Oren Gershtein es CEO de IdealityRoads y uno de los protagonistas de la expansión del ecosistema de alta tecnología Israel, responsable del 50% de las exportaciones de ese país. Allí fue director general de una de las principales incubadoras tecnológicas, Van Leer Technology Ventures, desde donde invirtió y acompaño a casi 75 start up.
Ciencia y tecnología: las claves del modelo israelí
Oren Gershtein, titular de una de las incubadoras más relevantes a nivel global, destacó el papel del Estado
Por Álvaro Torriglia
En 2013 creó su nueva empresa, que diseñó e implementó el programa nacional de incubación tecnológica de Nueva Zelanda, a partir del cual se produjo un gran desarrollo de emprendedores de alta tecnología en ese país.
También es socio del Centro de Innovación Tecnológica, Empresarial y Social (Cites), de Sunchales, que es la primera incubadora de start up de base científica al estilo israelí en la región.
El innovador relató durante Experiencia Idea Rosario cómo fue el proceso que posicionó a Israel como uno de los países líderes economía del conocimiento. En ese sentido, no dudó en señalar la importancia del Estado y la política pública, así como su vinculación con el sector académico.
“El gobierno está permanentemente involucrado, el sector público invierte siete a uno en relación al privado y es el que asume la mayor parte de los riesgos en las primeras etapas de capitalización de las start up, cuyo crecimiento después retorno en recaudación, empleo, exportaciones y crecimiento”, dijo para luego enfatizar: “Hay que sacarse de la cabeza que este proceso es espontáneo”.
La epopeya comenzó a gestarse a fines de los 80, cuando Israel luchaba para salir de la hiperinflación en ese país. La diversificación productiva era parte de la estrategia, y el plan elegido fue desarrollar las “habilidades blandas” mediante la creación de una agencia público privada para apoyar a los emprendedores, instrumentar un “financiamiento muy agresivo” a través de creación de empresas de capital de riesgo y atraer inversión extranjera hacia esa plataforma.
“El gobierno está permanente involucrado” en ese proceso, señaló Gershtein, quien explicó que al detectar que el temor al fracaso era una de las principales barreras de entrada de capitales al sector, decidió correr con la mayor parte del riesgo. “Se alienta a los investigadores a crear sus emprendimientos y si el proyecto fracasa, el sector público paga”, señaló. Por supuesto, la inversión en ciencia y tecnología es muy superior a la de Argentina e, incluso, a la de los países de la Ocde. Supera el 5% del PBI.
La experiencia de Oren Gershtein
Asumir el riesgo en la primera etapa del emprendimiento, proteger las patentes y dar incentivos a las inversiones son apoyos claves que da el Estado al ecosistema de start up en Israel. Para el titular de IdealityRoads, lograr una expansión del sistema de alta tecnología depende de crear una gran masa crítica de emprendedores “en poco tiempo”. De hecho, señaló que, con buenos incentivos, los plazos para desarrollar un universo poderoso de start up se acorta. En base a su propia experiencia, señaló que en el país de Medio Oriente demandó 40 años, mientras que en Nueva Zelanda, 10.
Gershtein elogió las capacidades y el desarrollo de Argentina en materia de ciencia y tecnología. Incluso mencionó que hay áreas en las que se notan procesos más avanzados que en los casos que comentó. También elogió el trabajo del Cites de Sunchales. Pero además de recomendar un mayor apoyo estatal, instó a las empresas a incorporar la innovación como un vector de crecimiento, incluso creando gerencias específicas dentro de la organización. “Es importante también que colaboren con el sector público y que aprendan a considerar el fracaso como un activo”, sugirió.
En atención a las empresas que están liderando la expansión tecnológica en el país, el emprendedor recomendó prestar atención a las start up de biotecnología y a las deep tech.
Y trazó verticales que entiende traccionarán cada vez más el negocio de la ciencia y la tecnología en el futuro cercano: la comunicación 5G, la computación cuántica y la Inteligencia Artificial.
Los casos locales de innovación y tecnología
Aunque hoy el Estado haya decidido retirarse en buena medida, la historia que contó el empresario israelí no es ciencia ficción en Argentina, donde también se afianzó la innovación, el emprendedorismo y, sobre todo en la posconvertibilidad, la vinculación entre ciencia y empresa.
Gustavo Crucianelli es el CEO de una de las principales fábricas de sembradoras del país, que además está en un proceso de internacionalización a partir del cual se quiere convertir en una de las cinco líderes globales del sector. Ya coloca sus máquinas en todos continentes y desde el año pasado produce en Brasil, asociada con una empresa local. Desde allí vienen técnicos del país vecino a capacitarse en los desafíos de la siembra directa, la gran innovación agrícola de los 80 y 90 en la que el agro argentino es principal actor mundial.
Las nuevas exigencias de la producción agrícola, que pasan por la sustentabilidad, la captura de carbono y la regeneración ambiental transformaron a la industria metalmecánica ligada al sector. “Una sembradora ya no es solo una herramienta para mejorar la producción sino que debe ayudar, por ejemplo, a hacer más eficiente el uso de los insumos”, señaló Crucianelli. Por ejemplo, los equipos de ingeniería de la empresa trabajan con la empresa Deep Agro para reducir en los equipos fabricados en la planta de Armstrong hasta un 70% la utilización de fitosanitarios.
Y en ese camino, la estrategia colaborativa se impone. “Hasta 2015 Crucianelli era una empresa, ahora es un conglomerado que incluye firmas de tecnología electrónica, como Leaf, y áreas de vinculación con organismos públicos”. A través de su fundación, la empresa también desarrolló una tecnicatura en maquinaria agrícola, que recibe en Armstrong a asistentes de distintos puntos de la región. Y que este año se convertiría en una licenciatura.
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Eduardo Novillo Astrada es CEO y cofundador de Agrotoken, una empresa que ofrece soluciones tecnológicas innovadoras basadas en blockhain para el sector agrícola mediante la digitalización de activos y la creación de herramientas personalizadas.
“Uno de los grandes aportes de la tecnología blockhain es su contribución a la trazabilidad, una exigencia que crece con las certificaciones que demandan los compradores, como la Unión Europea, para permitir el ingreso de productos agropecuarios argentinos”, señaló Novillo Astrada.
Certificar las prácticas sustentables es hoy un valor agregado acorde con lo que demanda el mundo, pero el blockchain y la tokenización son también fenomenales herramientas crediticias y como moneda de pago, al permitir “mover” los granos sin sacarlos del silo.
“Se puede usar para pagar un café o para comprar una máquina”, ejemplificó el emprendedor, quien subrayó la potencialidad de esta herramienta con la nueva ley de warrants.