Los sectores agroindustriales lograron a través del diálogo lo que no pudo la mesa de enlace agropecuaria con un lock out patronal. El gobierno —tras intensas negociaciones con la denominada mesa intersectorial del maíz, conformada por agroexportadores, industrias de segundo piso como la avícola, representantes de la mesa de carnes y de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires— decidió dar marcha atrás con el cierre temporario de exportaciones de maíz que había fijado hasta marzo con la intención de desacoplar los altos precios internacionales del grano con los valores internos en un escenario donde la inflación no cede. La decisión, se concretó en dos tramos, una apertura con cupo y luego la definitiva.
Crónicas de campaña: diálogo y agua le trajeron alivio al maíz
Así, quedó deslucido el paro de las tres entidades agrarias por la escasa efectividad y adhesión que tuvo, pero además, porque dejó a sus referentes fuera de la interlocución en la definición de políticas agropecuarias. El gobierno, especialmente el ministro de Agricultura, Luis Basterra, no disimuló esa intención.
El sector industrial se comprometió a aportar los datos finos para que el gobierno pueda hacer un monitoreo del saldo exportable y así llegar al empalme de cosecha sin tensiones, entre otras cuestiones con un aceitado abastecimiento a los transformadores de maíz, mientras que desde Agricultura, se comprometieron a avanzar en mecanismos de financiamiento para los productores locales que necesitan del grano a través de instrumentos como el Fondo de Garantía (Fogar) para garantizar la cobranza de los vendedores de maíz en tiempo y forma para reducir riesgos y proveer y fomentar la herramienta de warrant. Pero además, analiza la creación de un fideicomiso de larga duración para un desacople de precios, mediante un acuerdo de largo plazo con los sectores consumidores y proveedores de maíz. Todas estas propuestas se evaluarán en una reunión que volverán a tener las partes esta próxima semana.
La sintonía fina que ajustaron gobierno y agroindustria fue oportuna y corroboró el diagnóstico oficial que tuvo el Ejecutivo cuando frenó las exportaciones: el precio del maíz se escapaba y desequilibraba las variables macroeconómicas, especialmente el índice de precios, que esta semana mostró la aceleración que se venía experimentando cuando el Indec confirmó que la inflación de diciembre fue del 4%.
De hecho, esta semana los precios del maíz volaron en el mercado internacional y alcanzaron niveles que no se registraban desde junio de 2013, luego de acumular un incremento de 76% en dólares respecto de abril pasado. El recorte en la producción y los stocks estadounidenses que publicó el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda) el martes fueron determinantes. “No se esperaba un recorte de más de 7 millones de toneladas para la cosecha en EEUU, lo que presionó con fuerza los precios”, dijo la Bolsa de Comercio de Rosario. También hay una puja adicional motorizada por la industria de biocombustibles estadounidense que busca que la nueva gestión de Joe Biden reduzca las exenciones de corte a las refinerías pequeñas, incentivando la producción de bioetanol y por tanto, la demanda de maíz.
El Usda redujo las estimaciones de producción de soja, maíz y trigo en Argentina, al mismo tiempo que realizó recortes en las previsiones de cosecha en el país del Norte. Para la oleaginosa argentina prevé un recorte de dos millones de toneladas y la ubica en 48 millones. En cuanto al maíz, la reducción fue de 1,5 millones de toneladas para ubicarla en 47,5 millones, y para el trigo la merma fue de 500.000 toneladas hasta las 17,5 millones de toneladas.
Llegó la lluvia
En las próximas semanas se verá si ese nivel de precios se sostiene ya que el estrés productivo del maíz que los impulsó empezó a ceder por las intensas lluvias. El GEA de la Bolsa de Rosario indicó que las precipitaciones afirman una campaña de 46 millones de toneladas para maíz. “El evento de lluvias que comenzó el 8 de enero y se extendió hasta el 12 enero fue un punto de giro para la campaña maicera. Si no se hubiese producido, la estimación de maíz argentina habría caído 1,2 millones de toneladas más respecto de los guarismos previstos, pero las precipitaciones detuvieron la caída de rinde y pusieron piso a la productividad unitaria de los maíces tempranos”, indicó GEA.
A eso contribuyeron la abundante caída de agua del viernes. “Este cambio de escenario productivo permite estimar el rinde nacional del maíz en 75,5 qq/ha, 1 quintal por debajo del promedio de los últimos 5 años. La siembra de maíz cayó con respecto al último ciclo en un 2,3% y se estima el área comercial cosechada en 6,1 millones de hectáreas”. Con estas cifras, “la primera estimación hecha sobre la condición del cultivo muestra una producción de 46 millones y se trataría de la segunda mejor marca productiva, quedando un 10,6% por debajo del récord del 2018/19 y de la 2019/20, ambas con 51,5 millones de toneladas”, agregó GEA.
También indicó que “las lluvias salvaron al maíz temprano” y de las 400.000 ha en condiciones malas y regulares de la semana pasada, 250.000 se recuperaron y ahora son evaluadas como “buenas”.
Pero la que no cede es la soja. Además del recorte del Usda, la fuerte presión de la demanda china impulsa a la oleaginosa, que llegó a los u$s 527,8 el jueves y tuvo una leve baja el viernes pero sobre un piso superior a los u$u 524, los valores más altos en los últimos siete años. Con este escenario, las ventas comenzaron a activarse y según un informe de la BCR elaborado en base a la plataforma Sio-Granos, el mes de diciembre último exhibió “una aceleración en los tonelajes comercializados de la próxima campaña, con el acumulado que se incrementó en 35% entre el primer y el último día del mes” de 2020.
Por otro lado, con el trigo cosechado, más ajustado en términos de producción pero con precios por las nubes, el país volvió a llevarse una sorpresa con Brasil, que por ahora promete quedar sólo en un susto. El gobierno de Jair Bolsonaro reglamentó un decreto de hace un mes que autoriza en forma permanente una cuota de importación mínima de 750.000 toneladas de trigo libre de aranceles para países extra Mercosur, lo que perjudica directamente a la Argentina, el mayor proveedor del cereal al país vecino.
El mandatario brasileño le prometió al embajador en Brasil Daniel Scioli, que están garantizadas las exportaciones del cereal argentino a su país, lo que calmó los ánimos en el inicio de un año que arrancó convulsionado.