El impacto de la sequía en la productividad de los cultivos de soja y maíz provocó que muchos productores enfrenten una delicada situación financiera, razón por la cual, la siembra de trigo vuelve a ser el centro de atención como una forma de obtener liquidez hacia fin de año y lograr cumplir con los compromisos de pago. Esto le permitirá al empresario agrícola bajar el costo de los intereses y el volumen de los créditos con vistas hacia la campaña gruesa, entre otros.
Cómo planificar la nueva campaña de trigo
Tips. Especialistas dan recomendaciones para encarar la siembra fina.
Así, lo detalla un estudio realizado por los especialistas del Centro Regional Santa Fe y de las Estaciones Experimentales que éste nuclea, Julio Castelllarin, Marianela De Emilio y Juan Carlos Papa, el cual da algunos apuntes para planificar una nueva campaña de trigo.
Los especialistas indican que "al momento de planificar los cultivos para esta campaña, es importante considerar que la soja en el centro–sur de Santa Fe ocupa anualmente entre el 70 y el 75% del área sembrada". A su vez, se ha determinado que el monocultivo de soja genera una pérdida continua de la materia orgánica del suelo, incidiendo negativamente en la economía del agua (fundamental para nuestra región) y, por ende, limitando seriamente su capacidad productiva.
Los datos de 20 años de ensayos de larga duración en la región pampeana, "reafirman que la inclusión de trigo y maíz en la secuencia de cultivos no sólo mejoran las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, sino que cada uno de los cultivos de la rotación rinden en promedio un 10% más que si cada uno de estos cultivos se hiciera en monocultivo". Por otra parte, "dicha secuencia permite un control más eficiente de aquellas malezas denominadas comúnmente duras".
Rendimientos y clima. Con respecto al rendimiento posible de alcanzar en la región, los especialistas señalan que es importante destacar que en las doce últimas campañas (2006/07 a 2017/18), el 67% de los rendimientos promedio fueron de buenos a muy buenos, y en el 33% restante fueron de malos a regulares, principalmente por estrés hídrico de distinta severidad. El promedio de rendimiento de las doce campañas supera los 4.000 kg por hectárea en ambos ciclos de precocidad.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), la tendencia climática referida al Fenómeno el Niño para el trimestre mayo–junio–julio es la alta probabilidad de precipitaciones que oscilarían entre normal o inferior a la normal y con temperaturas superiores a las normales.
Frente a este pronóstico, es necesario un correcto entendimiento del desarrollo del cultivo para decidir cuándo sembrar como así también predecir el momento óptimo para efectuar algunas prácticas de manejo y así, ubicar las etapas más sensibles del cultivo en condiciones ambientales menos riesgosas.
Control de malezas. La interferencia causada por malezas puede ocasionar pérdidas en trigo entre un 20 y un 30%. Las especies de malezas que pueden afectar al cultivo son otoño-invernales y variarán en función de las condiciones agro-edafo-climáticas imperantes. Esto determina que no existan recetas fijas, protocolos o procedimientos universalmente válidos para su manejo exitoso.
Las prácticas de control deben comenzar temprano, generalmente en el corto barbecho previo a la siembra, con herbicidas de acción total como glifosato, paraquat o glufosinato de amonio a fin de eliminar la vegetación emergida. Eventualmente, la participación de un herbicida residual podría ser de utilidad a fin de evitar nacimientos futuros, tal es el caso de flumioxazin o su combinación con piroxasulfone, los que deben ser aplicados con anticipación a la siembra del cultivo. Es de importancia clave no sembrar sobre maleza viva.
Para los tratamientos de post-emergencia existen opciones diversas, algunas restringidas en cuanto al espectro, tal como los herbicidas hormonales o combinaciones de estos con metsulfurón metil, que sólo alcanzan a malezas de hoja ancha. Para gramíneas (raigrás y avena), las opciones posibles son: diclofop, fenoxaprop o pinaxadem y otras con un espectro más amplio tal como la combinación comercial de pyroxsulam y metsulfurón metil o de iodosulfurón metil con mesosulfurón metil y metsulfurón, las cuales pueden controlar simultáneamente a gramíneas y latifoliadas. Todos estos herbicidas se aplican con la maleza pequeña y en activo crecimiento, y con el cultivo entre 3 hojas-comienzos de macollaje hasta inicio de encañazón (1-2 nudos visibles).
En el contexto actual de problemas de malezas, es importante considerar la integración de los herbicidas con métodos culturales de control tal como las rotaciones y/o los arreglos espaciales competitivos. En este sentido, se han detectado cultivares de trigo capaces de competir ventajosamente con las malezas.
Los precios a futuro. Las lluvias ocurridas durante la primera quincena de mayo, permiten visualizar una mayor intención de siembra, afectando negativamente los precios a futuro. Por ejemplo, si observamos las cotizaciones diarias del Mercado a Término de Buenos Aires (Matba), el precio a futuro enero 2019 subió a principio de este año desde u$s 170/tn hasta casi u$s 200/tn a fines de febrero, y osciló entre u$s 190 y 200/tn desde fines de febrero hasta principios de mayo, bajando luego a u$s 185/tn al 15 de mayo de 2018.
Considerando que la intención de siembra puede seguir creciendo, los precios futuros seguirán respondiendo a la baja. En la planificación tranqueras adentro, obtener el precio objetivo del trigo 18/19 es una información clave que facilitaría la toma de decisiones comerciales para generar una rentabilidad positiva. Este precio objetivo podría ser u$s 180/tn, lo cual se recomienda tomar valores iguales o superiores a esa cifra, para poder cubrir parte del volumen que se espera cosechar; por ejemplo, sería prudente hasta un 20% previo a la siembra y de esta forma evitar recortes de precio a cosecha. Este año, en la cosecha se vendió gran cantidad de trigo a u$s 160/tn, pudiendo haber fijado u$s 180/tn en precosecha.
Las posibilidades de suba de los precios futuros de hoy están ligadas a los volúmenes a exportar (se proyectan en crecimiento) y a los precios internacionales que están a igual nivel y algo por encima de los precios futuros locales. Cubrir precio a cosecha con futuros y opciones de futuros, así como acotar costos de la próxima implantación, debe ser parte de la planificación comercial.
Todo lo mencionado integra la planificación productiva que nos permitiría lograr el mejor resultado en términos agronómicos, financieros y comerciales.