El litoral argentino es la región privilegiada para producir arroz. Corrientes y Entre Ríos son las provincias que lideran la producción del cereal, 50% y 35% respectivamente, ya que brindan las condiciones ambientales más favorables para el desarrollo del cultivo. Alguna vez, los productores entrerrianos lideraron la producción nacional, pero la pérdida de competitividad llevó a que muchos se quedaran en el camino, otros se volcaron a nuevos cultivos y hubo quienes migraron varias hectáreas hacia Corrientes, donde la ecuación cerraba un poco más.
Arroz: Entre Ríos quiere ganarle a Corrientes la pulseada 20/21
Y es que encender los motores de riego para producir arroz, ya sea mediante energía eléctrica o gasoil, tiene altos costos y esto incide directamente en la toma de decisiones por parte de los productores arroceros al comienzo de cada campaña.
De cara al inicio de la cosecha, la ecuación económica se presenta más optimista para los productores entrerrianos y se suman los buenos rindes esperados.
“Hoy los números estarían cerrando en Entre Ríos, sobre todo por el atraso que se ve en el precio del gasoil que no ajustó tanto a pesar de los aumentos”, señaló Victor Odiard, productor arrocero que vive en San Salvador, localidad del centro-este de Entre Ríos, y quien desde hace cinco años viene sembrando en suelos correntinos. “La energía eléctrica siempre fue más cara en Entre Ríos que en Corrientes, pero es algo que se puede pagar”, agregó.
Odiard tiene en sociedad alrededor de 700 hectáreas en cercanías a las ciudades correntinas de Mocoretá y en Curuzú Cuatiá. Mientras que en Entre Ríos sembró 500 hectáreas en cercanías a Chajarí y volvió a implantar unas 300 hectáreas en San Salvador.
El cruce de Entre Ríos a Corrientes para sembrar arroz estuvo motivado no solo por los elevados costos de producción que estaban al borde del rendimiento promedio, sino también por problemas en materia de infraestructura, en relación a puertos y calados. “También, por la poca importancia que se le da a nuestro sector, a la economía regional del arroz, por parte del gobierno de Entre Ríos”, señaló Odiard.
Para el productor, el valor de la energía eléctrica en Entre Ríos y del gasoil para el riego de pozo de los arrozales hacían prácticamente inviable la actividad. “En Corrientes son otros números y hay apoyo del Gobierno. La energía es casi un 50% más barata que en nuestra provincia”, contó. Según describió, se trata de un problema de impuestos que atraviesan los costos de la tarifa eléctrica, ya que la distribuidora nacional le cobra lo mismo a cada una. “Producir una hectárea de arroz ronda los 1.200 dólares. En el cuadro de costos, la energía representa casi el 10% en Corrientes, cuando en nuestra provincia gira en torno al 30%”, dijo.
El año pasado Odiard no sembró ni una hectárea de arroz en San Salvador, pero sí lo hizo este año. Lo mismo le pasó a Pablo González, ingeniero agrónomo y productor agropecuario entrerriano, que volvió a apostar a la siembra del cereal en este ciclo agrícola: “Volví al arroz por un tema de rotación de cultivos, ya que hay muchos problemas de malezas con lotes que vienen de soja. Pero, fundamentalmente, por la estabilidad en los rendimientos que ofrece este cultivo, ya que si haces las cosas bien, tenés una determinada cantidad de kilos casi asegurada”.
González monitorea alrededor de 1.000 hectáreas del cereal sembrado en la zona aledaña a San Salvador –plena zona núcleo entrerriana– y, de las cuales, el 10% es producción propia. “Los aumentos sucesivos de combustibles traen como consecuencia un incremento en el costo de producción, pero el precio del arroz sigue siendo bueno, por lo que la ecuación de riego con motor a explosión sigue dando positivo”, dijo.
La suba del precio internacional permitió reducir los costos productivos y le otorgó nuevamente competitividad al arroz frente a otros cultivos. Este ciclo revirtió cinco años consecutivos de reducción en el área implantada, ya que el último crecimiento se registró en el ciclo 2014/15.
Buena proyección de rendimiento
Las condiciones ambientales vienen siendo favorables para el desarrollo del cultivo de arroz, debido a la adecuada radiación solar y escasa nubosidad, aunque las condiciones de humedad demandaron la aplicación de fungicidas. “Esta situación predispone la aparición de hongos, especialmente Pyricularia ”, comentó González.
El profesional explicó que la condición del cereal es buena y se proyecta un buen nivel de rendimiento, pero dependerá “de la magnitud del daño, porque si no se hacen ahora los tratamientos de forma preventiva, con un ataque en plena floración, el daño puede ser significativo”.
Para Odiard también hay buenas perspectivas de rinde: “La idea es que sea un año de mucha producción. Apostamos al cereal y sembramos unas hectáreas más en relación al año anterior, porque se había pronosticado un año de sequía y el valor del arroz en relación al gasoil era buena”.
En este sentido, el productor resaltó que “por las lluvias de diciembre incrementamos las hectáreas y pudimos completar el total del área que teníamos proyectada al inicio de la campaña”.
Además, el productor analizó que no hay diferencias en el nivel de rendimiento entre ambas provincias, ya que hay muy buenos rindes en Corrientes como así también en Entre Ríos. “Sabemos que en San Salvador la curva es más inquieta, hay años que son muy buenos y otros que no”. En las últimas campañas, el promedio en suelo entrerriano gira en torno a los 7.500 a 8.000 kg/ha, según los datos de la Bolsa entrerriana.
Variedades. En esta campaña, según la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, el tipo comercial largo fino alcanzó el 71 % de la muestra y el largo-ancho el 21 %. El 8% restante agrupó tipo especiales variedades españolas y cortos. Las variedades de mayor participación en el tipo comercial largo fino fueron Gurí INTA CL (39 %) y Memby Porá (19 %).
La mirada en la cadena
El sector arrocero cuenta con una buena infraestructura para la industrialización y la mayor parte de los molinos se sitúan en Entre Ríos, en especial en San Salvador. El productor que tuvo que emigrar a la provincia vecina, hace poco comenzó con una nueva etapa de la cadena arrocera: la industrialización. “El destino de lo que nosotros producimos es variado. Mucho viene a la zona de San Salvador y a otros puntos de la provincia, y algunas toneladas quedan en Corrientes”, indicó.
La mayor capacidad industrial arrocera del país está instalada en San Salvador y se nutre de todas las provincias productoras, como ser Corrientes, norte de Santa Fe y Entre Ríos. “El costo se eleva al nutrir el molino de más lejos”, comentó Odiard.
Como parte del sector industrial, expresó: “Esperamos que no nos limiten las exportaciones, como pasó con el maíz, lo que se traduciría en un grave problema. Nuestra principal falencia es que no conocemos el despacho del actual gobernador. No hemos podido dialogar ni consensuar puntos específicos, como ser puertos, energía y otras cuestiones que influyen a toda la cadena en la provincia. Nos sentimos desprotegidos”, cerró.