El escenario productivo de cara a la próxima campaña fina es prometedor y los especialistas advierten sobre la importancia de intensificar la rotación para sumar productividad, lo que vendría de parabienes al trigo, un cultivo que sigue sumando posiciones entre las preferencia de los productores.
El trigo arranca una nueva campaña con todos los planetas alineados
"En la campaña de trigo pasada, el rinde nacional fue de 32 quintales por hectárea, con una leve baja interanual. Mientras que en la 2018/19 llegaríamos a las 6,1 millones de hectáreas del cereal, la máxima en 17 campañas. Esto se debe a la conveniente relación insumo/producto, la buena humedad y la creciente tendencia de apostar por la rotación", comentó Gonzalo Hermida, quien junto a Juan Brihet de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) brindaron un panorama del escenario productivo y tecnológico del trigo durante el congreso "A todo trigo".
El especialista detalló que el área sembrada de cultivos de invierno crecería en un 8 por ciento promedio. "En el caso del trigo, ese incremento será del 7 por ciento interanual y en la cebada de un 10 por ciento".
Por su parte, Brihet se refirió al uso de fertilizantes y la incorporación tecnológica en la producción triguera dividiendo entre nivel alto, medio y bajo de innovación. "En siembra directa el acatamiento alcanza casi el 90 por ciento. Después del cambio de gobierno, el sector respondió con mayor inversión en tecnología, aunque aún se debe avanzar en ese sentido. Desde 2014/2015 veníamos disminuyendo en la tecnología aplicada, pero en el 2016/2017 crecimos mucho en el rango del nivel alto. Pero en 2017/18 la preponderancia del nivel alto disminuyó y aumentó el bajo. Mientras que se mantuvo el nivel medio. Este año esperamos un repunte en ese sentido", indicó.
En otro orden de temas, se refirió a la densidad de semillas que se proyecta por región. "En el centro-norte de Córdoba 99 kilos por hectárea, zona núcleo 128 kilos, oeste 110 kilos, y sudeste bonaerense unos 121. A nivel nacional, estimamos un promedio de 105 kilos", precisó.
Luego llegó el turno de analizar la realidad de cada zona a cargo de miembros de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).
El oeste fue analizado por Mauro Mortarini de la regional de Aapresid en América y Gustavo Duarte de Aacrea, quien explicó que el trigo y la cebada ocupan un 7 por ciento del total del esquema productivo en esta región. "Está muy identificada con los cultivos de verano y en invierno no hay demasiada actividad", explicó.
el clima óptimo. En cuanto al clima, Duarte indicó que los años Niña (más fríos) se alcanza un 13 por ciento de rendimiento por encima de los Niños (cálido). Además los precios son más volátiles. También detalló que se profundizó un crecimiento de las precipitaciones en el período que va desde 1990 hasta 2017.
En la actualidad indicó que se necesitan perfiles más cargados en algunas localidades a pesar de las buenas lluvias. "Si te vas a Catriló (La Pampa), es posible que no cuentes con el agua suficiente para sembrar trigo", ejemplificó.
A su turno, Mortarini indicó que en el oeste se han alcanzado niveles de productividad muy altos, aunque no necesariamente se traducen en un buen negocio. Aunque remarcó la necesidad de hacer trigo debido al buen impacto que trae aparejada la rotación de cultivos.
También opinó que es fundamental intervenir de manera temprana ante la presencia de royas, que pueden hacer mermar el rendimiento hasta en un 40 por ciento. "En los lotes afectados por roya amarilla, donde hicimos aplicaciones más tardías, tuvimos pérdidas de hasta 660 kilos. Hubo aumentos de hasta el 7 por ciento por semana en la incidencia de las royas. En el caso de la del tallo, casi logramos borrarla del mapa gracias a las aplicaciones tempranas".
"Los incrementos de rendimiento a futuro vendrán junto con la incorporación de conocimiento intensivo y tecnología. El trigo y los cultivos de cobertura hacen un gran aporte a ese proceso", señaló.
Luego llegó el momento de analizar la zona Norte de Buenos Aires de la mano de Matías Emarcora de Aacrea. "Se recuperaron los perfiles y van a arrancar bien cargados. Hay condiciones de precios excelentes", dijo.
Allí, los cultivos de invierno representan el 35 por ciento del total del área agrícola. De ese porcentaje, el trigo ocupa casi un 75 por ciento, la cebada y las arvejas entre un 10 y 15 por ciento, y la colza entre un 3 y 5 por ciento.
Emarcora comentó que las arvejas aportan la ventaja de que consumen menos nutrientes y le dejan mayores recursos a los cultivos de segunda. Incluso pueden incidir positivamente en el rendimiento del trigo en la próxima campaña. "Si la arveja subiera unos 30 dólares en su cotización, se metería en la pelea trigo/cebada".
El experto se refirió a la importancia de incorporar gramíneas. "Entre los lotes que en lo últimos 5 años tuvieron una sola vez gramínea y los que llegaron a un índice del 66 por ciento, hay un diferencial de rendimiento de 320 kilos promedio. Eso es algo que no solo digo ahora, sino que lo vengo sosteniendo desde que el trigo pasaba por un mal momento".
La realidad del centro-sur de Córdoba y este de San Luis, donde el trigo ocupa entre un 5 y 7 por ciento del total de las 200 mil hectáreas productivas, estuvo pormenorizada por Ariel Angeli de Aacrea. "En las doce campañas pasadas tuvimos un promedio de casi 33 quintales. En la última estuvimos por arriba del promedio, porque las lluvias fueron importantes en abril y veníamos de una recarga importante con la napa a 1,10 metros desde el arranque. En el 90 por ciento de los lotes se aplicaron fungicidas, de los cuales un 66 por ciento tuvieron al menos dos aplicaciones por la presencia de roya".
No obstante, consideró que es fundamental analizar el nivel de precipitaciones y la altura de la napa antes de optar por sembrar trigo. "En años menores a los 350 milímetros, se logran unos 2500 kilos. Mientras que en años de 550 milímetros o más, se alcanzan entre 35 y 40 quintales. Con napas de entre 0,70 y 1,40 metros se obtienen resultados por arriba de la media".
Por ejemplo, en la localidad cordobesa de Río Cuarto hay acumulado unos 160 milímetros hasta abril y en el sudeste un nivel moderado de 330 milímetros. "Por eso se necesita de más planificación y selectividad por ambientes. Ese control también se debe complementar con la implementación de tecnologías".
En tanto, Ignacio Alzueta de la regional de Aapresid Bragado-Chivilcoy detalló que en la cosecha fina el 66 por ciento es de trigo, arvejas 2 por ciento y cebada 17 por ciento. El resto, son cultivos que se utilizan como cobertura.
"Los cultivos de servicio aportan entre 800 y 1000 kilos de carbono por año. Es un aporte muy bueno al sistema y así apuntamos a mantener la calidad de ese ambiente en el tiempo. Además ayudan a suprimir malezas como yuyo colorado", afirmó.
En la última campaña, con alta incidencia de roya amarilla, hubo dos aplicaciones en el 80 por ciento de los lotes. "Creemos que este año se repetirá el nivel de intensidad".
"Tenemos que ir a hacia nuevos sistemas, más intensificados. Los actuales nos han llevado a tener problemas de malezas y desmejorar mucho el suelo", concluyó.