El optimismo empresarial que arrojó la última encuesta de Idea contrasta con las quejas que vienen exhibiendo las pymes y las dificultades en el consumo que afronta una cadena comercial inundada de liquidaciones y cierre de locales.
Miradas distintas sobre la economía
"Estampida de optimismo", fue el término utilizado por el consultor Eduardo D'Alessio, responsable del trabajo, para resumir las perspectivas positivas que dio el 70 por ciento de las 182 compañías consultadas.
Explicó que hace trece años —desde el 2002— que el tradicional estudio no arrojaba tanto dato positivo. La versión actualizada será presentada en octubre durante el tradicional Coloquio de Mar del Plata, donde esperan que Mauricio Macri sea la estrella central.
El gobierno siguió con atención el resultado de este sondeo, en especial porque el 65 por ciento de las empresas que respondieron dijo que espera aumentar las inversiones. Destacaron también que no sólo siete de cada diez consultados dijo esperar que le vaya mejor en el segundo semestre, sino que en ese universo de optimistas el 21 por ciento respondió incluso que supone que le irá "mucho mejor".
Casi en paralelo, Macri pedía inversiones a los empresarios en el marco del encuentro de la Alianza del Pacífico, el bloque al que su administración quiere apuntar. El gobierno insiste en que el ajuste ya está hecho: "El trabajo sucio está completado", graficó Alfonso Prat-Gay, el ministro de Hacienda que viene realizando giras por centros de poder económico en busca de inversiones.
El trabajo de D'Alessio/Irol para Idea arrojó, además, que los planes de inversión volvieron a los niveles de hace cuatro años.
Para Dante Sica, de la consultora Abeceb, las expectativas de una recuperación se darán a partir del cuarto trimestre del año, mientras espera alzas del 3 por ciento para el 2017.
Fausto Spotorno, de Orlando Ferreres y Asociados, dice que este año terminará en negativo, pero coinciden en que el Producto Bruto subirá el año próximo.
Pero este optimismo no es compartido por sectores pyme y por el comercio, donde la caída del consumo se siente con fuerza. Locales cerrados, liquidaciones anticipadas y despidos son un lugar común en la cadena comercial, donde el ajuste combinado con un alza de tarifas muy fuerte provocaron una tormenta perfecta para impulsar la baja de persianas. La gente consume lo indispensable y esto se siente en toda la cadena de comercialización.
Los datos del Indec confirmaron que la Argentina entró formalmente en recesión luego de tres trimestres consecutivos de caída.La lectura es que Macri heredó la recesión de Cristina Fernández pero sus primeras medidas, como la devaluación para salir del cepo cambiario, los ajustes tarifarios y los despidos, la consolidaron. La misma precaución que domina la mesa familiar se repite en las empresas más vinculadas al consumo.
Los datos del Indec también reflejaron que la Argentina no fue tan rica como contó el kirchnerismo: el país creció 18 puntos menos de lo que se informó entre 2005 y 2015, los datos de inflación fueron mucho más manipulados de lo que se creía.
Pero lo que más preocupa es que la Argentina ingresó hace seis meses en su cuarto período de recesión en los últimos ocho años. Uno de los principales problemas es el bajo nivel de inversión, que se mantiene en el 17,8 por ciento del Producto Bruto, en especial por caídas en construcción y consumo, cuando en los países asiáticos llega hasta 35 por ciento.
El dato más inquietante es que en el segundo trimestre de este año la caída habría sido aún mayor, profundizando un escenario recesivo de incierto pronóstico.La mayoría de los sondeos, como el de Isonomía, arrojó que casi la mitad de los consultados dijo estar en peores condiciones económicas que en el 2015.
El consuelo es que un 64 por ciento cree que estará mejor, pero por estas horas son más las dudas que las certezas. Es que si bien el Indec aún no procesó las cifras sobre el comportamiento de la economía en el segundo trimestre del año, el gobierno ya cuenta con un dato incontrastable: los pedidos de bolsones de comida se multiplicaron en los últimos meses en el conurbano bonaerense, así como los asistentes a comedores comunitarios.
José Calero / Noticias Argentinas