Cuando se habla de vaca lechera, automáticamente se asocia con la raza Holando Argentina, cuyo color característico es el negro y el blanco, una verdadera factoría capaz de entregar hasta 60 litros diarios de leche. Pero, ¿siempre fue y será así? La respuesta es: “Depende”.
La genética le abre las puertas a otras razas lecheras
La genética y el cruzamiento de razas es uno de los principales elementos que podrían condicionar esta respuesta. No existe una raza que sea la mejor en parámetros como cantidad (litros) y calidad (grasas y proteínas) de leche, ya que habría que considerar otras variables como alimentación, sanidad, manejo y reproducción.
Para hablar de genética, manejo y sistemas de producción, Agroclave convocó al ingeniero agrónomo Pedro Weidmann, reconocido e indiscutido experto que se dedica a la genética del ganado lechero, y hoy lleva adelante investigaciones en potreros de cruzas. También se sumaron cuatro especialistas del INTA Rafaela, para compartir la experiencia de cruzamiento genético que llevan adelante desde hace más de 20 años, con la séptima generación de cruza Holando Jersey, una de las pocas publicadas en el mundo.
Cruzamientos
La Jersey es una raza que se caracteriza por ser de menor tamaño, precoz, produce más sólidos (grasa y proteína) por hectárea, soporta más carga animal (más animales por hectárea), es más longeva y resiste mejor el estrés calórico. Por su parte, la Holando llega a medir 1,60 metros, ingiere gran volumen de forraje, tiene persistencia a la lactancia -aunque se preña a los 5 o 6 meses de parida-, y es reconocida como la vaca lechera por excelencia.
De hecho la Holando americana puede producir hasta 40 litros y comer hasta 25 kilos de materia seca de alta calidad y mucho grano. Mientras que la Jersey come hasta 15 kilos con un 20% de grano.
La Holando produce más leche y tiene una estructura física más apropiada para esos niveles elevados de leche, mientras que la Jersey no tiene los años de selección genética que tiene la Holando.
Weidmann comenzó a cruzar razas Holando con Jersey en 1984. “El único toro Jersey de Argentina estaba en Venado Tuerto y allí empezamos”, contó.
El especialista aclara que cada tambo exige un determinado tipo de vaca. “No hay un sistema unificado del tambo argentino. El cruzamiento no es simple y exige que se controle bien. Siempre se debe considerar el sistema en el que se lleva adelante, qué lugar, con qué tierra, con qué comida, con qué clima y con qué gente”, remarca.
Las razas Holando “europeas” o frisas (procedentes de la región frisosajona, Baja Sajonia y Schleswig-Holstein en Alemania, Frisia y Holanda) reinan en los campos argentinos desde 1925, llegando a representar el 90% de las vacas lecheras. Previamente, las Shorthorn eran las favoritas. A partir de los años 70, comienzan a llegar las Holandos “americanas” provenientes de Canadá y Estados Unidos. Se trataba de animales más grandes con más producción de leche, y esto se debe a que en estos países se produce principalmente en establos, por eso es posible un animal grande. “Cada tambo exige su vaca”, repite como un mantra Weidmann.
“Vos armás el sistema: extensivo, intensivo, mixto o estabulado. No importa el color de la vaca, pues las manchas no dan leche. El biotipo va dentro de un sistema con tecnología pertinente”, remarca el especialista y agrega: “La clave pasa por tener la vaca que uno precise; que dé la mayor cantidad de litros y mejores vacas, siempre acompañado de un buen manejo y alimentación”.
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“Para un sistema más intensivo, mejor la raza Holando americana. Para un sistema más pastoril, mejor la vaca más chica que come menos pero también produce menos”, recomienda Weidmann.
“El productor requiere una vaca rústica, que produzca leche durante mucho tiempo. Hoy estamos ante una invasión de entrecruzamiento, y muy pocos hacen triple (entrecruzamiento de tres razas)”, reconoce el especialista. “Hoy hay un creciente interés por los entrecruzamientos. Una Holando Argentino pura cuesta $250 mil. Y la cruza $200 mil. Pero si dividimos los 650 kilos de una y los 450 de la otra, ahí está la diferencia”, destaca.
San Pedro SRL es el nombre del establecimiento que Weidmann tiene con sus 4 hijos en la zona de Esperanza, Santa Fe. Comenzaron hace 23 años con 150 vacas y hoy cuentan con 1000 vacas en producción, 6 tambos y procesan 20 mil litros de leche por día con 3,70 proteína y 4,20 de grasa. “Entregamos a empresas que nos pagan los sólidos entre 8 y 10%, y nuestra idea es seguir creciendo con la cruza Jersey Holando”, se entusiasma el ingeniero.
Cambio climático
El cambio climático tiene un rol central en la experiencia de Weidmann. La zona de Esperanza viene registrando hace varios años diversos eventos climáticos: desde sequías, y temperaturas extremas, hasta inundaciones. “Lo más grave es la irregularidad”, apunta el productor.
Con esta realidad bajo el brazo, en 2011 decidió traer de Brasil 7 toros Girolando y 3 GYR puros. Se hizo una prueba (con madres cruza Jersey) con 25 homólogas. “La cruza Jersey, desde el punto de vista del estrés térmico, se comporta igual. Pero hay expectativas de que la Girolando pueda dar un año más de vida útil”, reconoce y compara: “La vaca Holando americana dura hasta 3 crías y media, la cruza Jersey puede llegar a 4. La girolando tiene 50 años de selección en Brasil. Minas Gerais produce la misma cantidad de leche que toda Argentina. El 75% de su rodeo tiene sangre gyr o girolando”.
A esta rama de la producción, Weidmann la nombró San Arnoldo: “Yo seguiré con la sintética que tendrá mitad de Gyr, un cuarto de Jersey y un cuarto Holando frisio. Esa será la versión definitiva. Ya hice el primer cruce de Girolando con vaca Jersey”.
La raza Kiwi viene de Nueva Zelanda. “Durante 50 años peleaban Jersey vs. Holando. La conclusión fue que, se eligiera la que se eligiera, sólo servía si se acompañaba de un buen manejo. En mi caso, el 80% de semen que uso es Kiwi”, cerró.