Los agricultores europeos están lejos de convalidar las políticas de libre mercado y apertura indiscriminada de la economía. En una protesta que adquirió repercusión mundial, que arrancó con los productores de Francia y se extendió a gran parte de los países de la Unión Europea (UE), el sector salió a reclamar por las importaciones de alimentos baratos, el aumento de costos, la presión fiscal y las políticas medioambientales. Este paquete incluye el rechazo absoluto a los acuerdos de libre comercio como el bloque pretende firmar con el Mercosur, una decisión que consideran atenta contra sus intereses.
La protesta de agricultores de Francia se extiende a toda Europa
En ese marco, esta semana en Francia los agricultores realizaron masivas protestas en las autopistas de ingreso a París, lo que generó centenares de detenidos, especialmente porque la Policía buscó impedir que los manifestantes bloquearan el acceso a un importante mercado mayorista ubicado en las afueras de la capital francesa.
Según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en toda Francia había “más de 100 puntos de bloqueo” y unos 10.000 manifestantes, algunos de los cuales buscaban bloquear el mercado mayorista de Rungis, cerca de París.
En el país galo varias autopistas fueron bloqueadas y a la medida se sumaron los tres principales sindicatos agrícolas de España, que anunciaron la decisión de protestar por similares demandas. Por lo pronto, los bloqueos franceses de las autopistas causaron serios inconvenientes a los transportistas españoles y portugueses, que no pueden circular por Francia. Según la patronal del transporte de España, los daños ascienden a más de 12 millones de euros al día.
Además, los agricultores de Bélgica también protestaron durante la semana. Decenas de tractores bloquearon las circunvalación de la ciudad de Amberes, provocando atascos, según reportaron las agencias Reuters y EFE.
Los productores belgas critican las políticas medioambientales de la Unión Europea, las importaciones de alimentos baratos y el aumento de los costos.
En este contexto, según reportaron las agencias internacionales, el gobierno francés da casi por enterrado el tratado de libre comercio de la UE con Mercosur. De hecho, los agricultores pusieron el ojo en este entendimiento porque consideran que se verán perjudicados por la globalización y la competencia de otros países y ven al tratado como una amenaza.
Esta marcha atrás se da en medio de un año electoral, que marcará el destino de Europa en 2024.
La dimensión de la protesta
Lo que inicialmente comenzó en Francia se extendió al resto de la UE en países como España, Italia, Bélgica, Países Bajos, Irlanda, Alemania, Polonia, Rumania y hasta en Lituania.
El abanico de reclamos es extenso y depende de cada central sindical o país: ayudas de emergencia a sectores en crisis, algunos golpeados por la sequía; una menor burocracia y una mejor remuneración a los productores, entre otros. Pero la mayoría coincide en señalar las normas de producción en la UE, sobre todo la relativa al uso de pesticidas, y las importaciones desde fuera del bloque como causas de una eventual caída de ingresos y de pérdida de competitividad.
La importación de “productos agrarios de terceros países a bajo precio que presionan a la baja los de la UE” son un caso de “competencia desleal”, advirtieron los sindicatos españoles Asaja, Coag y UPA.
La inflación que se convirtió en un problema global tras la pandemia obligó a políticas fiscales más duras en los países desarrollados y frente a eso pelean los agricultores, los cuales señalan que “están asfixiados” y muchos son incapaces de cubrir los altos costos de la energía, los insumos y el transporte.
A esto se suma además una política puntual de Francia que es eliminar gradualmente una exención fiscal para el combustible diesel, como parte de una política de transición energética más amplia que procura encarar el gobierno de Macron.
Por otra parte, incrementan el malestar los acuerdos de libre comercio y el ingreso de productos provenientes de Ucrania, en respaldo a ese país en un contexto de guerra.
La UE propuso esta semana extender un año una polémica exención de aranceles a las importaciones desde Ucrania, que fue uno de los puntos que desató las protestas de los agricultores por considerar que se trata de una competencia desleal y distorsión de precios.
Con vistas a atajar estos reclamos, y un día antes de una cumbre del bloque centrada en Ucrania, la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, propuso que la prórroga de la exención por 12 meses desde junio contemple un límite para “productos agrícolas sensibles”.
Además, la propuesta incluye salvaguardias para proteger los mercados de Estados de la UE vecinos o cercanos, como Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Polonia y Rumanía, que reclaman aranceles a la importación de productos ucranianos alegando competencia desleal.
Para productos como aves de corral, huevos o azúcar se trata de un “freno de emergencia” para estabilizar las importaciones en los niveles de 2022 y 2023, y a partir de ese umbral se aplicarían derechos de aduana, señaló la Comisión Europea en un comunicado.
El ex-embajador en Estados Unidos, Brasil, Unión Europea y China, Diego Guellar advirtió: “Atención. Viene un importante cierre de fronteras para bienes agrícolas”.
Otro de los grandes países donde el sector mostró su descontento fue en Alemania. Allí también se están registrando protestas luego de la decisión del gobierno de eliminar gradualmente una exención fiscal sobre el diesel agrícola para equilibrar las cuentas públicas. De hecho, a principios de enero la ciudad de Berlín quedó paralizada cuando una de sus avenidas centrales se llenó de camiones y tractores.
En Rumania, agricultores y camioneros también realizaron medidas de fuerza por los altos costos comerciales y provocaron un bloqueo del acceso a un cruce fronterizo con Ucrania.