Existe una delgada línea, invisible tal vez, entre los modelos agrícolas y el sistema ecoagroalimentario que muestra la realidad de las cosas y a dónde conducen los caminos trazados y a dónde los nuevos rumbos que se podrían tomar. El ingeniero agrónomo Walter Pengue, director del programa de posgrado en actualización en economía ecológica y coordinador del área en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), tiene una posición tomada al respecto y sostiene que: "O cambiamos el estilo de vida o nos vamos al bombo".
De la huerta a la producción extensiva
Partiendo de que la agricultura -en buena proporción por la producción de soja- es parte del problema planetario de pérdida de biodiversidad, el especialista en fitotecnia y mejoramiento genético vegetal, hizo foco en que "hay que comprender los sistemas de producción de una manera diferente, no sólo por escala y producción".
Además, planteó que el mundo debería dejar de considerar que falta comida, sino que lo que falta es una buena distribución de la comida.
"La agroecología no es una moda, tiene una fuerte base teórica y no es hacer la huertita", subrayó Pengue al tiempo que sostuvo que "hay que prepararse para los momentos que vienen y garantizar que la gente como todo los días".
El miembro fundador de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (Socla) diferenció tres tipos de sistemas agrícolas, de la agricultura moderna, la agricultura intermedia que generalmente es catalogada como revolución verde, y los sistemas de agricultura tradicional.
El primero, dijo, tiene que ver con los modelos industrializados de la agricultura moderna, sistemas de cultivos en los países desarrollados y de quienes siguen sus pautas de producción en los enclaves subdesarrollados. Dependen en gran medida de permanentes imputs energéticos y materiales externos y son sistemas productivos muy sensibles a cambios climáticos, stress y se orientan a las demandas del mercado.
Por su parte, explicó que los sistemas vinculados a la revolución verde se expanden en países en vías de desarrollo, fuertemente en Africa, India y China. Se caracteriza por utilizar también imputs externos, aplicados en tierras de buena mediana calidad con usos de fertilizantes, agroquímicos en zonas generalmente de buen acceso al agua e infraestructura.
En tanto, los sistemas la agricultura sustentable sufren presión y fueron relegados a los ambientes más hostiles o se desarrollan en espacios no rurales.
No obstante, Pengue indicó que los dos primeros sistemas se muestran con una tendencia creciente hacia un plateau (meseta) productivo. Es que la tierra de calidad agrícola es cada día más escasa, la población mundial creciente y el deterioro de los suelos una cuestión prioritaria a tener en cuenta en las décadas venideras.
"Las granjas pequeñas y medianas de sistemas tradicionales e intermedios, mixtos proporcionan alimentos a aproximadamente 2/3 de la población mundial y muestran una mayor producción en diversos paisajes, lo que refuerza la contribución de los servicios ecosistémicos y la biodiversidad en la alimentación y la agricultura", señaló The Economics of Ecosystems and Biodiversity (TEEB).
El especialista consideró que la agricultura es transformadora de la cara de la tierra, más que cualquier otra actividad humana, y se enfocó en la economía ecológica, que estudia los procesos biofísicos y energéticos de la sociedad y el ambiente.
"El sistema alimentario global está quebrado y sus impactos se detectan en todos los niveles: ambiente, sociedad y economía. Hay distintos modelos agrícolas y objetivos para alimentar y de más a 7.100 millones de personas pero no todos son sanos ni nutritivos. La agroecología es una de las alternativas", apuntó Pengue.