El producto permite amortizar su valor y el uso de agroquímicos a partir de las 1400 hectáreas y empieza a desafiar los sistemas de siembra que se muestran con cambios permanentes por las variables climáticas y de manejo. Salió al mercado argentino hace menos de 2 años y ya se vendieron más de 220 sistemas de labranza o laboreo superficial en las principales provincias productivas del país.
Una rastra agroecológica empuja la decisión del productor argentino
“La agricultura se encuentra frente a cambios constantes. Debe adaptarse y repensar sus máquinas. En el mundo se genera innovación todo el tiempo; relacionada al diseño y prestaciones para lograr mayor efectividad y rendimiento” reconoce Osvaldo Giorgi, uno de los directores de la firma de Fuentes (Santa Fe).
Al mismo tiempo, resalta que son momentos donde se debe apostar hacia una agricultura limpia y sustentable, con menos uso de agroquímicos y un mayor cuidado de la tierra. Y agrega, “hemos comenzado la fabricación de una máquina que permite disminuir el uso de agroquímicos cuando el suelo todavía está en proceso de preparación para sembrar un cultivo. Esto, permitió que la empresa ingrese al segmento de innovación dentro de la tecnificación para la producción agropecuaria. Aspiramos a mejorar las máquinas y lograr que el productor no solo disminuya el uso de agroquímicos, sino que también -de manera sustancial- los costos de preparación de los suelos”.
Estas nuevas máquinas (rastras multipropósitos) ya están siendo utilizadas por muchos productores y en los últimos años han logrado generalizar sus características y el conocimiento de su funcionamiento a través de los resultados.
Por ahora, el respaldo lo garantiza la fábrica de máquinas agrícola de Argentina, aunque la efectividad es potenciada por la empresa de ingeniería para el agro Kelly, que tiene más de 30 años en el mercado australiano y ha logrado que los campos en ese continente se muestren con un mínimo laboreo superficial, una adecuada cama de siembra y la permanencia de cobertura y rastrojos en superficie. Al mismo tiempo, su sistema de discos flexibles y auto limpiantes, favorecen el control de malezas de manera mecánica. El dato, es contundente para muchos productores que vienen viendo la imposibilidad de atenuar la proliferación o resistencia por medio de los controles químicos.
Beneficio ante heladas
Esta semana, un grupo de productores del norte de Buenos Aires, salieron a certificar un nuevo beneficio que podrán aportar estas rastras multipropósito y se relaciona con las variables del clima y la presencia de heladas.
Según Roberto Pujol, de la localidad de Pérez Millán la herramienta ha sido más que efectiva frente a las bajas temperaturas. “Vimos muchos daños, en lotes con cobertura fija de trigo, arvejas y cebada; aunque notamos que sobre las parcelas trabajadas con las rastras multipropósito los pequeños movimientos sobre el suelo, permitieron que la temperatura se elevaran por arriba de 3 o 4 grados frente a variables bajo cero. Esto permitió que el daño por heladas se mitigue de sobremanera y los daños no se manifiestan tanto”, reconoció Pujol.
Este productor, considera que el implemento es parte de una agricultura sustentable y conservacionista. A su vez, hace que las tareas agrícolas sigan practicándose bajo el sistema de siembra directa. “Estas rastras no dañan el suelo, no rompen galerías ni destruyen raíces y penetran no más de 1 a 3 centímetros de profundidad. También corrigen las imperfecciones del suelo, moviendo la coberturas sin dañarlas y dando paso a la entrada de sol que facilita el trabajo de los herbicidas pre emergentes”.
Por ahora, algunos productores han cuantificado el ahorro en la utilización de productos y consideran que es significativo, así como también, vienen analizando que frente a la alta inversión que implica el equipamiento, el nivel de retorno es rápido y –en principio- parte de un ahorro de 8 a 10 dólares por hectárea en la aplicación de agroquímicos.
“Globalmente estamos determinando una sustitución del 30 al 50 % de aplicaciones para el control de malezas, que son erradicadas por este sistema de control mecánico”, enfatizó Roberto Pujol agregando algo que muy pocos reconocen por las exigencias de las malezas tolerantes; “en los campos se vienen poniendo bombas de agroquímicos y muchas veces no se consigue ningún tipo de resultados. Nos mentimos a nosotros mismos, cuando creímos que con 2 litros de glifosato arreglábamos todo. Nos hicieron creer que la agricultura era algo fácil y no fue así”.