Con el horizonte puesto en llegar a producir 65 millones de toneladas en el mediano plazo, la cadena de la soja empezó a definir estrategias que le permitan al cultivo - que fue durante décadas la estrella de la producción agrícola argentina- recuperar protagonismo. Eso incluye mayor incorporación de tecnología, genética y fertilización, aceitar los aspectos logísticos, sumar sustentabilidad de cara a las nuevas demandas ambientales, productivas y sociales y además, reducir al mínimo el impacto de los factores externos al sector, especialmente vinculados con la situación macroeconómica tanto en el plano fiscal como cambiario.
La soja busca la revancha tras años de retroceso
Por Sandra Cicaré
“La cadena está preparada frente a un nuevo momento de la soja”, dijo Rodolfo Rossi, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja) durante el seminario de la entidad que se realizó el jueves en Rosario. Así puso en palabras lo que fue el lema del encuentro que convocó a todos los referentes de la actividad, tanto en el plano productivo, como técnico y de mercado.
“Consideramos que hay muchas cosas que tienen que cambiar para que la soja revierta la decadencia que está teniendo en los últimos años, donde básicamente fue suplantada por el maíz”, dijo Rossi.
La oleaginosa viene de una campaña para el olvido, donde se cosecharon 20 millones de toneladas y en algunas regiones directamente no se sembró. La economista de la Bolsa de Comercio de Rosario, Emilce Terré, explicó que hasta este momento se prevé que en la campaña que arranca, la 2023/24, la producción llegará a las 48 millones de toneladas. Un número que si bien más que duplica al del ciclo pasado, está lejos de las 60 millones de toneladas que llegó a producir Argentina en otros tiempos.
“Estamos estancados en superficie, mientras que hay una tendencia fuerte de crecimiento en Brasil y también algo en Estados Unidos”, dijo Bruno Todone de Safras & Mercados y explicó que esto obedece a la fuerte volatilidad no sólo del clima sino también en cuanto a la tecnología. Eso también representa un golpe duro a la industria. “En Argentina tenemos una capacidad instalada de entre 60 y 65 millones de toneladas, pero está ociosa un 50%, mientras que en Brasil ese número es de 70 millones de toneladas y en Estados Unidos, las proyecciones para 2026 son llegar a una capacidad de 80 millones”, detalló.
Aunque desde la cadena ven que este año representa “un punto de inflexión”, según planteó Rossi, quien consideró que se sembrarán entre 700 mil y un millón de hectáreas más que el año pasado, para llegar a casi 17 millones implantadas si el clima acompaña. El límite estará puesto por “los problemas financieros que persisten en muchos productores golpeados por la sequía”, dijo.
Agenda política
Para los referentes de la cadena los problemas macroeconómicos de la Argentina, especialmente el diferencial en el tipo de cambio, pero también la inflación son factores “que condicionan el crecimiento”, señalaron los dirigentes de la mesa de enlace agropecuaria que participaron del seminario Acsoja 2023.
A eso le sumaron el reclamo por la reducción o eliminación de las retenciones, una promesa que ni siquiera el referente de Juntos por el Cambio en temas agropecuarios, Guillermo Bernaudo, les pudo hacer. En caso de que sean gobierno, “la eliminación de las retenciones a la soja, trigo y maíz no va a ser inmediato, aunque pensamos en plantear un cronograma cierto”, indicó y señaló que se podría concretar recién en un plazo de 5 a 6 años, es decir requeriría una segunda gestión de su candidata a presidente.
Elbio Laucirica de Coninagro, Jorge Chemes de CRA y Nicolás Pino de Sociedad Rural Argentina plantearon un panorama negro del presente. Sin hacer ninguna mención a las políticas públicas que permitieron a los productores atemperar el fuerte golpe de la sequía, se enfocaron en criticar la “falta de confianza y la gran preocupación” sobre la realidad actual del productor. “Entre agosto de 2019 hasta hoy el productor sufrió la quita de casi 100 mil millones de dólares”, dijo Pino, de los cuales “40 millones por retenciones; otros 40 millones por diferencial cambiario y 20 millones por el clima”, agregó.
Límites productivos
Pero además del escenario político, la cadena sojera enfrenta un desafío productivo que debe saldar para dar el salto que pretende y que, según planteó Rossi, en parte fue abandonado por una “cuestión de costos”. Uno de ellos es la escasa fertilización en soja. “El 44% de la producción de soja recibe fertilizantes”, dijo Martín Díaz Zorita de Fertilizar y en esa área, “se aplican 60 kilos de fertilizantes por hectárea, que es menos de lo que se necesita”, agregó.
Por caso, explicó que entre el 15% y 23% de los rendimientos serían alcanzables mejorando la nutrición.
La foto del presente muestra que “el 70% de los lotes de la región Pampeana están con limitantes de fósforo, el 30% de azufre y potasio y el 8% de nitrógeno”. Por eso, “la nutrición es inherente a una decisión de manejo productiva”, aclaró el especialista.
“Las condiciones actuales de fertilidad nos dicen que nos faltan nutrientes y por eso, hay que nutrir la soja”, agregó Díaz Zorita, y el desafío es “conocer el sitio, tener claridad del diagnóstico ambientado (no regiones ni lotes promedios), inocular todos los años y aplicar estrategias de fertilización combinada”.
Es posible lograrlo. Silvina Bacigalupo, especialista de Inta Oliveros, detalló que en Argentina en los últimos años el rendimiento promedio fue de 3,2 toneladas y “hay muchas brechas por explorar” que llegan al 2,2 toneladas en el sur de Buenos Aires para la soja de primera, pero a 6 toneladas en el área núcleo productiva. En el caso de la soja de segunda, las brechas de rendimiento son superiores al 30%, detalló la especialista.
Para eso, es clave incorporar a la soja siempre en un esquema de rotación, con trigo, con maíz, y con cultivos de servicios.
Otro aspecto que la cadena tiene que abordar en forma urgente es la reducción de la ganancia genética que se dio estos años y allí el debate sobre una nueva ley de semillas se impone. “Estamos en un punto de mínima, porque todos los años nos enteramos que se cierra un programa de mejoramiento de soja en Argentina”, dijo Rossi y “ninguna de las grandes compañías invierte, salvo algunas que intentan introducir genes que licencian a las demás empresas”, detalló. Dijo que hoy en Brasil hay más de 25 programas de mejoramiento y en Argentina no se llegan a 6 cuando el país supo tener hasta 20.
“No tenemos un marco legal moderno y esto no es tanto un problema de los gobiernos sino de la cadena que debe hacer un mea culpa porque no nos ponemos de acuerdo”, definió el titular de Acsoja.
En este contexto, también los precios jugarán su partido. Dante Romano, analista de Fyo y de Universidad Austral, aseguró que para la próxima campaña, “la brecha cambiaria, el clima (con un Niño que se demora) y lo que pueda ocurrir con los derechos de exportación”, incidirán sobre las decisiones que pueda tomar el productor. “Con los valores actuales de soja, si no estás vendido, empezá a hacerlo”, aconsejó y llamó a los productores a “cuidar los márgenes”.