Algunos productores todavía recuerdan que Carlos Menem, el padre local de la Revolución Productiva, no pudo o se animó a tanto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuario (Inta). Son los mismos que dicen que por aquellos tiempos había, para pelearla, dirigentes de fuste, como Humberto Volando.
Inta: entre el silencio y muchos inocentes
El organismo es de excelencia mundial y así lo consideran los productores
La Argentina productiva, agroindustrial o alimentaria, viene sorteando obstáculos en la cronología de presidentes que –de alguna forma- la obligaron a aprender del equilibrista y buscar formas para pasar cada momento.
El Inta, según los propios productores, es un organismo de excelencia mundial y -si se quisiera ser más sutil- de orgullo para todo el país y Sudamérica. Este es un calificativo simple, que se escucha repetir a más del 90% de los productores desde hace años, salvo este último, en el que esta frase se pronuncia en voz baja o se esconde en un silencio absurdo, cargado de hipocresía y de muchas mentiras.
No alcanzarían los espacios, para anotar todo lo que ha logrado con el tiempo, desde mejoras genéticas en agricultura, ganadería, sobre las economías regionales, los cambios de paradigmas productivos, los sistemas de eficiencia en siembra, la agricultura de precisión, el mejoramiento genético porcino, la clonación, las nuevas variedades de granos, y hasta el arraigo de muchos chacareros que lo recuerdan por las semillas para huertas, el manejo de la chacra mixta y las gallinas ponedoras que se entregaban para potenciar la pertenencia en el campo.
Sería muy difícil encontrar alguien que dude de todo esto. Incluso en ninguna gremial agropecuaria, cadena productiva, consorcios y asociaciones de productores, donde está más que claro, que primero investiga el Inta y -en la mayoría de los casos- después estos actores potencian los resultados o acompañan a los mismos.
Entonces, por qué tanto silencio, indiferencia o miradas perdidas desde que el presidente Javier Milei instauró el tema de la restructuración, achicamiento, despidos, reducción de estaciones experimentales y auditorías.
Salvo Coninagro, algunos productores autoconvocados, las Bases Federadas, unos pocos gobiernos provinciales que disfrazan el desacuerdo con una enumeración contemporánea de lo que viene logrando el Inta en cada territorio, y los recientes fundamentos de la Federación Agraria Argentina, el resto calla.
Ni siquiera la Comisión de Enlaces de Entidades Agropecuarias o las cuatro cadenas productivas se pudieron manifestar en conjunto sobre este tema o, si lo hicieron, pasó desapercibido o se dijo mediante comunicaciones de poco compromiso.
Aún nadie asumió el rol de explicarle a la nueva administración nacional que las respuestas que busca en sus auditorías son consecuencias del daño que hizo Menem y una secuencia de presidentes hasta llegar a Néstor, Cristina y el último tramo del kirchnerismo.
Tecnología para la producción
Es decir, estos referentes políticos fueron los que impulsaron -ante el quite o falta de presupuesto- la creación de cooperadoras dentro del organismo, para poner en producción muchas de sus hectáreas y generar recursos con el objetivo de tapar los baches ocasionados por el retraso en las partidas económicas y la falta de recursos de funcionamiento, durante tantos años.
Ahora, más allá de todo esto, hay una movida que intenta hacer desaparecer cualquier piedra en el camino que se anteponga a aumentar la producción a cualquier precio. Por eso es posible que se busque hacer desaparecer aquel olvidado lote de las vacas o el lejano módulo experimental sobre formas de producción de una agricultura compatible a áreas periurbanas, o aquellas de producciones poco tradicionales.
Entonces, es probable, que 2.000, 4.000 ó 120 hectáreas sean válidas de la expropiación o venta, por encima de un posible negocio inmobiliario.
Hace algunos años, durante el gobierno del ingeniero Mauricio Macri, el productor que era presidente de Aapresid dijo que por fin la pelota estaba del lado de la producción. Tal vez, el error fue no darse cuenta que no se trataba de gambetear, sino de jugar con clase y estilo.
Entre el año 2016 y 2018, Pedro Vigneau tuvo proyección política y logró arrear a muchos de su tropa a las grandes arenas de los procesos circulares y los bioeconomistas.
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Su antecesora fue la actual vice presidenta del Inta, María Beatriz “Pilu” Giraudo que en principio supo ganar la batalla por la inclusión de la mujer en la ruralidad y los agronegocios del agro, entre tantos cambios importantes.
Por esos años, se hablaba y se formaban decisores políticos para meter el campo en la agenda parlamentaria, o tal vez se intentaba ensayar una nueva partida o partido que impulsará la plataforma del siempre verde.
En definitiva, tal vez con la idea de la sustentabilidad o sostenibilidad de la cual ha sido pionero y maestro el Inta, varios actores hoy aprovechan la oportunidad para ganar espacio político porque por arriba del empowerment y la resiliencia, están claramente mirando más allá de los rastrojos.
Pareciera que Aacrea se dio cuenta de lo grande que puede ser el perjuicio y sacó a su hombre del Inta a tiempo, con la anunciada renuncia del ingeniero Juan Cruz Molina Hafford, criado en la región Córdoba Norte de la Asociación Argentina de Consorcios de Experimentación Agrícola.
Cuentan que durante su corta presidencia en el Inta, al ingeniero Molina lo llamaban diariamente del gobierno para preguntarle cuántas renuncias o retiros voluntarios venia generando. “Lo cansaron de presiones institucionales y políticas”, subrayaron varios productores que compartieron esta cronología con un final anticipado.
Aapresid está redoblando la apuesta con una jugada histórica, porque es la primera vez en 68 años que un presidente y vice del organismo vienen o se forjaron en una misma asociación.
Quizás suene a posibilidad o revancha, ya que la organización de productores en siembra directa, no ha podido en sus 35 años de historia tener una silla en el Consejo Directo del Inta, a diferencia de Aacrea. Frente a todo esto, Aacrea siempre tuvo un lugar valioso en el organismo.
A lo mejor Aapresid reclama más espacios, frente al discurso poco creíble de sus referentes actuales en la política, que manifiestan querer completar el mandato dePedro Vigneau, sin observar que se alejó de La Libertad Avanza a los portazos y diciendo que no compartía las políticas económicas agropecuarias, entre las discusiones por la macro y la micro economía.
El silencio hacia el Inta, forma parte de un indiferencia de nuestra Argentina de desgaste donde los que antes llegaban por mérito, hoy lo logran simplemente por oportunismo político, salteando un par de lotes, para alcanzar una presidencia y un segundo lugar en este instituto. Lo grave es que se lo cargan la mayoría de los productores, que escucharon durante años un discurso diferente y portaron como una biblia el libro blanco del Darse Cuenta.