Tal como pasó con muchas actividades económicas-productivas en 2020 y 2021, la pandemia también le pegó a muchas granjas educativas de la provincia de Santa Fe. Hoy son pocas las que quedan en pie, con el desafío de seguir sustentándose dentro del marco de la nueva normalidad.
Granjas educativas en Santa Fe: el desafío de vivir y enseñar del campo
Por Cristal Colla
La pandemia le pegó a muchas granjas educativas de la provincia de Santa Fe y hoy son pocas las que quedan en pie.
Walter Rosetti, dueño y administrador de la Granja Educativa Don Campo, contó a Agroclave que muchos establecimientos ya venían atravesando dificultades por el creciente precio de los alimentos para animales y la inseguridad rural, que incrementó el número de robos de animales en los últimos años.
La falta de visitas, principalmente en 2020, que canceló completamente toda posible llegada de contingentes escolares, dio el golpe de gracia. Muchas de estas granjas, señala Rosetti, no cuentan con un ingreso más que el de la propia entrada que pagan quienes las visitan, salvo algún empleo paralelo como es el caso del dueño de otra chacra educativa santafesina, Juan Pablo Campins, de Los Juanes, que también es docente.
El dueño de Don Campo se considera afortunado al contar con fondos que le permitieron solventar el tiempo de la cuarentena durante la pandemia y planificar la compra por adelantado de alimento para los animales como alfalfa, que venía atravesando una grave escasez producto de la sequía y la ola de calor del mes de enero.
Por su parte, Campins comentó que pasaron de recibir un promedio de 8000 chicos por año a acumular sólo 200 visitas en dos años, y que si bien en 2021 se recuperó un poco la actividad, la situación sigue siendo muy complicada. Rosetti confirma este dato y señala que su granja Don Campo hoy opera a un 30% de lo que operaba años atrás, y en 2020 la recaudación fue completamente nula.
En este sentido la adaptación fue fundamental para la supervivencia. En Los Juanes empezaron a producir kits hortícolas que se vendían al público y se les enseñaba cómo armar su propia huerta incluso en los departamentos de ciudad. Campins menciona que esto fue un éxito y junto a su salario y el compromiso familiar para con la granja pudieron sacar a flote el establecimiento.
Otro elemento importante fueron las cabañas que pusieron a disposición, junto al armado de bancos y mesas en el parque, para atraer a turistas rurales.
En el caso de Don Campo la propuesta hizo metamorfosis para empezar a recibir a familias que quisieran pasar el día y aprovechar una propuesta educativa al mismo tiempo que lúdica y fresca. Lo aprendido de haber recibido a tantas escuelas por tantos años facilitó la organización y siguiendo los protocolos sanitarios en todo momento, 2021 vio la llegada de familias a Don Campo para enseñarles sobre la vida en la ruralidad y los animales que la habitan.
Rosetti admite que le preocupa muchísimo el futuro de las granjas educativas y que si bien espera una recuperación en este 2022, dice que es un rubro en camino a la desaparición por el aumento de precios y la inseguridad rural.
‘‘El rubro rural educativo es un rubro que está tendiendo a desaparecer ya desde hace un tiempo y después con la pandemia se aceleró. Hace 10 años atrás había un montón y hoy ya no. No solamente tiene que ver el tema de la pandemia, sino que económicamente tener una granja de animales es especialmente complicado. Bastante. Tener animales representa un costo operativo importante. Pero bueno, como todo negocio te puede ir mal o bien, no deja de ser un negocio. Aún así es algo que a uno le gusta, lo mueve, y por eso queremos seguir apostando a esto y asumimos el riesgo’’, declaró.
Vivir y enseñar el campo
La granja educativa y recreativa Los Juanes está ubicada en Santa Rosa de Calchines, a 20 km de Cayastá, donde se encuentran las ruinas que son Patrimonio de la Humanidad.
Juan Pablo Campins es el dueño y principal administrador de esta granja, que como un sueño nostálgico decidieron materializar junto a su mujer hace 10 años. Oriundos de la provincia de Entre Ríos, ambos crecieron en contacto con la vida rural. Comenzaron este proyecto impulsados por el deseo de poder transmitir esa misma vida a sus hijos. Antes de la pandemia, Los Juanes recibía hasta a 8000 chicos por año.
Más al sur, en el partido de Arroyo Seco, se ubica la granja Don Campo, de Rosetti, la cual abrió hace 15 años, después de dedicar toda su vida al rubro del entretenimiento y desarrollar otro tipo de negocios más vinculados a la gastronomía. La posibilidad de adquirir un campo fue lo que materializó el surgimiento de esta chacra educativa.
Según contó el emprendedor empezaron ‘‘muy desde abajo y muy desde cero. Tuvimos que aprender sobre el tema, interiorizarnos muchísimo y mucho vamos perfeccionando sobre la marcha’’, apuntó Rosetti.
Tanto en el caso de Los Juanes como en el de Don Campo la propuesta pedagógica invita a los visitantes a un recorrido guiado a lo largo de un amplio parque con animales de granja y también se pueden sumar a las actividades que proponen con distintos talleres productivos.
Los Juanes, además, sumaron a su circuito una serie de fuentes de energías renovables. Así, un sistema de pantallas solares proveen de energía a los calefones y también, a partir de los desechos orgánicos conseguidos a partir del estiércol de cerdo, ovejas, vacas y caballos, producen gas natural que convierten a partir de un biodigestor.
En todos los casos, la adaptación fue fundamental para estos emprendimientos, que al día de hoy son prudentes respecto a las expectativas para este año.