Después del traumático segundo trimestre del año pasado, que significó una caída sin precedentes de la actividad económica global por cuenta de la pandemia, se empezó a transitar por un camino de gradual recuperación que tenderá a reforzarse este año. Esta tendencia fue acompañada por una suba de los precios internacionales de las materias primas, que comenzó a notarse a partir del mes de agosto y se extiende hasta hoy. Las principales categorías que lideraron la suba fueron los metales, la energía, los granos e insumos agrícolas y -más recientemente- los fletes marítimos.
"Superciclo" alcista de commodities: ¿llegó para quedarse?
La cuestión no está exenta de controversia, ya que los grandes “superciclos” de precios de las commodities a lo largo de la historia fueron fenómenos de largo plazo, de unos 20 o más años de duración desde el piso hasta los máximos, asociados a grandes transformaciones de la humanidad o a incrementos duraderos en el consumo, no acompañados por saltos en igual magnitud de la oferta, típicamente rígida a corto plazo. En el último siglo se registraron cuatro picos cíclicos bien claros alrededor de los años 1910, cerca de 1950, en los ‘70 y a principios de 2010.
Pareciera inusual estar en los albores de otro proceso semejante, siendo que su ocurrencia es cada 30 o 40 años y el último gran ciclo se registró hace apenas una década, asociado al gasto en infraestructura que requirió la urbanización de China y la “transición dietaria” de su población, al pasar del campo a la ciudad y cambiar sus pautas de consumo. En el caso de los granos, las políticas de promoción y fomento del corte de nafta y gasoil con biocombustibles -impulsadas a gran escala entre 2005 y 2008- propiciaron un soporte adicional y mayor conexión con los mercados energéticos.
Lo intrigante en la actualidad es que el envión alcista de los precios internacionales de los últimos meses tiene pocos antecedentes. Los precios de la soja, por ejemplo, treparon más del 50% en pocos meses. El cobre escaló más de 40%, trepando por encima de los US$ 9000 por primera vez desde 2011. El petróleo, por su parte, pasó de cotizar en negativo durante el mes de abril a valer más de US$ 60 en la actualidad. Y el “rally” alcanzó a muchos otros productos, que subieron mucho y muy rápido. Es un salto realmente disruptivo, asociado a la velocidad de la recuperación económica.
Entre los factores que alentaron el reciente impulso de los precios, se destaca en primer lugar el papel que jugó la política monetaria ultra expansiva del último año, vía una mega emisión de dólares y tasas de interés prácticamente cero o incluso negativas, que achicó la aversión al riesgo de los inversores. En un escenario de tanta liquidez y con precios de commodities bajos relativos a los mercados accionarios y otros activos, la suba no se hizo esperar. A esto se sumó el aumento de las expectativas inflacionarias hasta niveles jamás vistos en varias décadas. Esto lleva a pensar que la reciente escalada del mercado tiene un importante componente financiero, dada la entrada de fondos e inversores especulativos por el temor a la inflación.
No obstante, el componente real de este rally es también notorio. En lo que respecta a los productos agrícolas, China llevó adelante una activa recomposición de stocks para la reserva gubernamental, tanto en soja como principalmente en granos forrajeros y aceites vegetales. Del mismo modo, al aumentar el gasto en infraestructura como parte de los estímulos a la economía, expandió su demanda de productos como mineral de hierro, cobre y otros metales básicos.
Como suele ocurrir con toda suba abrupta de las materias primas, hay también un componente de destrucción de oferta. Esto se vio particularmente en el petróleo y otras materias primas de proceso continuo, en las que la abrupta caída de los precios el año pasado quitó rentabilidad a la producción y amplió los déficits previstos para este año. Esto se da en un momento de recuperación visible del consumo, ante la mayor movilidad de las personas y uso del transporte a medida que avanzan los programas de vacunación en el mundo. Distintos analistas estiman que el déficit petrolero de este año, medido como demanda prevista menos oferta, se ubica en el rango de 2,6 a 2,9 millones de barriles diarios. Entre las opiniones más notorias, se destacó esta semana la visión del Bank of America en el sentido de que la insuficiente inversión en exploración petrolera podría devolver los precios a niveles próximos a US$ 100 por barril, no vistos desde la primera mitad del año 2014.
En granos, la caída de la oferta es menos drástica pero también significativa. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la producción mundial de soja se ubicó esta campaña en el mismo nivel que hace dos años, mientras que el consumo aumentó en 25 millones de toneladas, incremento del cual China representa el 60%. La consecuencia es un consumo de los inventarios acumulados y mucha presión para que las próximas cosechas alcancen los niveles previstos, sin que se registren problemas climáticos. Cualquier disrupción grande catapultaría los precios aún más arriba.