“El mercado de producción de alimentos pasó del volumen a la calidad”, dijo Aimar Pena el gerente de cultivo de soja de Basf, la multinacional que entró “muy fuerte” en los programas de digitalización para aportar al productor y a la nueva agricultura herramientas que combinan tecnología con sustentabilidad, una tendencia en la que hoy ponen el foco los grandes jugadores del negocio.
"La producción de alimentos pasó del volumen a la calidad"
Por Lizi Domínguez
“La compañía desarrolló la plataforma Basf Xarvio y por día invierte 2,6 millones de euros en Argentina”, dijo Pena y señaló que en el último año lanzó un site en la ciudad de Rojas en la que invirtió $188 millones de pesos. Pero también indicó que toda la paleta de productos - en tres años piensan lanzar 25 nuevos- está enfocada en desarrollar soluciones sustentables. “Todo lo que desarrollamos para cultivos de renta tiene que tener un impacto cero para los cultivos que entregan servicios ecosistémicos, porque de lo contrario no pensaríamos en un sistema sino en una agricultura de corto plazo”, indicó el ejecutivo.
También aseguró que la innovación juega en punta ya que “hoy el 60% de la facturación de Basf en Argentina está dada por productos que fueron lanzados en los últimos cinco años”, indicó.
–¿Cómo se incorpora la empresa a la nueva tendencia que conjuga innovación y sustentabilidad?
–Basf es una empresa de innovación y desarrollo que año a año invierte mucho para lanzar productos para la protección de cultivos y semillas. Ahora entró muy fuerte en los programas de digitalización, con una plataforma que se llama Basf Xarvio. Por día la compañía invierte 2,6 millones de euros en Argentina y el último año lanzó un site que está en la ciudad de Rojas con una inversión de $ 188 millones de pesos. Toda esa inversión y desarrollo a lo largo de los años hace que tengamos lanzamientos de productos que cada vez tienen una mirada mucho más sustentable, porque dejamos de pensar -y eso es una tendencia macro- en una producción de alimentos en volumen ya que eso ya está saldado, y se piensa mucho más en la calidad de los alimentos. Así, todos los productos que se lanzan tienen un fuerte desarrollo en investigación para lograr una muy buena performance a campo y para que cumplan con las normas de sustentabilidad que se necesitan a nivel global.
–¿Cómo funciona la plataforma digital Xarvio?
–Básicamente son dos herramientas: Uno es Xarvio scouting, que es de trabajo y le permite al productor ir detectando enfermedades, plagas, malezas, a campo mediante monitoreo. Nosotros siempre creemos que la mano del ingeniero agrónomo, junto con los algoritmos, terminan fusionando lo que se ve en la biología en el campo. Eso es fundamental porque le permite al productor hacer un uso más sustentable de los productos junto al soporte técnico del lado de la plataforma. Después hay otra que se llama FieldView, que es más de una mirada completa del lote de largo plazo, con distintas recomendaciones, alertas y que sirve para la toma de decisiones.
–¿Esta última permite una mirada más integral del lote?
–Sí, es lo que en general se llaman prescripciones y lo bueno de esto es que siempre potencia la mirada del ingeniero agrónomo, que va a revisar cada uno de los lotes. Todas las tecnologías de protección de cultivos que vamos lanzando tienen un sustento y una recomendación y una prescripción basada en el conocimiento que en los últimos años fueron volcados a esta plataforma. Por ejemplo, estamos lanzando un herbicida Voraxor para aplicar en presiembra de soja, maíz, trigo, cebada, maní. Trae como recomendación mapas de detección de emergencia de malezas, de porcentaje de cobertura. El productor o el asesor pueden ir al lote a mirar cuánta cobertura de malezas hay y en base a recomendaciones de Xarvio, pueden aplicar de la mejor manera posible y sustentable el herbicida. Se va a lanzar también Melyra, que es un fungicida. En estos productos para enfermedades de trigo, por ejemplo, hace tres años ya tenemos ajustada una prescripción de aplicaciones. Es decir, el productor usuario de Xarvio recibe alertas de presión de enfermedades. Lo mismo vamos a hacer para los lanzamientos de los próximos insecticidas como Advantor, que es para el control de insectos en soja y en maíz. Siempre van a tener una recomendación que se está desarrollando a nivel de campo.
–¿Cómo es el proceso que va desde la recolección de datos y consolidación del conocimiento hasta la salida a campo?
–Es una etapa continua. Hoy hay información de 20 años de satélites en el mundo recolectando información. Lo que las compañías hacen en esta etapa junto a muchos referentes del país es ir decodificando esa información, transformándola en algoritmos, que es ni más ni menos que entender qué pasa en la biología, qué conocimiento tenemos. Así se fusionan esas dos patas que son la biología con el conocimiento disponible.
–¿Qué características tienen estos nuevos lanzamientos de productos y cómo se vinculan con la sustentabilidad?
–Todo el mercado global de insumos que se utilizan en el agro tienen reglamentaciones internacionales muy estrictas. En Argentina son muy buenas, de rango internacional y todos los nuevos lanzamientos de Basf van a todos los mercados. Entonces, la sustentabilidad juega un rol principal. En las etapas de desarrollo de productos -que duran 10 años y donde quedan en el camino más de 3000 moléculas-_ es clave la sustentabilidad. Un producto que no cumpla con el nivel de toxicología determinado para estos mercados, no avanza en la investigación y desarrollo, porque sabemos que tendría una restricción grandísima hoy. Por eso decimos que todo el mercado de producción de alimentos pasó del volumen a la calidad y esa mirada de sustentabilidad de las empresas en cuanto a investigación y desarrollo en Basf es fundamental.
–¿Cómo ves hoy el mercado y esa mirada de sustentabilidad en Argentina?
–Estuvimos en Aapresid en un congreso de productores cuyo lema fue “A suelo abierto” y creo que la mirada sobre el cuidado del suelo es fundamental. Hace ya cinco años que firmamos un acuerdo con Aapresid y a través del mismo tenemos una red de cultivos que se llama Basf Aapresid. La compañía piensa a la agricultura como un sistema de cultivos, algunos son renta y otros de servicios. Estos últimos son aquellos que los investigadores tanto del Inta, del Conicet, etcétera, denominan como servicios ecosistémicos. Son cultivos sembrados para entregar servicios ecosistémicos, que es ni más ni menos que el cuidado del medio ambiente. Todo lo que desarrollamos para cultivos de renta tiene que tener un impacto cero para ese cultivo que entrega servicios ecosistémicos, porque de lo contrario no pensaríamos en un sistema sino en una agricultura de corto plazo. Si perdemos la mirada de largo plazo a lo largo de los años tendríamos un impacto en el medio ambiente que es no deseado.
–¿Cuáles son los desafíos de la empresa para el mediano plazo?
–En los próximos tres años tenemos pensado lanzar 25 productos, todos tienen una mirada de sustentabilidad y son fruto de años de investigación y desarrollo, lo que nos permite tener una paleta de productos muy joven. Hoy el 60% de la facturación de Basf en Argentina está dada por productos que fueron lanzados en los últimos cinco años y esos 25 que vienen son una renovación de los existentes, que potencian la producción de alimentos y siempre con una mirada de sustentabilidad.