En un escenario dominado por las perspectivas de una Niña, la siembra de soja largó con paso temeroso. Los productores de mucho hectareaje y contratistas hicieron punta, aventurándose a comenzar por cuestiones operativas. Las últimas precipitaciones hicieron posible largar con la siembra en la región, pero muchos decidieron esperar por temor a las bajas temperaturas.
A paso temeroso, arrancó en la región la siembra de soja
De acuerdo al relevamiento de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), el cambio que hubo en la circulación el martes pasado evitó un drástico descenso de la temperatura. De todas maneras, señaló que este ciclo de siembra “parece mostrar más cautela y menos apuro por sembrar”.
En su entendimiento, las labores se generalizarían en noviembre. “Con un año Niña por delante y faltando más de 80 a 100 mm en la mayor parte de los suelos de la región para lograr condiciones hídricas óptimas, muchos productores están buscando estabilidad de rindes con fechas de siembra más tardías”, indicó.
En el caso del maíz, hubo importantes avances de siembra del cereal temprano en la región en esta semana: estaría quedando pendiente cerca del 10% de los lotes intencionados, que pasarían a tardíos. De esta manera, entre la siembra de los tardíos y los “de segunda” se superarían las 200.000 hectáreas con maíces de siembras en diciembre en el ciclo 2021/22.
Pero puede haber cambios. Según GEA, algunos lotes podrían pasar a soja. “El cereal tardío continuará en los planes de aquellos productores que anticiparon las compras de fertilizantes”, indicaron. Y citaron a los ingenieros de General Pinto para explicarlo: “Los aumentos de precios en urea y demás insumos están golpeando a los productores más chicos: no planificaron y no tienen las compras hechas”. Además, hay problema serio con los insumos: faltan cada vez más. “Este año se va a notar la falta de disponibilidad, y la falta va a terminar empujando más los precios”.
Mientras los otros arrancan, el trigo entra en la recta final. En la región no está lejos la meta de recolectar 7 millones de toneladas. Es lo que se esperaba cuando comenzó la campaña, por el nivel de tecnología invertido y con rindes que podrían alcanzar los 42 qq/ha.
“Con el trigo comenzando a atravesar sus últimas etapas —el 65% del trigo de la región se encuentra en llenado de granos— se afirma el escenario de superar los 40 qq/ha (contra los 29/ha del año pasado)”, señaló GEA. El clima volvió a ser errático pero pasaron dos cosas fundamentales en los últimos quince días: las lluvias salvaron a los lotes que ya estaban al límite y empezaban a perder área foliar y potencial, y ahora cuenta con las reservas de agua para completar su ciclo. Y lo segundo: esta semana se esperaba un pulso frío muy importante que a último momento se desbarató por el ingreso del viento Norte. “Con poca agua, pero con el clima a favor, el trigo sigue con una estimación de 6,65 millones de toneladas que pueden ser ajustados al alza”, concluyeron.
En el Norte de Santa Fe ya comenzó a cosecharse el trigo, con rendimientos heterogéneos que oscilaron entre los 15 y los 20 quintales por hectárea, considerados “buenos” para la zona.
El informe semanal que confeccionan el Ministerio de la Producción de la provincia y el Servicio de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Comercio de Santa, Fe indicó que esos primeros lotes corresponden al departamento General Obligado, situado en el noreste del distrito y lindante con la provincia de Chaco.
Hubo diferencias en los estados de los trigales “como consecuencia de las variaciones de las precipitaciones, que fueron muy irregulares según zonas o departamentos”, y se observó que “las variedades de trigo que más sufrieron el déficit hídrico fueron las de ciclo corto”.
“Al cumplirse los pronósticos de lluvias, los trigales se vieron beneficiados y apuntalaron sus etapas de definición, floración o reproducción, y siempre con buena sanidad”, añade el texto.
La situación general de los sembrados, ya sea de trigo, girasol y maíz, se revirtió gracias a las lluvias de los últimos días, que “posibilitaron una reacción favorable de cada uno de los cultivos”, indicó el SEA. Esa mejora se reflejó en indicadores como colores más intensos en el follaje, vigorosidad en las estructuras de las plantas y respuesta muy positiva a las distintas fertilizaciones. Pero a la mayor cantidad de agua disponible “reaccionaron también las malezas”, consigna el informe.