En agricultura, la mayoría de los productos utilizados como correctores de agua son ácidos y no cuentan con tampones en su formulación, por lo que tienden a acidificar el caldo final. Esto desenlaza en un grave problema: el caldo alcanza un pH que puede resultar riesgoso para su estabilidad o deteriorar algunas de las moléculas activas que se encuentren en él. Según evaluaciones realizadas en el LEAF (Laboratorio para la Evaluación de Adyuvantes y Formulaciones) excesivo o bajo pH en el caldo puede ocasionar pérdidas de hasta 3.000 dólares por cada tanque lleno.
El poder buffer, clave para mejorar la calidad del agua en aplicaciones
Por este motivo, es necesaria la incorporación de un buffer dentro de la formulación del producto acondicionador de agua que permita dosificarlo (en dosis variables) de acuerdo con la dureza del agua a tratar, sin riesgo de que disminuya el pH del caldo de pulverización a valores que sean peligrosos.
Un buffer, también conocido como tampón, funciona como un equipo de defensa que mantiene el pH de una solución en un rango específico y estable. Llevado a una analogía de la vida cotidiana, para mantener una taza de café a la temperatura perfecta lo colocamos dentro de un termo, que gracias a su capacidad amortiguadora mantiene el café caliente o frío durante más tiempo. En el cuerpo humano existen tampones naturales; por ejemplo, el ácido láctico producido durante el ejercicio intenso se tampona con compuestos como el bicarbonato para evitar que el pH de los músculos se vuelva demasiado ácido, lo que podría poner la vida en peligro.
Resultados comprobados
En el LEAF, el Laboratorio para la Evaluación de Adyuvantes y Formulaciones de Rizobacter, se reciben constantemente muestras de agua (destinadas a aplicaciones agrícolas) que envían productores de distintas partes del país. Además de evaluar la calidad del agua para conocer parámetros importantes como la dureza, se utilizan estas muestras para realizar curvas de pH versus dosis de la tecnología de Rizobacter (nombre comercial Rizospray Corrector Secuestrante). Para ello, se añade sobre el agua la sustancia en pequeñas dosis crecientes y se mide el pH resultante de la solución luego de cada agregado. Como resultado, en todas las muestras analizadas, el pH de la solución cambia de manera gradual debido a la importante capacidad amortiguadora del corrector.
Luego de más de 22.000 pruebas realizadas, se comprobó que la tecnología de Rizospray Corrector Secuestrante asegura un alto poder buffer, que permite dosificar según el nivel de dureza, asegurando que el pH del agua quedará en un rango de 5,5 a 7, es decir, un pH ideal para la mayoría de los fitosanitarios. Asimismo, propone la máxima capacidad quelante para la corrección de dureza del agua asegurando un tratamiento efectivo sin poner en riesgo la estabilidad de los plaguicidas que se agreguen posteriormente.