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) informó que la cosecha de maíz finalizó con una producción de 50,5 millones de toneladas, lo que significó una caída de un millón de toneladas respecto al ciclo 2020/21. A pesar de este retroceso en el cotejo interanual, el dato relevante fue que la producción de la actual campaña se ubicó 8 millones de toneladas por encima del promedio productivo de los últimos cinco años.
En lo que respecta a otros cultivos, la falta de lluvias agravó durante la semana la condición del trigo y de la cebada, en conjunto con la acción de los vientos y nuevas heladas relevadas, detalló el informe. Si bien todavía quedan algunos lotes puntuales por trillar en el sur del área agrícola, la entidad bursátil dio por finalizados los trabajos de recolección del grano amarillo.
Las cosechadoras lograron un progreso de 1,9 puntos porcentuales durante los últimos 7 días y se logró cubrir una superficie de 6,45 millones de hectáreas, que arrojaron un rendimiento de 78,6 quintales por hectárea (qq/ha), con picos de 92,9 qq/ha en el núcleo norte.
Con 50,5 millones de toneladas cosechadas, la campaña 2020/21 se posicionó como la tercer mejor desde que la entidad tiene registros y solo por debajo de los dos ciclos anteriores.