El Facebook lejos de descomunicar (como muchos creen) logra conectarnos. Así fue que conocí a Gisella Aramburu. Una docente uruguaya que pensó una invitación doble: para sus alumnos y para los escritores. Dicha propuesta se presenta bajo el formato de un blog que se puede encontrar en la web con el nombre de Las palabras viajan. La invitación abre diciendo:"Los convoco a ustedes, escritores de hoy, a sumarse a un pequeño proyecto que ayuda a los chiquilines a enterarse de quiénes escriben, qué escriben, qué tienen para decirles" y continúa: "Participar es fácil: responder una pequeña entrevista escrita. Luego, enviar una mini biografía y algunos textos que quieran compartir con los estudiantes de literatura de la secundaria". Y aclara: "La página, aunque está destinada a estudiantes, desconoce cualquier tipo de filtro o censura. No hay «malas palabras» ni temas intocables en mi clase".
Las palabras viajan
Todo lo que Gisella plantea de manera accesible se edifica sobre cuestiones vertebrales entre el arte y el mundo, porque las preguntas a las que deben responder los invitados (cómo descubrieron que querían hacer esto, si se inspiran o no, qué papel consideran que juegan el arte y la literatura en el intento de crear un mundo mejor, cuál es el lugar del lector, qué consejos podrías darles a los adolescentes y a un joven que quiera ser un artista, entre otras) no hacen más que quitarles el aura al arte, humanizar a quienes lo producen y acercarlos a modos de mirar y construir el mundo. El blog Las palabras viajan no es sólo una herramienta pedagógica sino, y sobre todo, un cristal que permite agudizar la mirada, hacerse cargo de la propia voz, escuchar la palabra colectiva: modos de decir el mundo, nuestro mundo.
libertad de expresión y oficio de comunicar
Rosana Guardalá