El presidente del Congreso Maizar 2020, Agustín Tejeda Rodríguez anticipó que el objetivo productivo está centrado en la posibilidad de mantener el nivel del cultivo de las últimas 4 campañas.
El desafío es mantener al maíz en un sendero de crecimiento
"Veníamos de un escenario muy disruptivo como la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Un elemento que ha sido sumamente distorsivo para los mercados granarios y ahora se suma está pandemia que tendrá una fuerte afección en toda la cadena del maíz", remarcó el economista, que fue el anfitrión de la 15 edición del encuentro (en este caso virtual) con especialistas y productores maiceros.
Actualmente, el maíz atraviesa uno de los mejores momentos de las últimas décadas, con un 60 por ciento de crecimiento del área sembrada y su producción; así como también, un incremento del 50 por ciento en su participación del PBI, junto a una seguidilla de exportaciones récords que generaron un alivio a la economía del país, y a su vez, un equilibrio en la sustentabilidad de los sistemas productivos.
Por ahora, el miedo de los productores se ubica en la posibilidad de que —en unos meses— la nueva siembra se presente como una campaña bisagra, en la que se pongan a prueba las bases de este crecimiento en un contexto de reordenamiento y crisis mundial por el coronavirus.
"Las cotizaciones son muy bajas, si las comparamos con los 5 ciclos precedentes. Hoy, los precios a cosecha se encuentran en los mínimos de aquellos valores records del año 2011 y el boom de precios de los alimentos", observó Tejeda Rodríguez agregando que los productores deben prepararse para otras variables como el clima y una secuencia de déficits hídricos.
En Maizar, los asistentes analizaron el mercado doméstico y sus dificultades, los posibles cambios en los patrones de consumo, producción y comercialización. También las nuevas tendencias que se abren hacia adelante en sus proyecciones de inversión que se podrían ver afectadas por factores políticos, productivos y climáticos.
Esta semana, la asociación comenzó a mostrar que iniciará una serie de análisis que permitan vislumbrar por qué los ciclos de crecimiento del maíz, tarde o temprano se ven afectados por crisis que se repiten con mayor intensidad y frecuencia.
"El déficit fiscal y vulnerabilidad de nuestro país en la inserción en los mercados internacionales es una consecuencia. Sobre todo si se observa que Argentina, es uno de los países del mundo con mayor caída en su participación en el comercio mundial", reconoció Agustín Tejeda anticipando que están dispuestos a proponer un nuevo modelo de desarrollo para el maíz, donde la industrialización moderna, basada en los recursos naturales, la innovación y nuevas tecnologías son el camino.
En maíz la campaña 2018/19 marcó un fuerte parámetro de crecimiento en la trascendencia económica del cultivo.
En ese ciclo agrícola el área destinada a grano comercial se ubicó un 7,4 por ciento por encima del ciclo anterior, con 5 millones 800 hectáreas sembradas. La cifra reflejó un 33 por ciento más que las últimas cinco campañas, que desde el año 2013 se encontraban planchadas en un promedio de 4,36 millones de hectáreas.
Cabe destacar que el mayor crecimiento se concentró en la provincia de Córdoba, generando un despegue productivo de toda su región.
Por su parte, en el contexto de los grandes jugadores en las exportaciones mantiene a Brasil con un crecimiento del 38 por ciento desde el inicio de esta década.
De igual manera, se perfila Estados Unidos, aunque con un fuerte aumento en su consumo interno. En el caso Argentina, la participación en el mercado se inclina hacia los 23 millones de toneladas para los próximos 8 años.
A priori, el mundo se prepara para consumir más de 1.200 millones de toneladas, en vísperas del año 2027. Esto significa un crecimiento del consumo del 16 por ciento, que en volumen equivale a 163,7 millones de toneladas por encima de lo producido.