El último reporte de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) muestra el impacto que las cadenas del agro tienen en el PBI nacional: abarcan el 25,6% y aportan 1 de cada 4 dólares del Producto Bruto Interno argentino, lo que anualmente equivale 105.091 millones de dólares.
La transfomación digital para achicar la brecha productiva
Tendencias. La brecha tecnológica marca una diferencia entre los niveles de productividad en el sector agropecuario.
Es la industria que más genera, aunque no alcanzó el pico histórico de aportes que había producido la actividad en 2004. Más allá del “viento de cola” que favorecía al país en aquellos días, cabe preguntarse por qué los avances tecnológicos que se sucedieron en el lapso de 18 años, y actualmente penetran en el 90% de las actividades del agro, no impactaron en el crecimiento sostenible de la industria.
Finnegans es una empresa de servicios de tecnología presente desde hace 30 años en la Argentina y consolidada en el agro, desde donde proviene más del 35% de sus 4000 clientes. En 1992, comenzó vendiendo servicios a productores en disquete y, tres décadas después, acompaña a la industria desde la nube. A partir de esa experiencia, Blas Briceño, CEO y fundador de la empresa, elogia el camino recorrido por el campo pero advierte sobre la necesidad de continuar en esa senda.
“Estamos orgullosos de haber acompañado al campo en este tiempo y creo que pudimos hacerlo porque vimos que había una necesidad de digitalización importante. Los productores dieron pasos enormes, se apoderaron del mundo digital más que otros sectores, pero todavía hay mucho por avanzar, especialmente en términos de colaboración digital”, dice Briceño.
“Esto no es exclusivo del campo, pero sí fundamental para el sector: hay que integrar la información tecnológica para automatizar las operaciones de las empresas. En concreto, la cadena comercial de granos incluye procesos lentos y burocráticos que hoy queremos resolver mediante bots e información electrónica para coordinar tareas como certificados de depósito, Liquidaciones primarias de granos, Contratos de granos, Gestión de cupos, Cartas de porte y Fijaciones de precio, entre otras”, agrega el CEO de Finnegans.
En la misma línea, Agustín Barberis, CEO de Agrology – la primera comunidad digital del campo argentino–, aborda el tema desde la cuestión cultural: “El sector agropecuario genera muchísima información, pero esta a veces no se usa de manera eficiente para que se transforme en rentabilidad. Los productores deben naturalizar el uso de herramientas de bigdata para evaluar distintos indicadores en tiempo real (costos, precio de venta, rendimientos, comercialización de granos) y así tomar mejores decisiones de negocio”.
Juan José Debuchy fundó Humber, la plataforma digital que conecta a productores agropecuarios con transportistas de carga. Afirman desde la compañía que este tipo de herramientas hace más eficiente al sistema productivo reduciendo los costos en las partes administrativas, transaccionales, y el uso de insumos entre otras tantas cuestiones. El diagnóstico de Debuchy es similar: “En la industria hay una cuestión generacional de animarse a cosas nuevas y esto repercute en que si cualquier aplicación o desarrollo no se ajusta exactamente a las necesidades del productor puede ser desaprovechada”, comenzó.
“Hoy en día el desafío más importante de la digitalización está en el agro y ese paso tiene que ver con la integración entre plataformas. Por ejemplo, que el productor no tenga que cargar la misma información muchas veces sino que las aplicaciones que use para cada etapa estén integradas entre ellas y pueda ser un flujo de punta a punta”, continuó.
Para Barberis, si bien hay una alta tasa de penetración de la tecnología en el agro, aún queda un largo camino por recorrer en términos de la aplicación estratégica de las herramientas. Esto redunda en un problema sensible : la brecha productiva.
“Es un tema fundamental para el sector agropecuario y tiene que ver con la diferencia de rendimiento que existe entre lo que los productores logran de sus cultivos y lo que podrían haber logrado. Esta brecha puede llegar hasta 10 toneladas de cultivos como el maíz en determinadas zonas”.
La solución para achicarla, sostiene el CEO de Agrology, es la aplicación de tecnología que, además de maquinaria, tiene que ver con el uso de plataformas digitales para medir en tiempo real, la utilización de la robótica o la inteligencia artificial para sacar un 30 o 40% más de provecho de cada campaña.
Y da un paso más: “No es sólo que los productores utilicen la tecnología para manejar de manera eficiente los datos, sino también lograr que adquieran un visión comunitaria para poner al servicio de todos la información y que en comunidad se pueda trabajar de forma colaborativa para aumentar la capacidad productiva de manera exponencial. Esto no solo genera un impacto positivo en el campo, sino también en la sociedad en general; se pueden obtener más alimentos en el mundo sin tener que expandir la frontera productiva y esto es positivo para el medioambiente ”.